El contrapunto perfecto lo ofreció Roberto Lavagna, quien llamó, por Twitter, a que “la fórmula presidencial se mantenga unida”. El ex ministro no es un condescendiente, pues se fue del gobierno de Néstor Kirchner denunciando la corrupción del cartel contratista que luego fue ratificado por los ´cuadernos´ y los ´arrepentidos´. Lavagna tomó nota de que los Fernández, en conjunto, arreglaron el acuerdo de deuda externa local y extranjera; que negocia de ´buena fe´ con el FMI; y de que pasó la ´prueba ácida´ del voto contra Venezuela. En otras palabras, describe a CFK como puntal de toda esta política, y no, como pretenden Macri y Clarín, como una reserva ´antiimperialista´. Establecido esto, la desestabilización del dúo gubernamental llevaría a Argentina a un cuadro de características pre-revolucionarias.
Un panorama tan promisor no alivia para nada, sin embargo, las encrucijadas del gobierno. Escapar de la mega devaluación por medio de una devaluación graduada, no ha restablecido la ´confianza´ en el gobierno, de acuerdo al FMI. “Argentina se encamina hacia la séptima devaluación en veinte años”, asegura el Financial Times, pero termina confesando que la crisis en desarrollo “no tiene respuestas fáciles”. La inversión ha caído a profundidades inalcanzables a pesar de que la fuerza de trabajo se ha hundido un 30% en dos años y el salario mínimo ni asoma a los cien dólares. Los llamados ´desequilibrios macroeconómicos´ impiden a las patronales a aprovechar este abaratamiento sin precedentes de esa fuerza de trabajo, que además cuenta con cuatro millones de desocupados. Ese ´desequilibrio´ consiste en un déficit fiscal enorme, una deuda pública que ha crecido en la pandemia (mientras se negociaba con los acreedores), una deuda privada de u$s100 mil millones (en default parcial) tasas de interés usurarias, un Banco Central con patrimonio negativo. El gobierno ya ha fijado un piso a la devaluación, casi 140 pesos/dólar-turismo. Lo ha avalado al disponer la venta de títulos en poder de Anses y del BCRA en el mercado de divisas de la Bolsa.
El Financial Times insinúa que a los Fernández les queda una bala de plata – la posibilidad de un préstamo de u$s3 mil millones del Banco de Basilea. La Nación Rural asegura que el gobierno habría conseguido otros tres mil millones de parte de las cerealeras, como ´premio´ por haber establecido una retención a las exportaciones de tres a siete puntos menor que a la materia prima – la soja. En Clarín Económico se cita la posibilidad de activar un canje de divisas con China por, al menos en parte, u$s14 mil millones. Estas ´promesas´ vienen con un dardo envenenado – la recreación de la ´confianza´. No evita bajar retenciones a la exportación, devaluar y aumentar las tasas de interés locales para repetir la receta macrista del ´carry trade´. Se llama así al ingreso de capital extranjero que especula con la diferencia de tasas de interés entre el exterior, casi en cero, y las que rijan en Argentina. La devaluación tendría efectos contradictorios, pero aumentaría, en pesos, la deuda pública dolarizada y la deuda del Banco Central en el mercado de futuros, que supera los u$s6 mil millones. El efecto más catastrófico sería en precios y tarifas de servicios. La negociación de deuda del Banco Hipotecario, grupo Elsztain (que ha quebrado a media burguesía en Israel) es un indicio de nuevos defaults. Lo mismo ocurre con Vicentin, la otra pata de Macri, que ahora debe enfrentar el pedido de quiebra de bancos extranjeros, nacionales y asociaciones de productores, mientras transfiere sus patrimonios al grupo internacional Glencore. La ´nacionalización´ prometida por los Fernández, apunta a convertirse en una extranjerización escandalosa.
La ´confianza´ que exigen el FMI y los grandes capitales se refiere al seguro político de un plan económico que arranque con un piso de devaluación. Es decir, un nuevo gabinete y un ministro de Economía con plenos poderes. Es lo que negocian los Fernández, los dos, de un lado, y los ´buenos´ de JxC, del otro. Faena difícil, en primer lugar, porque en julio próximo son las PASO y en octubre las generales. El tuit de Lavagna podría interpretarse como una oferta de ´sacrificio´ del ex funcionario, que ya tiene en el gobierno a varios de su propia coalición. Lavagna gobernó para Alfonsín; cumplió servicios en el exterior para Menem; y fue ministro de Duhalde y de Kirchner. Un CV ´impecable´.
Los trabajadores y las masas empobrecidas no van a ganar nada con este enroque, ni siquiera hace más promisoria una reactivación. Habría un Consejo Económico y Social, para que la burocracia sindical obtenga un punto de apoyo para su labor de carnera en el Estado. Otro paso sería poner a AF y CFK en la jefatura y vice jefatura del PJ. Este cruce de contradicciones tendrá su escenario el próximo 17 de octubre, que los Fernández van a digitalizar porque la ´polarización´ y la ´radicalización´ perjudica su diseño de convergencia política. Manifestarán los Moyano, acechados por la Justicia, y algunas organizaciones sociales dirigidas por funcionarios públicos, para marcar terreno.
Este entrecruzamiento de tendencias se manifestará en la Corte - donde Macri y Clarín tienen al presidente Rosenkrantz. Mientras Macri observa su destino judicial desde el llano, CFK saldría beneficiada de una convergencia política. Quienes la caracterizaron como el escorpión de la fábula, sufrirán una desilusión. La prueba de fuego de estos manejos políticos son las masas – los trabajadores que quieren recuperar el salario, las paritarias, el sostenimiento de los trabajadores sin empleo, las víctimas de la pandemia y de la cuarentena manejada en términos capitalistas. Un gran campo de construcción socialista sobre la base de la lucha por las reivindicaciones elementales.
Jorge Altamira
13/10/2020
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