Fue aplastante la derrota de la derecha golpista en las elecciones de Bolivia. Las grandes masas de trabajadores y campesinos le han dado el triunfo a Luis Arce (MAS) por 53% contra el 31% de Carlos Mesa (CC). Hasta último momento, el gobierno golpista intentó impedir esta irrupción electoral, manipulando la elección. El sábado, horas antes de que se iniciara el comicio, se prohibió sacar fotos de los resultados electorales en cada mesa y se levantó el preconteo rápido que se hace en cada elección. Y militarizó las calles. El trabajo “concienzudo” del Tribunal Electoral tenía a las 4 de la madrugada contabilizadas solo el 10% de las urnas y daban… el triunfo a Mesa. Pero la avalancha antigolpista fue apabulladora y el gobierno tuvo que reconocer –informalmente- que a pesar de que no están los datos oficiales había triunfado la lista del MAS.
Llamamos a estar alertas y a ganar las calles decretando la huelga general en Bolivia ante cualquier intento de negar este resultado electoral.
Esto es continuidad de la gran huelga general de agosto último, con sus 12 días de cortes de ruta. Recordemos que Evo Morales la levantó cuando estaba dada la oportunidad de desmantelar de forma decisiva todo el andamiaje reaccionario, racista, represivo y antiobrero que montó el golpe.
Ahora, rápidamente, todo el gorilaje derechista y fascistoide se vistió con la camiseta de la democracia. ¡Hasta Áñez saludó el triunfo de Arce y le deseó suerte para que lleve adelante un régimen democrático!
En sus primeras declaraciones, Arce planteó que en el marco de la democracia va a buscar un gobierno de reconciliación y unidad nacional. Esto constituye una señal dirigida a Washington, al capital internacional y a la derecha de su disposición a llevar adelante una política de garantías y compromiso en medio de un escenario convulsivo atravesado por un lado, por tendencias a una rebelión popular y por el otro por el avance de la militarización y el reforzamiento de un régimen represivo.
El saludo cínico de los represores y explotadores a Arce está sustentado en que este ha declarado que no dejará de pagar la deuda externa, que se limitará, como lo ha hecho Alberto Fernández en la Argentina, a reclamar que se posterguen los pagos. Ha dicho que negociará esto con el FMI. Pero la experiencia de Argentina indica que el FMI es el de siempre, el representante del capital financiero. Y en la Argentina se está aplicando un plan de ajuste contra los trabajadores (disminuyendo los ingresos de los jubilados, desalojando a los vecinos que ocuparon tierras para darle un techo a sus familias, etc.).
La necesidad de un planteo político independiente
Es fundamental que el movimiento obrero y campesino adopte una posición política independiente y tenga un funcionamiento autónomo de los gobiernos. Que no sea un títere de estos. Que tome en sus manos un programa de los trabajadores. Se plantea la necesidad de convocar a un congreso de bases de la COB a nivel nacional y en todos los departamentos, donde se vote una política propia de la clase obrera. Por la alianza obrera y campesina: por un gobierno de los trabajadores.
Es necesario impulsar un programa con medidas concretas que afecten decisivamente los intereses de los monopolios y el capital financiero.
En primer lugar, hay que frenar las dramáticas consecuencias de la pandemia. Para ello hay que nacionalizar el sistema de salud y ponerlo bajo gestión directa de los profesionales y trabajadores de la salud. Incrementar el salario del personal sanitario, contratar más y pasarlo a planta permanente.
Es necesario frenar la ola de despidos y suspensiones que se está descargando sobre los trabajadores. Inmediata reincorporación de los trabajadores despedidos de Vita y de todos los cesanteados. Ocupación de las empresas que despidan o suspendan masivamente y puesta en marcha de las mismas bajo gestión de los trabajadores.
Subsidio mensual mientras dure la emergencia de la pandemia para todo desocupado.
Antes de su derrota, Áñez tomó un préstamo del FMI. Sin ningún tipo de autorización, ni siquiera del parlamento. No hay que pagarlo. No hay que pagar la deuda externa.
Cárcel, juicio y castigo a los mandos militares y policiales que produjeron las masacres contra el pueblo (Senkata, etc.). Disolución de las fuerzas represivas. Libertad a todos los compañeros detenidos y anulación de los procesos por resistir la opresión golpista. Plenas libertades democráticas para el pueblo trabajador.
Todas estas medidas, los trabajadores y el pueblo explotado deben tomarlas en sus manos, imponerlas por la acción directa.
El aplastamiento electoral de los golpistas bolivianos se suma el mismo día en que millares de jóvenes ocuparon las calles en Chile –en el aniversario del inicio del alzamiento popular contra Piñera- a la ola de rebeliones que se desarrolla en Latinoamérica. Y también en los Estados Unidos contra Trump. Él –junto a Bolsonaro, Macri y la derecha latinoamericana- fue el que instigó la realización del golpe en noviembre pasado. Es un fuerte golpe a estos gobiernos capitalistas represores y un aliciente para las masas de nuestro continente.
Arce fue el ministro de Economía de Evo Morales y en calidad de tal estableció los acuerdos con las petroleras, las mineras, la oligarquía terrateniente y el capital financiero que mantiene a Bolivia como el país más pobre de América Latina. Los trabajadores conscientes y la izquierda que se reclama revolucionaria tienen la oportunidad histórica de construir un partido obrero independiente, socialista y revolucionario, fundamental en esta nueva etapa de la lucha de clases que se va a agudizar más que nunca en Bolivia.
Es necesario convocar a una Conferencia Latinoamericana de la Izquierda para darle un norte obrero y socialista a la justa rebelión de nuestros pueblos: por la unidad socialista de América Latina.
Rafael Santos
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