El peronismo nunca hubiera tenido grandes características populares si no hubiera albergado luchadores. Pero quienes hicieron carrera fueron los arribistas; bajo el menemismo obtuvo una transfusión de sangre del gorilismo – los Alsogaray, los Scioli, los Boudou, los Massa. Construyó un aparato y se reconstruyó, en las sucesivas crisis de Argentina, desde el aparato y como aparato. Los K llegaron a la Presidencia a través de todos los escalones del poder – unidad básica, municipio, reelecciones, gobernación y más reelecciones. Fue la caja de resonancia y el receptáculo de las crisis y derrumbes del ´maldito país burgués´. Ni bajo la dictadura genocida se cuestionó a la burocracia sindical. La ilusión de que podía ser transformado, “desde adentro”, en una “fuerza revolucionaria”, llevó a muchos a emprender el intento, y dejar de paso la impresión de que no tiene un carácter de clase definido, sino que es el campo de disputa entre diferentes clases. En este momento, todas las figuras que reclaman para sí una condición de progresistas en el FdT, son las más empeñadas en justificar los ´arreglos´ con el capital internacional, y en calificar a la izquierda de “anacrónica”. Es el mote que han aplicado toda la vida los personajes que se han acomodado a sus rivales.
El sábado pasado no se vieron patas ni fuentes. Las caravanas de autos trazaron la coincidencia entre ´banderantes´, de un lado, y nacionales y populares, del otro. Había que evitar, por cierto, los contagios, pero quienes más peligros corren de contagiarse no tienen autos. No había gente subida a los tranvías, pero no solamente porque estos han desaparecido, al menos en Argentina. No estaban las multitudes que no tienen otro medio que el transporte público. La pandemia no habría detenido a un pueblo que ve sus derechos o su gobierno amenazado, como lo prueban Chile, Bolivia, Estados Unidos, Bielorrusia, Nigeria, Colombia. El último 17, ningún sin techo se movió de Guernica, ni los civiles y policías que los vigilan.
Hay que decir con incuestionable claridad que los caravaneros frentetodistas se movilizaron de acuerdo a consignas políticas precisas, que nunca pusieron en cuestión. No atacar políticamente a nadie, porque los Fernández quieren transitar “la ancha avenida del medio”. Es así que denunciaron los ´banderazos´ por sabotear la salud, no por su apoyo a la desestabilización financiera y su motivación golpista. Se exhiben como los portavoces del amor frente al odio, en una escandalosa despolitización de la crisis. En el 45 se denunciaba a Braden; ahora a quienes no quieren seguir las sesiones por internet o no votar el presupuesto, armado en función de un acuerdo con el FMI. Cipriano Reyes se vio sustituido por burócratas patronales elegantes, a los que se imputa incluso de conspirar contra la Vicepresidenta. Al lado de las caravanas de autos se movía un aparato de camiones y actos diseminados del aparato sindical.
Juan Carlos Torre, un sociólogo que ha estudiado el movimiento sindical y en particular el del 45, escribió en Clarín acerca del “Ocaso del 17 de Octubre”. Aunque Perón apostrofó que “la organización vence al tiempo” (olvidó que se oxida más que los metales), para Torre los octubres están agotados porque no existe margen para una “redistribución de ingresos” – una forma también de decir que el peronismo está vendiendo buzones. Pero si la pauperización que señala Torre no tiene señales de salida, los 17 de Octubre se repetirán pero bajo formas realmente revolucionarias. Eso es lo que indicaron, precisamente, el cordobazo, el santiagueñazo y el argentinazo – en este último caso la crisis capitalista también se llevó puesta a la clase media banderera. Una forma subversiva de defender la propiedad – los depósitos en los bancos.
El 17 de octubre del 45 tiene garantizado un lugar en las controversias históricas – el del otro día será un recuerdo en pocos días. El derrumbe conjunto de las fuerzas políticas en presencia, arrastradas por la crisis financiera y la gestión ruinosa de la pandemia por parte del capitalismo, anuncia rebeliones populares y la necesidad de una dirección obrera y socialista.
Jorge Altamira
19/10/2020
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