miércoles, 12 de agosto de 2020
Los “éxitos” del gobierno nos asoman al abismo
Preparemos con todo la intervención de la clase obrera en la crisis
El gobierno se jactó hasta lo indecoroso de “priorizar la salud a la economía” y ahora de “priorizar la vida a la libertad”. Todas frases conmovedoras pero al cabo de casi cinco meses de cuarentena más o menos trucha, Argentina escaló al sexto puesto en el mundo en contagios diarios y al octavo en muertes diarias que ya superan los siete mil en el primer caso y las 200 en el de los fallecimientos.
Por este camino hemos llegado a la “doble Nelson” de asomarnos al colapso sanitario y económico al mismo tiempo. Lo cual es válido para todo el régimen político de oficialistas y opositores porque en la Jujuy de Gerardo Morales ha colapsado el sistema de salud pública de tal suerte que el gobernador suplica a la salud privada por la atención a pacientes de coronavirus sin cama. No están mejor los principales 20 hospitales de la provincia de Buenos Aires de Kicillof, donde la Cicop denuncia una ocupación de UTI de entre el 85 y el 100%.
En el Amba y particularmente en el conurbano, principal centro industrial del país, la cuestión de los contagios fabriles y en los lugares de trabajo se hace crítica. Los contagios se cuentan por decenas y hasta centenares en la industria donde los procesos de producción, de turnos, comedores, vestuarios y transporte requieren una drástica reorganización, contraria al rumbo flexibilizador y de baja de costos laborales que domina la política patronal. Supermercados, centros de salud e industrias que no pueden teletrabajar se transforman en bombas epidemiológicas en manos patronales dictadas por la acumulación capitalista y no por el objetivo de la vida y la salud. Los contagios ferroviarios han llegado a paralizar el Sarmiento donde viajan centenares de miles o los 15.000 contagiados en la salud, son botones de muestra de la magnitud de la escalada del virus.
La política planteada por el Partido Obrero frente a la pandemia desde su hora cero se va haciendo de dramática vigencia. Los protocolos bajo control obrero y del personal de cada lugar de trabajo son vitales, desde la autodefensa obrera ante la enfermedad y desde la lucha por el sistema de salud se plantea la defensa universal de la salud de la sociedad toda; sea mandatando a los cuerpos de delegados mediante asambleas, sea destituyendo a los delegados burocráticos que no lleven adelante las necesidades de los trabajadores, sea eligiendo comités o comisiones donde no hay organización sindical, en las tercerizadas y los extendidos centros de trabajo precarizados o en negro. Siguiendo la ruta del clasismo en el Sutna, en gráficos, en el Inti, en los centros de salud que se organizan o en los supermercados donde despunta un proceso rebelde contra la burocracia mercantil.
Junto a esta política directa de organización de los trabajadores tenemos que agitar fuertemente la cuestión de la centralización del sistema de salud, uniendo a la salud privada, la de obras sociales y del sistema público en un único sistema bajo control de los trabajadores de la salud y al servicio de la batalla que ya cobró cinco mil vidas de argentinos, y sigue escalando. Con los recursos necesarios para los test masivos que plantea el encuarentenamiento de los contactos estrechos en lugares de trabajo y barrios, lo cual plantea las medidas económicas que hagan falta, contrarias todas al rumbo elegido por el gobierno de poner al país en la ruta de los acreedores internacionales.
Las reservas del Banco Central en estrés máximo
La promesa de que una vez logrado el rescate de los bonistas –que se llevaron casi todo lo que pedían- se lograría superar la falta de dólares, tener financiamiento internacional, despejar incertidumbres y hacer despegar la economía ya empezó con el pie izquierdo, cuando menos. Las reservas netas del Banco Central están por debajo de los u$s 9.000 millones. Esto deducidos el swap chino y los encajes de los depósitos en dólares que tienen uso específico y no sirven ni al pago de deuda ni al comercio que no sea con otra nación distinta a China que es el primer socio comercial, pero que no supera el 20% del comercio exterior.
¿Qué está pasando? Es que a pesar de que el comercio exterior es superavitario por las peores razones –la aguda recesión ha hecho caer drásticamente las importaciones de insumos-, el Central está vendiendo centenares de millones de dólares mensuales como consecuencia de la brecha cambiaria que no bajó del 70% con el paralelo y los restantes dólares fuga. Incluso después del acuerdo tan celebrado por toda la clase capitalista, que aplaude al gobierno pero se la lleva afuera del sistema en pala sin escrúpulos ni “patriotismo” alguno: la sobrefacturación de importaciones y la subfacturación de exportaciones marchan con fritas.
En estas condiciones varios han propuesto tolerancia cero a los pequeños ahorristas que compran los 200 dólares permitidos para atesorar o para hacer el “puré”, vendiéndolos en las cuevas para ir luego al supermercado. Y llegamos al extremo que varios bancos no dan turno para retirar efectivo –solo se puede por cajeros- para evitar la fuga al dólar.
Por otro lado, lo que viene es la reproducción del arreglo leonino con los bonistas de jurisdicción extranjera con los de tribunales locales y por sobre todo la negociación con el FMI que se prevé durísima, y extendida. Vendrán con su agenda a full: equilibrio fiscal y contracción monetaria o sea tarifazos e impuestazos, reforma laboral y previsional.
Apuntemos que en estos días otro “éxito” agrava vertiginosamente la hipoteca argentina. Han suscripto entre el 29 de julio y el 11 de agosto, en doce días, $220 mil millones de deuda en pesos que supera en 40 mil millones lo necesario para los vencimientos. Así financian parte del enorme déficit fiscal, pero he aquí, con bonos CER que remuneran interés por arriba de la inflación, o sea que vamos a más endeudamiento de un país quebrado que intenta salir del default.
Vicentin, Latam e YPF
La derogación presidencial de su propio decreto de intervención a Vicentin SAIC y el descarte del proyecto de expropiación no solo mostraron que el gobierno carece de la homogeneidad interna y los recursos políticos para aplicar una política de arbitraje estatal ante la crisis capitalista; también se hundió el “plan Perotti” con participación del Estado provincial y el capital agrario acreedor. Pero los trabajadores del grupo y de todo el país tenemos que advertir los términos del recule presidencial. Alberto Fernández dijo en tono de revancha “el Estado accionará para cobrar las deudas”. En realidad al incluir a las empresas en convocatoria de acreedores en la moratoria se las perdona, pero no hay caja para el rescate a los vaciadores y quebrados del conjunto de la clase capitalista. O sea que abandonan las quiebras a su suerte. Esto pone en la picota miles de puestos de trabajo, directos e indirectos, mientras los vaciadores continúan con sus maniobras de preservación de sus fortunas y empresas que han sacado de la fabulosa bancarrota.
La línea adoptada no es ajena a la entrega colonial de la deuda. La estrechez de caja abrirá choques intercapitalistas por los subsidios al capital. El gobierno de arbitraje que planteó el peronismo se va al tacho por el rumbo del FMI. En la misma línea se está actuando frente al despido masivo de 1.700 compañeros de Latam. ¿Qué pasará con Molinos Cañuelas y los 300 concursos preventivos y otros tantos centenares de Preventivos de Crisis postergados? Esta es la cuestión. Se apuesta a una liquidación de capitales con su secuela de despidos que solo en el primer trimestre de la pandemia fueron 300 mil y que el primer semestre del año suman medio millón.
Por su lado YPF SA, la principal empresa argentina y de mayoría estatal, ha anunciado un plan para afrontar su bancarrota: revisión de 11.000 contratos, baja de salarios, retiros voluntarios y aumento de la productividad aumentando la flexibilización del convenio que ya cobró varias muertes en su versión actual. El plan fue anunciado por Nielsen y por Affronti, el hombre del sindicalismo petrolero en el directorio de la compañía, por supuesto con el apoyo de Guillermo Pereyra. A esto hay que sumar los aumentos de combustibles que castigarán a toda la población.
Como se aprecia, la entrega de la burocracia sindical está en marcha y no tiene límites. Los ’90 quedarán empequeñecidos de acuerdo al período abierto. La cuestión de la ocupación de las fábricas que cierran tiene que estar en el centro de la agitación del clasismo, para marcar un rumbo desde el activismo clasista. Impulsamos asambleas que resuelvan de inmediato la defensa de los puestos de trabajo y el salario en esas empresas y en todo el movimiento obrero afectado.
La cuestión del endeudamiento argentino no se agota en la nación y las provincias, la quiebra capitalista plantea la intervención de la clase obrera en todos los terrenos.
La reforma Laboral de Lavagna, el plan asistencial del Papa y las paritarias a la baja
Cuando el Presidente agradeció a Cristina y Lavagna haberlo empujado a la concesión final ante los bonistas, no eligió a cualquiera. Lavagna no anduvo con vueltas para ponerse en línea con la agenda capitalista y del FMI. Lanzó una propuesta de reforma laboral directa y masiva. Que se preserven los “derechos adquiridos” de quienes gozan de los raídos convenios laborales y de la golpeada ley de contrato de trabajo, que son el 49,5% de la fuerza activa. A la otra mitad, se le debe ofrecer si consigue un empleo en blanco, una legislación como la de la Uocra, que elimina la indemnización y la reemplaza por una libreta de ahorro que el trabajador cobra al ser despedido, donde se aporta todos los meses un porcentaje. Eso, desde luego, vendría acompañado de convenios especiales para los nuevos trabajadores que provengan de la desocupación, del empleo en negro o del monotributo trucho. Esos convenios, como ya ocurre en el pescado de Mar del Plata y otros sectores, reproducen toda la falta de derechos de los trabajadores en negro. A eso le llaman la “modernización” del siglo XXI en las relaciones laborales. Lo mismo que el teletrabajo, una apuesta para la destrucción de los convenios que ya está operando en la cuarentena.
La CGT de los gordos está directamente en esa línea, lo demostró al respaldar al dirigente del sindicato de empresa de Mercado Libre Daniel Vila, autor de un convenio negrero en la actividad. Pero Gerardo Martínez, el capomafia de la Uocra, junto a Pablo Moyano y Luis Grabois anunciaron un plan complementario de la masacre social anunciada de inspiración papal: un fondo fiduciario para que 4 millones de desocupados cobren $10.000 por una contraprestación de 60 horas mensuales en tareas comunitarias y otras. Se trata de un anuncio clásico de esos que a veces no ven la luz, como el Ingreso Universal que acaba de ser desechado. Es miseria, es precarización, es puro asistencialismo previendo lo que no piensan evitar, los despidos masivos. Pero ya han dicho que un 35% se financiaría con el dinero de la tarjeta alimentaria de la que comen millones de personas con hambre, en comedores y fuera de ellos. Una bomba capaz de hacer estallar una revuelta en la extendida geografía de la pobreza y la indigencia argentina. Se habla también de usar el impuesto a las ganancias de los propios trabajadores con ese fin, en vez de luchar por su anulación, una entrega de la aspiración de los propios camioneros que representa Moyano.
La CGT y la UIA han renovado las rebajas salariales por suspensión hasta fin de setiembre. Pero otros jugadores han entrado a la cancha también. Palazzo y Moyano firmaron paritarias por un año del 25 y 30% respectivamente, apuntando a “desindexar” la economía desde los salarios, cuando el costo de vida no bajaría del 45/50% si no hay desmadre cambiario e inflacionario. La lucha por paritarias libres, cortas, con ajuste por inflación, se incorpora al pliego que deberían levantar todos los sindicatos, como levanta el Sutna y el resto del sindicalismo combativo.
Organicemos la intervención de la clase obrera
El rumbo fondomonetarista del gobierno pareciera ignorar que la corriente va en contra del flujo de capitales especulativos hacia los emergentes, por eso el oro alcanzó un precio récord en su historia. El capital de los bonistas ante los que se arrodilló el poder político de nuestro país, del gobierno y la oposición macrista se va de los bonos norteamericanos, que están subiendo su tasa para evitar la fuga al oro. Difícilmente venga a poner los dólares que no tiene Argentina, a la cabeza de los quebrados como Ecuador o el Líbano.
Sabedores de esta realidad, tipos como Carlos Pagni han concluido que el centro del financiamiento para un Estado exhausto, con una clase capitalista que reclama subsidios, que impuso una moratoria sideral para los evasores, será una vez más, pero esta vez en mucho más en profundidad, el sistema jubilatorio. La Bicameral del tema debate a toda marcha cómo implementar la reforma previsional que exigen el FMI y los acreedores. Pero el gobierno no espera. La movilidad de setiembre volverá a ser por decreto para convalidar y profundizar la caída del poder adquisitivo. Y además se acaba de resolver que las patronales podrán descontar aportes patronales de la liquidación de IVA, lo cual impresiona por su perfidia. El propio jubilado y los demás trabajadores pagan el IVA al comprar, luego la patronal lo descuenta del aporte patronal desfinanciando a la Anses, o sea, el jubilado lo vuelve pagar, esta vez de su patrimonio y el de todos los trabajadores que son los fondos previsionales.
Esto nos plantea organizar la reacción de conjunto, trabajar para ella. El camino es intervenir en cada lucha hoy, criminalmente aisladas por la burocracia sindical, para ir cobrando la autoridad ante los trabajadores y que estos vayan ganando el músculo y la articulación que lleve a una intervención de ocupados y desocupados superando las burocracias sindicales, desde el peronismo a la centroizquierda y la izquierda estalino-maoísta enfeudadas con el gobierno fondomonetarista.
En ese camino, al programa descrito hay que sumar la exigencia de ruptura con el gobierno a todas las centrales, para confrontarlas con las aspiraciones obreras. Exigir e impulsar desde abajo un congreso de todo el movimiento obrero, ocupado y desocupado, con delegados electos desde las bases, que adopte las reivindicaciones y el programa para que la crisis la paguen los capitalistas y elabore un plan de lucha que lo lleve adelante. Con estas propuestas participó el activismo de la Coordinadora Sindical Clasista en el importante Plenario del Sindicalismo Combativo del 12 de agosto. Llevar a las organizaciones de masas una iniciativa de lucha para poner en pie a los trabajadores. Por su lado las iniciativas del Frente de Izquierda tienen que aportar una acción que desarrolle un programa de salida de los trabajadores construyendo su propia alternativa política.
Néstor Pitrola
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