viernes, 28 de agosto de 2020
El aumento del Impuesto a las Ganancias… sobre los salarios
Una reforma tributaria fondomonetarista.
El gobierno de Alberto Fernández estaría finiquitando un nuevo aumento en el Impuesto a las Ganancias. Con el pretexto de gravar «a los que más tienen», se prepara un agravamiento del zarpazo sobre los trabajadores. El repago de la deuda recae sobre las espaldas del pueblo trabajador.
El 15 de septiembre el gobierno debe presentar en el Congreso el proyecto de Presupuesto 2021, y para eso se aceleran las conversaciones vía Zoom con los funcionarios del FMI. En el organismo exigen, para habilitar un nuevo programa, garantías sobre una reducción del brutal déficit fiscal, que este año equivaldría al 10% del PBI. Como al mismo tiempo los capitalistas reclaman mayores beneficios, se va a agravar el peso de un sistema impositivo regresivo sobre los ingresos de los trabajadores.
En este cuadro circularon versiones sobre un aumento en el Impuesto a las Ganancias. El número del que se habla es llevar la alícuota a las escala más alta de las personas físicas del 35 al 41%. Para el caso de las empresas, en cambio, el gravamen pasaría del 30 al 35%, pero eso compensaría el recargo del 7% que se cobra sobre los dividendos, es decir que los rendimientos de los negocios de los capitalistas se mantendrían indemnes. Esta suba en la escala más alta será la señal para ajustar hacia arriba todos los segmentos, en especial el universo de asalariados que son afectados por este impuesto «a las Ganancias».
De hecho, hasta los medios que se hicieron eco de declaraciones de funcionarios que descartaron subir a 41% la alícuota del impuesto, destacaron que lo que se busca es ampliar la cantidad de contribuyentes (El Cronista, 28/8). Esto cuando hoy en día alcanza a trabajadores solteros cuyo salario neto mensual supere los $ 55.261, mientras que para casados con dos hijos se eleva a $ 73.104, un monto apenas por encima del costo de la canasta familiar. Vale recordar que fue durante los gobiernos de los Kirchner que se generalizó el gravamen sobre los salarios, a fuerza de mantener el mínimo no imponible en medio de una aceleración de la inflación.
En base a esto, Ganancias explica el 22% de la recaudación tributaria del Estado nacional, pero es solo una muestra de lo regresivo del esquema impositivo. IVA, es decir el impuesto al consumo que grava en primer lugar a las familias trabajadoras, promedia el 30% del total de la recaudación. No existe la menor intención de revertir esto. La reforma tributaria será dictada por el Fondo Monetario, y profundizará la confiscación del pueblo trabajador, que gasta la mitad de sus ingresos en pagar impuestos. Una prueba es que finalmente se mantuvo en 21% el gravamen al consumo de leche en la ley de ampliación del Presupuesto.
No sucede igual con los capitalistas, que son quienes ponen el grito en el cielo por el «aumento de la presión tributaria». De hecho, después de tanto alborto por el Impuesto a la Renta Financiera, finalmente quedaron exentos, en la presentación de las declaraciones juradas, todos los beneficios por intereses en pesos (sean plazos fijos, cajas de ahorro y otras colocaciones), y solo se alcanza a los rendimientos de depósitos bancarios a plazo en moneda extranjera o con cláusula de ajuste por el tipo de cambio. Más todavía, hay quienes afirmas que las reforma impositiva podría incluir un aumento en Ganancias a cambio de eliminar «lo poco que queda del impuesto a la renta financiera y eventualmente Bienes Personales y al cheque» (Infobae, 28/8).
En efecto, todavía resta ver algunas señales del «plan económico». Alberto Fernández declaró que una vez sellada la renegociación de la deuda lo que queda es bregar por «exportar todo lo que se pueda», y en ese contexto dio un aval político inequívoco al planteo que le presentó el Consejo Agroindustrial, que pretende gozar de una rebaja en las retenciones y en particular un régimen de amortización acelerada para eximirse de Ganancias. Como adelanto, el gobierno concedería al capital agrario la posibilidad de descontar de ese impuesto el 150% del costo de las semillas (Ámbito Financiero, 27/8) -una medida que apunta además a promover la utilización de las semillas fiscalizadas de los Bayer-Monsato y Sygenta, que vuelven a los productores dependientes de todo su paquete tecnológico.
Por otro lado, hay que sumar a todo esto la moratoria impositiva, que condonará las deudas de los empresarios que se quedaron con la plata de terceros (por IVA y cargas sociales), y a su vez se estaría afinando una reducción de los aportes patronales al sistema previsional, luego de meses de haber eximido a las empresas mientras duró la cuarentena. Es decir que, en última instancia, si llegan a tener que desembolsar más vía impuestos, los capitalistas se cobrarán la factura desfinanciando a la Anses. Esto cuando según cifras oficiales se perdieron ya 1.240.000 puestos de trabajo, lo que implica a su vez menores aportes. Como se ve, la reforma tributaria fondomonetarista se complementa con las reformas jubilatoria y laboral. Este es el programa que se discute con el organismo multilateral.
En todo este cuadro, finalmente el bloque de diputados del Frente de Todos presentaría su proyecto de ley de impuesto a la riqueza, que tenía cajoneado desde abril. Este ya limitado proyecto de “aporte solidario extraordinario”, cuya aprobación es improbable, recién ahora iniciaría su tratamiento parlamentario, de manera que entrará en la negociación más general con la oposición en torno al Presupuesto 2021. En conclusión, la posibilidad de que sea sancionado estará condicionada a concesiones en otro terreno. A fin de cuentas, todo es una puesta en escena para la tribuna.
No se trata de otra cosa, como dijimos, que de garantizar el repago de la deuda. Esto cuando las reservas internacionales del Banco Central siguen cayendo en picada. Solo durante agosto, se vendieron 1.000 millones de dólares para contener la escalada de los tipos de cambio paralelos. Son los trabajadores los que cargarán con la factura de los vencimientos pactados con los bonistas y el FMI, porque de hecho son quienes cargan con la recaudación impositiva del Estado, mientras los capitalistas gozan de todo tipo de exenciones.
Iván Hirsch
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