sábado, 8 de agosto de 2020

Respuesta al arzobispo Víctor Fernández sobre los abusos del cura Sidders



El arzobispo Víctor "Tucho" Fernández junto al cura abusador Eduardo Lorenzo.

Una carta para encubrir al victimario y amedrentar a las víctimas.

El arzobispo de La Plata, Víctor Manuel “Tucho” Fernández, emitió un comunicado a raíz de la repercusión que tuvo una nota del periódico Prensa Obrera en la que se denuncia por abusos y violencia al sacerdote Raúl Sidders, cura castrense de Gendarmería, a cargo de tareas con niños y adolescentes en el colegio San Vicente de Paul, y ahora también en contacto con niños en la provincia de Misiones a donde fue trasladado.
En su escueto texto, el arzobispo designado por el Papa Francisco reproduce el mismo proceder que tuvo a la hora de encubrir a Eduardo Lorenzo, otro cura castrense denunciado por decenas de abusos temerarios contra infinidad de niños y jóvenes durante 30 años. Realizamos esta respuesta integral al texto no solo porque asegura que la publicación de Prensa Obrera es “falsa”, sino fundamentalmente porque la rápida contestación de la cúpula clerical está dirigida a desanimar y a silenciar a las víctimas.
El texto emitido por Fernández comienza encuadrando la corresponsalía del artículo en cuestión como un “anonimato”, evitando nombrar al medio que la publica -que tiene una extensa existencia en la historia de nuestro país- para luego sostener sin argumentos que todos los denunciantes mienten y que lo primero que hay que preservar es la integridad del denunciado, quien en este caso es un hombre poderoso ligado a la Gendarmería y a los más alto de la curia local.
“Ante una nota anónima aparecida en un portal de Internet con fecha 31 de julio de 2020, que luego fue difundida por las redes sociales, les enviamos esta aclaración para traer tranquilidad a quienes prestan atención a esas vías de información. Pero ante todo, debido a la multiplicación de noticias falsas o confusas, recordamos que todos tienen derecho a la buena fama que no debería ser lesionada ilegítimamente. Siempre se presupone su inocencia hasta que se demuestre lo contrario”.
Prensa Obrera se edita en la Argentina desde hace 47 años. La nota fue firmada por un corresponsal de dicho periódico de la ciudad de La Plata, un recurso lícito que usan los medios de comunicación. No existe ningún anonimato en este caso. Hay un medio y una organización que edita dicho medio que respalda los dichos de las víctimas del accionar abusivo de parte de una institución que posee un estatus jurídico equivalente al del propio Estado, y que cuenta con “hombres” propios en todos los estamentos institucionales. La asimetría entre las víctimas y los victimarios salta a la vista de cualquiera que quiera verla.
La publicación abrió paso a otras denuncias contundentes contra el cura Sidders. Como se puede observar, sin siquiera argumentar, el arzobispo afirma sin dudar que las denuncias son falsas. Es un mecanismo corporativo recurrente en todo el planeta sobre cómo actúa la curia ante este tipo de denuncias.
La carta de la autoridad clerical sigue: “No obstante, el Tribunal eclesiástico de la Arquidiócesis realizó una ronda de consultas y nos autorizó a comentarles informalmente que se consultó a ex alumnos, docentes, familias, preceptores y otras personas que podían brindar información por conocimiento directo. La información objetiva recogida permite afirmar que la nota periodística anónima mezcló narraciones referidas a distintas personas y a diversos momentos históricos, interpretó todo a su manera y en esa confusión atribuyó todo indistintamente al padre Sidders. Las diferencias que se puedan tener con respecto al estilo, modo de pensar o de expresarse de un sacerdote no justifican acusarlo injustamente de cualquier acción”.
El “Tribunal eclesiástico” al que refiere es un grupo de personas designadas a dedo que, sin ningún tipo de idoneidad probada ni mecanismo de selección democrático, actúa al servicio de la autoridad eclesial de turno. Por otra parte, dicho organismo es un resorte interno de la propia institución, que podrá poseer autoridad para quienes deciden forma parte de ella pero que no tiene por qué ser una referencia de autoridad para la comunidad. Por el contrario, tal como han denunciado desde la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos en Argentina y de todo el mundo, como otras organizaciones como Iglesia sin Abusos y denunciantes individuales, dicho tribunal ha sido sin excepciones un instituto de encubrimiento y revictimización. Recordemos aquí que hasta las víctimas convocadas a integrar una comisión de investigación en el Vaticano por el Papa Francisco, renunciaron a dicha comisión denunciando el encubrimiento de los casos.
El arzobispo Fernández recurre a adjetivaciones arbitrarias, como la que llama “objetiva” a la información que él supuestamente recogió, para afirmar que la información recogida por Prensa Obrera sobre las denuncias no sería “objetiva”. Son recursos literarios sin asidero en la realidad. En todos los casos las denuncias fueron siempre reales. Denunciar al clero es tan traumático y peligroso que no es algo que se haga falsamente. Las víctimas que Eduardo Lorenzo, por dar sólo un ejemplo, fueron objeto de amenazas, culpabilizaciones de parte del Arzobispo Fernández y de su antecesor Héctor Aguer.
Como las barbaridades que impartía Sidders en el colegio confesional eran más que públicas y el mismo tiene denuncias ante el Inadi, el arzobispo admite que algo pasa. A los comentarios misóginos, agresivos, al destrato a las niñas, a la persecución a homosexuales, a obligar a niños a eyacular en un frasco, el arzobispo Fernández lo llama “diferencias de estilo, modo de pensar y de expresiones”. En manos de estas autoridades está buena parte de la educación en Argentina ante el acompañamiento cómplice de los gobiernos de turno.
“La información seguirá siendo analizada, aun cuando se refiera a personas que hace varios años que ya no trabajan en el colegio, pero no conforma propiamente un cuadro de abuso”. Continúa el arzobispo. Seguirán analizando pero ellos ya han decidido que no refieren a Sidders y que no hubo abusos. No se trata de una acción express de una falsa comisión de investigación en el clero. La premura del arzobispo en afirmar que no hubo abusos es directamente proporcional a su función de encubrimiento. Sucede que en dicho colegio no es la primera vez que se encuentran abusadores, los anteriores ya no están en el colegio, y Fernández busca colocar un manto de confusión. Pero las y los denunciantes no tienen confusión alguna sobre quién es el protegido del arzobispo y de la Gendarmería: Raúl Sidders.
“La nota periodística anónima también sostiene falsamente que el padre Sidders fue trasladado a comienzos de año a Iguazú, dando a entender que esto estaba relacionado con la falsa acusación. Pero el padre Sidders viajó a Puerto Iguazú hace sólo un mes a pedido de Mons. Baisi, que acaba de asumir como nuevo Obispo de ese lugar y lo requirió como secretario”.
En este pasaje el arzobispo simplemente confirma el traslado de otro cura denunciado por abusos y violencia contra niños, una práctica recurrente. Las denuncias actuales estuvieron precedidas por comentarios, expresiones en redes y conocimiento de las autoridades clericales sobre los cuestionamientos hacia el cura en cuestión. Este texto también admite que el Papa Francisco designó a un nuevo obispo en Misiones, monseñor Baisi, del cual ya solo sabemos que no tendría “diferencias de estilo, modo de pensar y de expresiones” con Raúl Sidders y lo habría requerido para que oficie de secretario.
“Por último, el Colegio deja constancia que cumple estrictamente lo ordenado por el Arzobispo en sus normas de prevención de abusos. Por ello, las confesiones sólo se realizan en lugares visibles y nunca en lugares que no estén a la vista de cualquiera, y tampoco admite que los sacerdotes estén solos con menores en lugares no visibles, con lo cual no existe posibilidad alguna de que se produzcan hechos como los que insinúa confusamente la nota mencionada”.
Finalmente la nota del arzobispo recurre a un tema clave para el encubrimiento en curso. Por disposición del propio Fernández en el año 2018 este emitió una resolución que dispone: “absténganse, tanto clérigos, como docentes y dirigentes en relación con menores de edad o adultos vulnerables, de (…) escuchar confesiones o permanecer a solas en lugares no visibles”. Sin embargo dicha norma no se cumplía ni se cumple en uno de los principales colegios bajo su jurisdicción. El arzobispo no solo procede a emitir una comunicación repleta de recursos habituales del clero para encubrir a los suyos, sino que intenta ocultar que aquellas normas emitidas pretendidamente para atacar el alto grado de abusos al interior de la iglesia fueron convertidas en letra muerta por la propia curia, que no controla ni escucha las denuncias. En el caso de Sidders todos los denunciantes coinciden en que fueron obligados a emitir su “secreto de confesión” en soledad con el cura.
La presente nota de respuesta tiene por objetivo contestar las falsas acusaciones del arzobispo, defender con fuerza todas y cada una de las versiones de las víctimas que se animan a denunciar, defender la organización de las víctimas y ratificar que Prensa Obrera fue siempre y seguirá siendo un medio para que las voces de los oprimidos y agraviados por el poder del Estado y de sus Iglesias puedan expresarse.

Eduardo Salas, editor responsable de Prensa Obrera
Pía Garralda, abogada Apel

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