lunes, 2 de abril de 2018

Guerra de Malvinas: “Por Dios y por la Patria”



11 de Junio de 1982, Juan Pablo II junto a Leopoldo Galtieri en su primer visita en la argentina

Juan Pablo II viajó en junio de 1982 a mediar por la paz en el medio de una dictadura en decadencia que se enfrentaba a multitudinarias movilizaciones obreras y populares.

El 2 de abril de 1982 se inicia el desembarco de las fuerzas armadas argentinas en las islas, con el acuerdo del episcopado argentino, empresarios, políticos justicialistas, radicales y dirigentes gremiales. Tres días antes se produjo el punto más alto de la resistencia a la dictadura, el paro general con movilización convocado por la CGT el 30 de marzo de 1982 que fue brutalmente reprimido.
Según el Informe Rattenbach (1) , confeccionado por la propia Junta Militar para conocer los motivos de la derrota, el operativo se adelantó por lo menos 45 días como respuesta a la conflictividad social. El informe señalaba que la estrategia de los militares no consistía en la recuperación de las islas, sino en el establecimiento de una cabecera de playa, que sirviera como punto de apoyo para forzar una negociación con Gran Bretaña y así fortalecer a la dictadura, muy debilitada por la crisis económica y la movilización obrera y popular. La recuperación de Malvinas sería la última carta que pondrá en juego la dictadura para sobrevivir.

Iglesia y dictadura

La matriz ideológica que compartían la Iglesia y las Fuerzas Armadas viene de larga data y fue una de las bases para que la cúpula eclesiástica apoyara el golpe militar del 24 de marzo de 1976. Esta relación se sostenía sobre la necesidad de construir un “enemigo”. En esta categoría entraban los sectores sociales que no compartían los valores nacionales y católicos (en contraposición a las “ideologías foráneas” como el marxismo), posiciones políticas y culturales sobre las que se fundaba la nación y que, por eso mismo, la ponían en peligro. Los sermones de domingos se convirtieron en su mayoría en fervientes defensas del gobierno y su política.
Durante los años que duró la dictadura, la Iglesia Católica y sus representantes apoyaron entusiastamente la “cruzada restauradora” que los militares (con el apoyo del empresariado y el imperialismo norteamericano) estaban llevando adelante contra los “enemigos de la patria”. La acción represiva contra la clase obrera y el pueblo pobre “estaba en los planes de Dios”, decía el provicario castrense Monseñor Bonamín.

¿Qué rol jugó la Iglesia en la guerra de Malvinas?

El mismo día del desembarco militar en las islas, la comisión ejecutiva del Episcopado brindó su apoyo a la iniciativa del régimen militar a través de un breve comunicado que llevaba la firma del cardenal Primatesta: “En este momento crucial en que la patria, guiada por sus autoridades, ha afirmado sus derechos, buscando asegurar su mantenimiento, la Conferencia Episcopal Argentina exhorta vivamente a todo el pueblo de Dios a expresar su unión en una permanente y constante súplica, para que el Señor abra muy pronto aquellos caminos de Paz que, asegurando el derecho de cada uno, ahorren los males de cualquier conflicto” (2).
A la asunción del general Mario Benjamín Menéndez (gobernador militar del territorio de Malvinas) concurrieron el nuncio apostólico y ocho obispos. La jerarquía eclesiástica católica, junto con las Fuerzas Armadas, personalidades del ámbito político, empresarial y sindical reafirmaron su alianza conservadora. Por el Partido Justicialista viajó Deolindo Dittel y por el radicalismo Carlos Raúl Contín; entre los dirigentes gremiales estuvieron Jorge Triaca y Saúl Ubaldini; también representantes de entidades empresariales como Jacques Hirsch de la Unión Industrial Argentina (UIA) y Federico Zorraquín de la Asociación de Bancos Argentinos (Adeba). Las Fuerzas Armadas sacaron a relucir todo su andamiaje religioso. Salían al combate bajo el lema “Por Dios y por la Patria”.

Juan Pablo II y su cruzada por la pacificación

A mediados de abril de 1982 tuvo lugar la primera asamblea anual del episcopado argentino en la cual se dio a conocer un documento titulado “Exhortación episcopal a la Paz”, donde los obispos reafirmaban la soberanía argentina en las islas pero, al mismo tiempo, planteaban su preocupación frente a una guerra cuyas consecuencias, según el documento, eran imprevisibles y por eso mismo enfatizaban la necesidad de evitarla por todos los medios que estuvieran a su alcance.
Una semana antes el Papa Juan Pablo II había enviado un mensaje a los obispos en el que se posicionaba por la paz, la reconciliación y la negociación con el gobierno británico. El 25 de abril el Papa anuncia su viaje a la Argentina, luego de haber visitado previamente a Inglaterra. Llegó el 11 de junio a reunirse con los obispos y la Junta Militar y ofreció una misa en Palermo a la que asistieron más de dos millones de personas.
De esta forma, Juan Pablo II (famoso por haber sido el representante de la cruzada contra el comunismo en el mundo) viajaba a intervenir como mediador por la paz ante la Guerra de Malvinas, a preparar “los ánimos para la derrota” y a “pacificar” los ánimos de las masas, que desde inicios del año 1981 comenzaban a protagonizar movilizaciones en las calles reclamando por la libertad de los detenidos y por la aparición con vida de los desaparecidos.
La Iglesia Católica cumplió un papel fundamental en sostener al régimen de la dictadura y la Guerra de Malvinas, junto a los empresarios y la burocracia sindical. Las Fuerzas Armadas, en un intento de relegitimarse, intentaron usar el movimiento de masas a su favor logrando generar un sentimiento de unidad nacional en ciertos sectores de la población por medio de un gran despliegue propagandístico. Al mismo tiempo, miles cantaban en las calles “¡Queremos los soldados pero los milicos no!” y a nivel internacional la guerra generó una extendida solidaridad en otros países de América Latina, destacándose las acciones solidarias de la clase trabajadora y el pueblo peruano, e incluso movilizaciones contra la guerra en la Inglaterra imperialista.

Claudia Añazco San Martín
Sec. de Género y Diversidad de Suteba Ensenada

Notas

1. Documento resultante del trabajo de la comisión creada bajo el gobierno de Reynaldo Bignone. La comisión se creó por decreto secreto el 2 de diciembre de 1982 (resolución nro. 15/82) durante el gobierno de Reynaldo Bignone y llevó el nombre oficial de Comisión de análisis y evaluación de las responsabilidades políticas y estratégico militares en el conflicto del Atlántico Sur.
2. “El conflicto de Malvinas. Comunicado del Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina”, 2 de abril de 1982.

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