sábado, 9 de septiembre de 2017
¿Fue Pablo Noceti quien ordenó la desaparición de Santiago Maldonado?
El segundo de Bullrich orquestó la represión, estuvo allí durante y después del operativo, viajó hacia donde se llevaron al joven y luego reivindicó a la Gendarmería. Nunca fue citado a declarar.
Desde hace semanas el jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad de la Nación, Pablo Noceti, no habla en público. Una actitud que contrasta notablemente con el nivel de exposición mediática que mostraba en las horas previas y en las inmediatamente posteriores a los hechos del 31 de julio y 1° de agosto en la zona cordillerana de Río Negro y Chubut.
A esta altura de los acontecimientos, decir que Noceti fue un actor fundamental del operativo de Gendarmería en la Pu Lof en Resistencia del departamento de Cushamen es una obviedad. Pero hilando un poco más fino, contemplando las novedades de los últimos días y volviendo a escuchar sus propias palabras en entrevistas dadas el 2 de agosto, también es posible (y necesario) preguntarse si Noceti no estuvo al frente también de la desaparición forzada de Santiago Maldonado. Muchos indicios, al menos, apuntan en esa dirección.
El argumento
El miércoles 2 Noceti hizo un curioso alarde de que dos días antes, a la mañana, había encabezado una reunión en Bariloche donde el único punto a tratar fue cómo expulsar violentamente a la comunidad que habita el predio del departamento de Cushamen, a quienes acusa (pese a la desmentida de los propios acusados) de ser todos miembros de la Resistencia Ancestral Mapuche.
En esa reunión, según sus propias declaraciones, estuvieron “todos los escuadrones de Gendarmería de la zona cordillerana de ambas provincias, todos los establecimientos de la Prefectura Naval, todos los de la Policía Federal que hay en la zona, todos los de la PSA y las policías de Río Negro y Chubut”, más “sus respectivos ministros de Seguridad y el ministro de Gobierno de la Provincia de Chubut”.
De ese encuentro Noceti se llevó el compromiso de sus interlocutores para conformar “una mesa de trabajo que coordina el accionar de todas las fuerzas”. Y ante las preguntas sobre el objetivo de esa excepcional coordinación el funcionario respondió: “Terminar con el RAM”.
No es nada anecdótico que Noceti haya formulado esas declaraciones un día después de la desaparición forzada de Santiago Maldonado. Al menos dos entrevistas telefónicas concedidas desde Buenos Aires a emisoras radiales de la región, Radio Nacional Esquel y FM Sol, quedaron grabadas (se pueden escuchar al final de este artículo).
Cuando Noceti mantenía esos diálogos con periodistas, la denuncia sobre la desaparición de Maldonado ya era pública y la APDH de Esquel ya había presentado un hábeas corpus por él. Tan público era que Ricardo Bustos, un vocero de multinacionales mineras que tiene un programa de radio en Esquel y cuyas fuentes directas son las fuerzas represivas y los servicios de inteligencia, en la tarde de ese mismo miércoles buscó descalificar la denuncia por desaparición “informando” que al “sujeto” Santiago Maldonado Gendarmería lo había detenido y puesto a disposición del Poder Judicial. Noceti, obviamente, no desconocía el asunto.
Sin embargo por radio el segundo de Patricia Bullrich ni mencionó la ausencia del joven de 28 años desde el día anterior. Por el contrario, sólo se abocó a redoblar la apuesta. Así explicó que su paso por la región se debió exclusivamente “para atender la situación del RAM, a raíz de todos los atentados públicos que ha habido en estos últimos tiempos”. Y que en función de una supuesta “escalada violenta” a manos de la Resistencia Ancestral Mapuche había llegado a Bariloche el día anterior con órdenes de Patricia Bullrich para “empezar a tomar intervención y detener a todos y cada uno de los miembros del RAM que produzcan delitos en la vía pública y en flagrancia. A partir de ahora, cuando se produzca algún daño o haya algún corte de ruta, van a ser inmediatamente detenidos y judicializados”. Contaba como ejemplo, nada menos, que con el “exitoso” operativo de Gendarmería en la ruta 40 hacía menos de 24 horas.
Y si faltaba algo para engordar su argumento, Noceti lanzó un relato muy bien pensado sobre la comunidad a la que se había propuesto reventar. Sin escatimar expresiones dignas de los genocidas a los que supo defender, el funcionario acusó a los mapuches de la Pu Lof de Cushamen de generar “el caos y la zozobra” entre “los ciudadanos comunes”, saqueando e incendiando “los campos de Benetton, de Lewis, del que sea”. También aseguró que “hay investigaciones que indican que este grupo tiene algún tipo de financiamiento extranjero y soporte logístico”. Y sumando racismo desconfió que vivan “de la caza, de la pesca y de la recolección de frutos”. “A esta gente no se le conoce ningún trabajo”, sentenció al tiempo que aseguró que “viven en la clandestinidad” y “tienen un predio usurpado a la altura de Leleque” pero que, de tan vagos, “no lo explotan”.
El signo igual interpuesto entre la RAM y la Pu Lof de Cushamen fue la operación más cuidada del Gobierno para justificar la dura represión sobre sus miembros y la criminalización del lonko Facundo Jones Huala. Pero ni el Ministerio de Seguridad, ni el Poder Judicial ni la gobernación de Mario Das Neves pudieron demostrar que Jones Huala y sus hermanos son los “terroristas” a los que buscan. Sin embargo la operación les era muy necesaria. Y echada a andar calentó el clima en la región hasta producir una verdadera explosión con la desaparición de Maldonado.
La desaparición
Releer hoy las declaraciones de Noceti posteriores a la desaparición de Santiago Maldonado es casi revelador. Sobre todo cuando se cotejan con los testimonios clave de quienes sufrieron la represión pergeñada y dirigida por él. Ahora no solamente se puede ubicar al funcionario coordinando la estrategia represiva de aquellos días sino también actuando, y dando órdenes, en el mismo tiempo y espacio en el que Gendarmería secuestró al joven.
En una entrevista dada al sitio Lavaca el 19 de agosto, Noceti confesó que el mismos martes 1° salió a las 10:30 desde Bariloche rumbo a la zona de Esquel. Dos horas después, dijo, se detuvo frente al casco de la estancia Leleque (propiedad de Benetton), donde “saludó” a los gendarmes que estaban apostados allí y siguió viaje.
Un dato clave es que el funcionario reconoció que antes de esa parada estuvo un rato frente a la misma Pu Lof. Quiere decir que su paso ante la tranquera de la comunidad mapuche coincide con el rango horario en el que los testigos clave aseguran que Gendarmería sacó a Maldonado del predio y se lo llevó en uno de sus móviles.
Según consta en el expediente, y corroboró el propio Noceti, el horario del ingreso violento de Gendarmería al predio coincide con su paso por el lugar. El segundo de Bullrich estuvo en el lugar (quizás un momento, quizás todo el tiempo) entre las 11:15 y las 12:30, tiempo en el que los gendarmes corrieron a tiros a la gente desde el ingreso hasta el río, detuvieron a Santiago, se lo llevaron (no se sabe si vivo o muerto) y comenzaron una ocupación militar del terreno por un plazo de entre cinco y seis horas.
Otro dato compromete seriamente a Noceti. Según él mismo dijo a Lavaca el 19 de agosto, luego de parar a “saludar” en la estancia Leleque se dirigió hacia Esquel, donde ya “había quedado en ir a ver al juez federal” Guido Otranto. Pero 17 días antes, en la entrevista de Radio Nacional Esquel, había dicho que en verdad “el viaje a Esquel no estaba previsto, surgió de repente a raíz de las situaciones que se estaban viviendo”. De todos modos, más allá de las maniobras lingüísticas, lo que importa es que Noceti se dirigió desde Leleque hacia el sur, es decir en la misma dirección y en el mismo momento que aseguran los testigos fue conducido Santiago Maldonado.
¿Noceti y Maldonado, obviamente en diferentes vehículos, viajaron hacia el mismo lugar? ¿Santiago fue llevado a Esquel? ¿O lo llevaron a la localidad de José de San Martín? ¿O a alguna de las dependencias de la vasta y laberíntica estancia Leleque de Benetton? ¿Puede no saber eso Noceti?
Si todo lo anterior no alcanzara para indagar judicialmente al jefe de Gabinete, hay que sumar un segundo paso del funcionario por el mismo lugar, varias horas después de los hechos. Como quedó retratado en una fotografía tomada por un reportero gráfico free lance de la zona, Noceti regresó de la zona sur de la ruta 40 y volvió a detenerse frente a la estancia Leleque entre las 17 y las 18 horas. Según declaraciones recientes del propio Ministerio de Seguridad al diario La Nación, en ese momento Noceti pasó cuando sólo quedaban “trámites administrativos” para terminar el operativo. Después siguió viaje hacia el norte, es decir que volvió a pasar por la puerta de la Pu Lof.
No hay que olvidar que durante todas esas horas la Gendarmería sitió el predio, mantuvo encerradas allí a muchas personas (sin permitir el ingreso de miembros de la APDH que estaban en la tranquera y exigían entrar para asistir a los reprimidos) y pudo disponer de todo el tiempo necesario para retirar, eliminar o adulterar la escena del crimen.
Recién esta semana, después de haberlo negado durante 37 días, la cartera que conduce Patricia Bullrich reconoció que Noceti estuvo en el lugar de los hechos durante y después del operativo. Vale recordar que el 16 de agosto, buscando confundir a todo el mundo, la ministra de Seguridad dijo en el Senado de la Nación que Noceti sólo había pasado una vez por el lugar, “a las 12:30, una vez que ya se estaban haciendo las actuaciones. Se bajó del auto porque iba para Esquel a seguir con las tareas que estaba realizando, saludó a la Gendarmería y siguió. No participó, no dio órdenes, no tuvo nada que ver con la parte operativa”.
¿Cuáles eran las “tareas que estaba realizando” Noceti en esas horas? Ni el funcionario, ni Bullrich ni ninguna otra alta fuente del Gobierno lo dijeron aún. ¿Se reunió realmente Noceti con el juez Otranto en Esquel pasado el mediodía de ese 1° de agosto? Aún nadie lo demostró. ¿En su viaje Noceti tuvo otras paradas entre Leleque y Esquel? Ni idea. ¿Qué tipo de órdenes o directivas dio Noceti en ambas pasadas “a saludar” tanto por la puerta de la Pu Lof como por la estancia Leleque ubicada pocos kilómetros al sur? Sólo él y sus subordinados lo saben.
Lo que hasta el momento no pudieron hacer ni el funcionario ni su jefa ni mucho menos Mauricio Macri es desmentir, con pruebas y argumentos, lo que varios testigos presenciales del hecho declararon, tanto judicial como periodísticamente.
La mentira
Hay más preguntas para hacerle a Noceti. Este jueves, en una conferencia de prensa, la familia de Santiago Maldonado denunció que las hojas del libro de actas de la Gendarmería de los días 31 y 1°, entregado al juez, están adulteradas intencionalmente. A su vez la propia Gendarmería informó que, desconociendo el protocolo obligatorio, no hubo filmación de la parte crucial del operativo (cuando sus agentes llegaron a los tiros hasta el río) porque no contaban con los “medios técnicos adecuados”. ¿Es posible (y creíble) que si Noceti estaba al mando de todo el operativo, como él mismo reconoció al otro día de los hechos, hubiera incurrido en semejantes irregularidades de forma torpe e involuntaria?
En las entrevistas radiales del 2 de agosto Noceti afirmó que venía comunicándose de forma permanente con el juez Otranto y con la fiscal de Esquel Silvina Ávila. Pero aclaró que desde ese momento los funcionarios judiciales estaban advertidos que el Ministerio de Seguridad empezaría a “actuar en flagrancia”, es decir sin esperar órdenes judiciales. La advertencia terminaría justificando nada menos que el ingreso de la Gendarmería a la Pu Lof. ¿Pero qué tipo de flagrancia se estaba produciendo entonces? Según sus propias palabras, “se llamen RAM o se llamen como se llamen”, estaban “tomando” un predio de Benetton y eso era razón suficiente para “judicializarlos. Van a quedar todos presos”, sentenció.
La verborragia inicial de Pablo Noceti, amenazando temerariamente a los miembros de la Pu Lof de Cushamen cuando Santiago Maldonado ya estaba desaparecido contrasta, como se dijo, con su silencio ensordecedor de las últimas semanas. Es más, hasta su jefa y admiradora, que le hizo de abogada durante todo el mes de agosto, ahora también bajó el copete por órdenes de Mauricio Macri. No vaya a ser cosa, dijeron en la Casa Rosada, que en el afán de retrucar a un puñado de mapuches decididos se sigan cometiendo insalvables errores de Estado.
¿Hay alguna relación directa entre el silencio impuesto a los jerarcas del Ministerio de Seguridad y el hecho de que desde hace cuarenta días no se registran nuevos “atentados” de la RAM en Río Negro, Chubut y Neuquén? El intento de adjudicarle a “extremistas mapuches” la quema de dos autos en Neuquén el 1° de septiembre (justo al cumplirse un mes de la desaparición de Maldonado) duró lo que un gas en una vasija de mimbre.
Resulta curiosa semejante baja abrupta de la “violencia mapuche”, tras meses de supuestos incendios, saqueos, amenazas, intimidaciones y hasta torturas cometidos “en la nocturnidad” (Noceti dixit). Curiosa, si no fuera por la sólida sospecha de que gran parte de esos atentados fueron cometidos por los propios empleados todo “servicio” del Gobierno nacional.
El cerco sobre Noceti se cierra de forma vertiginosa. Sin embargo en 40 días el funcionario no fue citado a declarar por sus aliados Otranto y Ávila. Ya no sólo como imputado por desaparición forzada o al menos por encubrimiento de ese delito de lesa humanidad. Ni siquiera fue llamado a declarar como mero testigo.
En aquellas entrevistas del 2 de agosto el funcionario se ocupó de remarcar que todo lo que él estaba haciendo en la Patagonia había sido “dispuesto por la ministro Bullrich”. No se sabe si eso incluye la orden de qué hacer con Santiago Maldonado. Por lo pronto, para la familia de Santiago y para la comunidad de la Pu Lof en Resistencia de Cushamen, ese silencio ensordecedor de los responsables se hace cada vez menos soportable.
Daniel Satur
@saturnetroc
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