La última reunión de Consejo Directivo Nacional de ATE marcó un paso más en el proceso de fractura de nuestro sindicato.
En esta ocasión, seis secretarios generales vinculados a la Verde-Blanca kirchnerista irrumpieron en la reunión con una serie de denuncias que hicieron públicas a través de un video que difundieron por las redes sociales. Allí plantearon que la conducción nacional debía reconocer como secretarios generales a Edgardo Hompanera de Chubut y a Gustavo Salas Correa de Tucumán.
En el caso de Chubut, ATE-nacional sigue sin reconocer a la lista ganadora de las elecciones de 2015, a pesar de que tanto el Ministerio de Trabajo como el resto de las listas (con excepción de la Verde) lo han hecho. Hompanera ganó esas elecciones provinciales con una lista que no iba pegada a ninguna lista nacional y que compitió tanto contra la Verde-Blanca como contra la Verde a nivel provincial. A pesar de ello, en los últimos meses se ha sumado a la Verde-Blanca y ha tenido como política desmovilizar al sindicato provincial buscado el visto bueno del gobernador en su disputa con la intervención Verde.
En el caso de Tucumán, ante el fallecimiento del secretario general, la comisión directiva se fracturó, y la mayoría eligió en su reemplazo a Salas Correa ahora vinculado a la Verde-Blanca. La Verde impugna esa definición y reconoce como conducción al que fue electo como Secretario Adjunto.
Otro problema está relacionado a la nueva reforma de los estatutos que quiere realizar la Verde, la segunda en dos años. Esta reforma, lejos de reconocer la representación de las minorías o proceder a algún tipo de democratización, iría dirigida a centralizar la caja y quitarle fondos a ATE-Capital. La intención es que los aportes de los afiliados de los organismos nacionales (su mayoría en la Ciudad de Buenos Aires) no vayan a esa seccional, sino convertir en seccionales a las Juntas Internas que tengan más de 250 afiliados y que la mayor parte de los aportes vaya a ATE-Nacional.
El cinismo desplegado por la Verde-Blanca en su supuesta “campaña democrática” no podría ser mayor. Allí donde dirigen no han tenido empacho en mandar patotas a atacar delegados opositores, como en el caso de Neuquén, o de realizar fraudes escandalosos en las elecciones de delegados, como ocurrió recientemente en el Consejo Nacional de las Mujeres en Capital. Incluso, su única diferencia con la reforma estatutaria aprobada el año pasado era sobre la potestad o no del sindicato nacional para poder actuar en caso de que no se convoquen elecciones de delegados en las seccionales. Su defensa del kirchnerismo que precarizó a decenas de miles de estatales e impuso este año la paritaria más baja del país en Santa Cruz, muestra que lo que está en juego no es la defensa de los intereses de los estatales.
Luego de que se retirara la Verde-Blanca, el Consejo Directivo resolvió la convocatoria a un paro nacional para el 4/10 contra el proyecto de presupuesto del gobierno. Una nueva medida testimonial que sólo busca disimular su quietismo frente a los despidos concretos que están ocurriendo en estos meses (Mina de Río Turbio, Educación La Plata, Enacom, Defensa), por los que el sindicato no ha convocado plenarios o medidas de lucha generales para forzar las reincorporaciones.
Estamos en presencia de una conducción centro-izquierdista que ha sido inficionada por el kirchnerismo, y cuya única herramienta de defensa es a través de maniobras de aparato y compra de dirigentes haciendo uso de la caja.
Queda planteada la tarea de reconstruir el sindicato desde la base, mediante asambleas, plenarios de delegados con mandato, planes de lucha y la independencia política frente a los partidos del ajuste. La reciente victoria de la lista Multicolor en la seccional Río Turbio es un paso adelante en esa perspectiva.
Nicolás Rosselló
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