Este sábado terminaron de declarar 19 de los gendarmes que participaron de la represión cuando desapareció Maldonado. Contradicciones, confirmaciones y una lupa que sigue puesta en al fuerza de Bullrich.
Este sábado a las 11:30, tras una maniobra de distracción de la Policía, dos hombres huían por la puerta trasera del Juzgado Federal de Esquel. Uno de ellos, el que subía del lado del acompañante, era el subalferéz Emmanuel Echazú. Imposible no reconocerlo. Es el hombre que aparece en las fotos del 1° de agosto con una herida en el rostro volviendo de la vera del Río Chubut.
Su evasiva tiene explicación: es uno de los que quedaron más expuestos tras la ronda de declaraciones testimoniales de esta semana. Por un lado, las mismas reflejaron una serie de contradicciones con respecto a las versiones iniciales ante los sumarios internos de Gendarmería y el Ministerio de Seguridad. Por otro, no pudieron evitar reconocer que al menos entre diez y doce efectivos llegaron hasta la vera del río y allí “pasó algo”, cuestión que durante semanas habían negado. Se trata del lugar donde desapareció Santiago y donde apuntan los testimonios de la comunidad mapuche.
Lo que dejaron las declaraciones
Para resumir, esta semana declararon 19 gendarmes en el Juzgado Federal de Guido Otranto, en la causa que trata los habeas corpus presentados ante la desaparición de Santiago Maldonado. De las audiencias participaron la fiscal Silvina Ávila, los abogados de Gendarmería y los querellantes.
Los testimonios de los gendarmes tuvieron varias contradicciones con las versiones por ellos mismos volcadas durante semanas en el sumario de la propia fuerza y ante funcionarios del Ministerio de Seguridad. También contradicen las declaraciones del jefe del operativo, el comandante Juan Pablo Escola (segundo jefe del Escuadrón 36 de Esquel), que había negado que sus hombres hubiesen llegado a la vera del río donde se produjo la desaparición de Santiago.
Como aseguró Federico Efrón, abogado del CELS presente en las audiencias, “todos los gendarmes que declararon reconocen que ingresaron al territorio, excepto dos cocineros. Queda muy en claro, más que nunca, que muchos gendarmes llegaron a la vera del río. Por lo menos diez o doce. Hay contradicciones de quién ve a quién, sobre qué hicieron. Pero se confirma que la Gendarmería estaba en la orilla del río, en el momento que Santiago desaparece”, sintetizó ante el programa Radio del Futuro de FM Patriada.
De los testimonios, aún con sus divergencias, se confirma que hubo una persecución a los manifestantes; que participaban más de una docena de efectivos armados con escopetas e incluso ingresaron a la Lof algunos con armas 9 milímetros; que la represión llegó a la vera del río e incluyó un “rastrillaje” en la orilla del mismo; que probablemente en ese momento actuaron en dos grupos; que las camionetas y móviles ingresaron hasta distintos puntos del territorio, pero por lo menos uno de ellos llegó hasta el punto donde marcan los testimonios mapuches.
Además queda en evidencia que una de las motivaciones del operativo del 31 de julio y el 1 de agosto era atrapar y detener manifestantes. “Si el operativo iniciado en la mañana sobre la ruta 40 ya era irregular, la decisión de avanzar dentro del territorio lo convierte en totalmente ilegal”, apunta una fuente que tuvo acceso a las audiencias.
Otra fuente remarcó un elemento de las audiencias que le parece sustancial: “Con estas testimoniales se cae todo el argumento de la flagrancia”. Es la Gendarmería la que despejada la ruta, decidió avanzar sobre la Pu Lof, ingresar por la tranquera pero también rompiendo alambrados, allí dentro es donde se produjo la represión y es ahí adentro donde recibieron algunas heridas Emmanuel Echazú y Ernesto Yañez, producto de la defensa con piedras o el enfrentamiento físico con alguno de los “manifestantes”.
Echazú y Yañez son dos de los que adquirieron mayor protagonismo en los momentos de la “cacería”. Echazú fue quien subió con una herida en el rostro, con la escopeta que pertenecería a Yañez, que también había llegado a la vera del río. El otro “escopetero” era Darío Zoilán, quien también declaró esta semana.
También Andrés Ahumada, uno de los choferes armados que pidió permiso para avanzar sobre los manifestantes y cuyo accionar fue analizado por este medio. Este sábado el abogado de Gendarmería reconoció a La Izquierda Diario que “ingresaron armas de fuego a la Pu Lof, con los choferes de la camioneta que tienen obligación de portarlas”. Parece que el entusiasmado accionar de Ahumada fue mucho más allá de lo que marcaría incluso ese protocolo.
Justamente, la lupa quedó puesta no sólo sobre el accionar de “los hombres”, sino también de los vehículos que actuaron en la represión. “Sobre lo otro que hay muchas contradicciones es sobre la cantidad de camionetas que entraron. Aparentemente hay un solo un Eurocargo, que es fácilmente confundible con un Unimog. Los dos choferes de las dos Rangers claramente dicen que ingresaron, pero hubo una tercera y una cuarta que entran y salen, en principio para “llevarlos a comer”. El chofer de una de las Ranger, no sólo reconoce que ingresó, sino que hace un recorrido bastante largo por dentro, en el que se llega a poner bastante cerca de dos mapuches que están arriba de un caballo”, agrega Efrón.
Hay un detalle que puede parecer menor, pero quizá no lo es. Una de las cosas que quedó confirmada en las testimoniales es que la totalidad de los efectivos que llegaron a la vera del río pertenecen al Escuadrón 35 de El Bolsón. Justamente al día siguiente de la represión, todos se tomaron licencia. “No hay nada raro -dijo el abogado de Gendarmería- se tomaron su licencia de invierno, como le corresponde a cualquier trabajador por el artículo 14 bis”. Increíble; tanto como que se hayan ido “sin dar explicaciones”. ¿O no hacía falta?
La primera reacción del gobierno de Macri
Como se decía antes, aún con sus contradicciones y mentiras los testimonios terminan reconociendo una cacería hasta el río, con la participación de varios efectivos armados y vehículos. O sea, parte de lo que ya habían denunciado los testimonios de la comunidad mapuche y los organismos de derechos humanos que concurrieron al lugar.
El gobierno ya tenía preparada una respuesta ante la nueva situación. Fue el turno del ministro de Justicia Germán Garavano. Pasado el mediodía del sábado declaró que “hoy está saliendo a la luz que probablemente haya gendarmes que no dijeron la verdad en un primer momento”. Además agregó, sin ponerse colorado, que “hay que terminar con las operaciones y mentiras a los jueces”. Puro cinismo.
La apreciación del ministro pareciera casi una autoincriminación, cuando lo que se vio en las últimas semanas fue un desfile de testigos preparados por el abogado de Gendarmería Gustavo Dalzone y el funcionario del Ministerio de Seguridad Gonzalo Cané. Sin embargo, el objetivo de Garavano es continuar la teoría de “algunos gendarmes sacados”, intentando deslindar la responsabilidad de la institución y de su propio gobierno.
La familia de Santiago y la comunidad mapuche, en cambio, insisten que la Gendarmería es responsable y también hay que investigar a los responsables políticos del encubrimiento. “Los tiempos judiciales no guardan la menor relación con la angustia que tenemos”, dijeron los familiares del joven desaparecido hace hoy 45 días.
Para la semana que viene se esperan los resultados de los cruces de llamadas y mensajes entre los celulares de más de 70 efectivos. ¿Se conocerá realmente las comunicaciones entre quienes actuaron dentro de la Lof? ¿Las órdenes de los superiores, Méndez y Escola? ¿Las comunicaciones de estas con el funcionario Pablo Noceti?
También se realizará la “reconstrucción de los hechos” el día miércoles. Y, como no podía faltar, asistiremos a nuevas operaciones judiciales y mediáticas a las que ya nos hemos acostumbrado.
Lucho Aguilar
Desde Esquel
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