viernes, 27 de febrero de 2015
Un cambio pejotista con formato camporista
Lejos de cualquier “radicalización”, los cambios en el Gabinete se producen por las necesidades del peronismo en el interior del país y además encumbran a dirigentes con fuertes afinidades con Daniel Scioli. No tienen que ver con una reorientación ofensiva del kirchnerismo, sino con movimientos defensivos para intentar retener territorios en riesgo para el peronismo.
Finalmente la partida más anunciada de la historia política reciente de la Argentina se produjo el mediodía del jueves.
“Renuncia Capitanich” fue trending topic en muchas ocasiones en los últimos tiempos en las redes sociales, hecho que finalmente nunca sucedía. Como en la fábula del “pastorcito mentiroso”, editores y periodistas vieron al principio la “nueva” renuncia de Capitanich como la segura antesala de una desmentida.
Sin embargo, finalmente se produjo la partida y el Jefe de Gabinete fue reemplazado por Anibal Fernández, que hasta ahora ocupaba la Secretaría General de la Presidencia. A la vez, a la Secretaria asciende el actual diputado y dirigente de “La Cámpora”, Eduardo “Wado” De Pedro. También hubo cambios en el Ministerio de Salud: el tucumano Juan Manzur será sustituido por Daniel Gollán, un médico que además es referente del colectivo de intelectuales oficialistas que cada tanto emiten los “somníferos” (Verbitsky dixit), conocidos “popularmente” como Carta Abierta.
El dato de color lo da quien será el reemplazante de “Wado” De Pedro en la Cámara de Diputados: se llama Manuel Fresco, un nombre con historia, y dicen las malas lenguas que sería una de las escasas “garrochas” que saltaron del peronismo y que actualmente está coqueteando con el Frente Renovador de Sergio Massa.
Los cambios en el Gabinete no tienen que ver con una reorientación ofensiva del kirchnerismo, sino con movimientos pragmáticos y defensivos para intentar retener territorios en riesgo para el peronismo.
Capitanich buscará ser candidato a intendente de Resistencia en las elecciones de mayo próximo y necesitaba para ello reasumir la gobernación del Chaco. Tiene una disputa con el gobernador interino, Juan Carlos Bacileff Ivanoff. De su eventual victoria en Resistencia depende que el PJ retenga la gobernación de la provincia para la cual todavía no hay candidato. Con su nombre en la boleta municipal pretende traccionar a quien finalmente sea el candidato a la gobernación por el peronismo.
Como cara visible del Gobierno Nacional estaba políticamente muy desgastado, la ruptura en conferencia de prensa de un ejemplar del diario Clarín fue una de sus últimas poco felices actuaciones.
La dirigente radical, Aída Ayala, actual intendenta de Resistencia, amenaza con arrebatarle la gobernación al PJ y Capitanich está impedido de ir por la reelección.
En el caso de Manzur se retira porque será candidato a gobernador en Tucumán, otra provincia amenazada por el radicalismo, de la mano de José Cano. Quiere tener tiempo para hacer la campaña electoral.
La primera conclusión es que dos de los cambios se producen para intentar resistir avanzadas opositoras en territorios de dominio del peronismo feudal. No los hizo partir el amor, sino el espanto de posibles derrotas.
Algunos empezaron a hacer una suma simple: el ascenso de uno de los líderes de La Cámpora (De Pedro) a la Secretaría General de la Presidencia, del verborrágico Anibal Fernández a la Jefatura de Gabinete y de un hombre de Carta Abierta en salud; para sacar la misma conclusión por distintas vías. Los oficialistas dicen que el kirchnerismo se “cristiniza” para tomar la ofensiva, los opositores que se “cierra sobre su propio círculo” porque está acorralada. En ambos casos, sería sinónimo de una “radicalización” e incluso de un giro a izquierda.
En la apariencia y en el relato, que aumentará de volumen con Anibal Fernández, puede leerse así en el marco de la “estrategia de polarización”. La marcha del 18F y el alentado fortalecimiento de Macri, configuran un adversario “a la medida” del kirchnerismo que habilita la justificación y la posible resignación sin culpas a Daniel Scioli como el eventual candidato de la coalición oficial.
Pero hay que tener en cuenta que De Pedro es el más “sciolista” de los dirigentes camporistas y que Anibal Fenández, alguna vez autodefinido como “duhaldista portador sano”, también tiene muy buenas relaciones con el gobernador de la provincia de Buenos Aires.
En síntesis, más allá de las apariencias, los cambios significan la retirada a los territorios de dos dirigentes que intentarán garantizar triunfos peronistas en sus feudos y el ascenso de quien es - junto a José Ottavis-, el más pejotista del camporismo, “Wado” De Pedro, que hoy ocupa una de las vicepresidencias del PJ. El otro cambio es del inefable Anibal Fernández, un “marxista” (de Groucho) con principios intercambiables.
Los cambios traerán discursos encendidos por arriba, pero que en el desierto de la política real, significan más pejotismo para todos y todas.
Fernando Rosso
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