martes, 10 de febrero de 2015

Balance del 74, “luces y sombras.

Un viaje hacia las utopías revolucionarias (CLXXVI)

Llegábamos al final de este año y tenía la sensación que más que 365 días habían pasado varios lustros, por la cantidad de episodios que se produjeron y que fueron fundamentales, en la historia de la Argentina moderna.
Por un lado, en enero se había ratificado el pacto de Perón con el partido militar, la burocracia sindical y la fracción burguesa del Movimiento, que le había permitido su regreso a la Casa Rosada y lo había constituido en el principal recurso de los sectores dominantes, para frenar el ascenso del movimiento popular y revolucionario.
En ese mismo mes son secuestrados y desaparecidos, por el Batallón de Inteligencia 601 del Ejército, los militantes guevaristas que intervinieron en el intento de copamiento de la unidad militar de Azul: Héctor Antelo y Reinaldo Roldán.
Pese al intenso reclamo, el gobierno se negó a investigar su desaparición.
El desplazamiento de Oscar Bidegain, del gobierno de la Provincia de Buenos Aires, las agresiones a gobernantes provinciales y a funcionarios del peronismo revolucionario, y el golpe ejecutado por el coronel Navarro, que determino la caída del gobierno popular de Córdoba, encabezado por los compañeros Ricardo Obregón Cano y Atilio López; pusieron en evidencia para que lado hacía girar el péndulo el “General”.
Esta línea, de respaldo absoluto a la dirigencia sindical pactista y al Pacto Social, que congelo los salarios y suspendió “sine die” a las paritarias y, el apoyo explícito a la represión llevada a cabo por el Estado y organizaciones paraestatales, de la que eran víctimas los auténticos dirigentes de la clase obrera; cobró entidad en el discurso del anciano Líder, el 1° de mayo, en la plaza histórica, de la que se retiraron las columnas de la Organización “Montoneros”.
La clausuras de los diarios “El Mundo” y “Respuesta Popular” y de la revista “El Descamisado”, así como las amenazas a periodistas e intelectuales independientes o críticos, fueron recortando las libertades democráticas; preanunciando lo que vendría después.
La muerte del Presidente, que ya había dejado de ser el que encabezara un proceso de transformaciones democrático -burguesas, en la década del 40 convirtiendo a la Argentina en la “oveja gris”, como dijera el Che Guevara en carta a su madre, para transformarse en una alternativa más del imperio en América Latina; como lo demuestra su acercamiento al dictador chileno Augusto Pinochet, cierra un ciclo de concesiones comenzado en 1952 con el Congreso de la Productividad y la visita de Milton Eisenhower.
Los crímenes de la Triple A, ejecutados por el Somaten criollo, constituido a instancias del exiliado en Madrid, que victimaron a queridos amigos y compañeros como Rodolfo Ortega Peña, Alfredo Curuchet, Silvio Frondizi, Julio Troxler, Atilio Lopez, y decenas de combatientes populares, signaron el segundo semestre de este año de sombras.
Las clausuras del Diario “Noticias” y luego de “El Peronista”, rebelaban la política de cercenamiento de la libertad de expresión; que caracterizaba al Régimen, que no admitía disensos.
La necesidad de escoger el camino del exilio para salvar su vida, que tuvieron que elegir luchadores por los derechos humanos, como Rafael “el Negro” Perez y Héctor Sandler, entre muchos otros compatriotas, completaba el clima de miedo con el que pretendía gobernar María Estela Martínez de Perón.
A ello se sumó el brutal asesinato de dos compañeras abogadas; que hemos descripto en nuestra nota anterior.
La contracara de este cuadro la constituye el crecimiento de las coordinadoras obreras en el cinturón industrial de las grandes ciudades-Buenos Aires, Córdoba, Rosario y Tucumán, la derrota de la dirigencia traidora en Villa Constitución, en Mercedes Benz y en Dalmine Siderca, entre otras grandes concentraciones proletarias, y la resistencia del Sindicato de Luz y Fuerza y del SMATA de la docta, a las intervenciones ordenadas por las Federaciones nacionales encabezadas por burócratas como José Rodríguez; avaladas por el Ministerio de Trabajo de la Nación.
En el norte, por su parte, se fortalecía la FOTIA pese a la militarización de toda la región dispuesta por el gobierno isabelino y en Ledesma surgía una dirección, opuesta a la patronal explotadora.
A su vez crecían las organizaciones revolucionarias y en Tucumán se lograba consolidar la Compañía de Monte “Ramón Rosa Jiménez”, pese a la “Masacre de la Villa del Rosario” en la que fueron ejecutados, en abierta vulneración de las convenciones de Ginebra que establecen normas de derecho humanitario en las confrontaciones bélicas, 17 militantes guevaristas uniformados, pertenecientes al Ejército Revolucionario del Pueblo; que se encontraban desarmados y se habían rendido.
Este escenario se completaba con la crisis económica, la creciente inflación, el fracaso del Pacto Social y la declaración del Estado de Sitio, para frenar la protesta popular.
La cúpula militar y la dirigencia sindical insistían en el alejamiento de José López Rega y los ministros de Economía Alfredo Gómez Morales primero y Celestino Rodrigo después, apelaban a recetas neoliberales para frenar el descalabro; haciendo recaer la crisis en las espaldas de los trabajadores.
En lo personal pase, en ese año, de dirigir el diario “El Mundo” a la clandestinidad, en el mes de setiembre y, de militar en el peronismo durante veinte largos años, a incorporarme al Partido Revolucionario de los Trabajadores.
Sin duda que fue un momento de quiebre, de luces y sombras, de avances y retrocesos.
En la estructura interna alquilamos una oficina en Flores para funcionar el equipo de “Legal”, al mismo tiempo que conformé un “trío” para llevar adelante las tareas que me habían sido asignadas.
Empezamos a pensar en la idea de editar una publicación que pudiéramos colocar en los kioscos y que se trasformara en un órgano de prensa amplio y plural.
Para ello conversé con Susana Viau, que me propuso un encuentro con Enrique Raab -un excelente periodista e intelectual -amigo de ella, que podría hacerse cargo de la jefatura de redacción.
Decidimos llevar a cabo este, en febrero de ese nuevo año, ya que en enero tenía que cumplir varias tareas políticas y personales.
Un compañero nuestro, con el que compartí la administración y conducción del diario, se encontraba en una vivienda de Villa Gessell, escondido y necesitaba dinero.
Alberto -mi responsable - me entregó una suma importante para que se la hiciera llegar.
Empezamos a preparar el viaje a la Costa que haría en el Citroen 3 CV, bastante destartalado; luego del atentado que sufriera a mi domicilio en Paraná, el 29 de setiembre de 1973.
Los chicos estaban felices porque conocerían por primera vez el mar.
A mismo tiempo y, a través de un sacerdote del Movimiento tercermundista, conseguí un contacto en una escuela católica de la zona que tenía doble escolaridad para que fueran aquellos con documentos falsos y con la promesa de darles los certificados, con sus nombres reales, para cuándo triunfara la Revolución.
El contexto internacional mostraba varios escenarios en el Tercer Mundo en los que se ratificaba el Mensaje a la Tricontinental, de nuestro inolvidable compatriota, caído en combate en Bolivia, en Octubre de 1967.
En Cambodia el Frente Unido Nacional de Kampuchea había conformado un gobierno en el exilio encabezado por el príncipe Sihanuk y, en esos días las fuerzas guerrilleras, cercaban la capital Phonm Penh.
Por su parte en Laos las fuerzas democráticas profundizaron su cuestionamiento a la monarquía que había permitido el ingreso de los ocupantes estadounidenses que combatían al pueblo vietnamita.
En el mundo, a su vez, crecía el movimiento que exigía el retiro de las tropas invasoras de Vietnam encabezado, entre otros, por Beltrand Russell, nuestro compatriota Julio Cortázar y Gabriel García Márquez.
¿Cómo enfrentar el creciente deterioro del gobierno isabelino? ¿Ofrecer una tregua, podía ser una posibilidad? ¿Aumentan los rumores de golpe militar? Estos y otros temas abordaremos en nuestra próxima nota.

Manuel Justo Gaggero
15/12/2014

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