jueves, 5 de febrero de 2015

Caso Nisman: entre los mensajes mafiosos y la reforma de los irreformables



Siguen los cruces entre el gobierno y la justicia por la investigación. La polémica por una foto “amenazante”. El oficialismo y su intento de aprobar en febrero la “nueva SIDE”. Los planteos del Frente de Izquierda.

Un punto negro, un agujero en la frente, en la foto del hombre cuya muerte conmueve al país. La voz del espía más famoso advirtiendo a un periodista que “ya vas a entender todo en unos días…”, días antes de que el cadáver de un fiscal de Estado aparezca en Puerto Madero. Un Jefe de Gabinete rompiendo ante las cámaras un ejemplar de la “corpo destituyente”. Una fiscal que dice, se desdice, arma las valijas, las desarma. Una denuncia contra la Presidenta que se transforma en una braza caliente que ningún juez quiere agarrar. Un proyecto de ley de contragolpe, para reformar una mafia irreformable.
Un cuerpo, cientos de imágenes y maniobras en la crisis política que sacude al país.

Fotos marcadas

La foto de Alberto Nisman, apoyado en su escritorio, se hizo muy conocida estos días. Un hombre serio, una biblioteca llena de libros de derecho, expedientes acumulados. Fue utilizada por la Revista Noticias (Editorial Perfil) para ilustrar su nota titulada "Secretos del fiscal que quiere condenar a Cristina". Este miércoles, esa “simple” imagen se convirtió en la nueva revelación del caso: en la foto del ejemplar que le llegó a la ex mujer del fiscal, la jueza federal Sandra Arroyo Salgado, Nisman tenía un punto negro en su frente. ¿Error de imprenta o mensaje mafioso?, lógicamente el debate se instaló.
Arroyo Salgado contó cómo le llegó a su celular y a sus manos la foto marcada. El editor de la revista descartó errores de impresión. El juez Luis Rodríguez pidió pericias sobre el ejemplar y hasta citó a declarar al canillita.
La foto marcada, justo en el rostro del hombre que aparecería con un balazo en la cabeza pocos días después, sumó entonces otro elemento a la compleja trama de operaciones que rodean el antes, el durante y el después de la muerte de Nisman. El gobierno juega fuerte en los pasillos judiciales y también ante las cámaras. La oposición política y mediática utiliza las mismas armas. La corporación judicial está metida hasta los huesos, más cuando uno de sus hombres ha caído. Los servicios de inteligencia, ligados por profundos lazos a todos estos actores, siguen operando como mejor saben, en las sombras.
Como hemos mostrado en La Izquierda Diario, y reflejan varias encuestas, cada una de estas operaciones - informaciones tóxicas como gustan llamar algunos analistas - agudiza la opinión social de que el caso va a quedar impune, y la verdad no saldrá a la luz.

Todos nerviosos

Nerviosa se puso la fiscal. "Tengo el agrado de dirigirme a VE con motivo de rectificar el pedido de goce de días de licencia no gozados”. Viviana Fein tuvo que desarmar las valijas. Es que su investigación inevitablemente ha quedado en el medio de una disputa política y mediática, donde todos intentan operar sobre cada uno de sus pasos.
Nervioso se puso Jaime Stiusso, el espía al que todos apuntan y pocos conocen, que al cierre de esta edición era citado por la fiscal Fein para tomarle declaración este jueves como testigo. ¿O sus hilos en los despachos y tribunales lo mantendrán tranquilo?
Nerviosos se pusieron varios jueces en cuyos despachos cayó la denuncia que impulsaba el fiscal Nisman, en la cual se pide la detención de la Presidenta. “¿Yo señor? No señor”. Lijo, Servini de Cubría, Rafecas, Ramos, ninguno quería tomarla. Este miércoles la Cámara obligó a Daniel Rafecas a investigar una denuncia que resulta endeble por las pruebas, y muy caliente por las consecuencias políticas que ha abierto.
Nerviosos están Jorge Capitanich y Aníbal Fernández, empecinados en sus puestas de escena matinales. A falta de una, el gobierno ha multiplicado las conferencias de prensa donde arroja sus dardos afilados contra la oposición y los medios “destituyentes”, y envía mensajes a la fiscal del caso. Pero más allá de los intentos del gobierno de presentar todo como una operación en su contra, y mostrarse haciendo anuncios en Casa de Gobierno o acuerdos en China, la crisis política sigue abierta. Ese es el dato más significativo que marca la nueva realidad del kirchnerismo al ingresar en su último año de gobierno.

La “nueva SIDE”

Mientras se entrevera en la disputa abierta por la investigación del caso Nisman, el gobierno intenta responder a la crisis política con un proyecto de contragolpe para “reformar” la SIDE. Como explicamos en La Izquierda Diario, se trata de una reformulación de los aparatos de espionaje del Estado, que al tiempo que toma cuenta de su desprestigio y del descontrol de sus mafias, busca rescatarlos de la crisis, para que sigan cumpliendo un rol necesario para cualquier gobierno capitalista.
Esta semana el oficialismo puso en marcha toda su maquinaria parlamentaria para que el proyecto de la nueva Agencia Federal de Inteligencia pueda ser aprobado durante febrero. En el Senado comenzó el tratamiento en un plenario de las comisiones, donde el oficialismo confirmó la propuesta que difundida por la Presidenta en cadena nacional. El agravamiento de las penas a quienes revelen información secreta o tomen contacto con funcionarios y jueces sin autorización, y la transferencia de las “escuchas” al Ministerio Público Fiscal, siguen siendo los cambios más sustantivos. Las funciones de los espías, el traspaso de los actuales 2000 alumnos de Stiusso y el manejo reservado de sus millonarios fondos, confirman que las mafias seguirán cumpliendo sus funciones.
La oposición de derecha busca aprovechar la crisis para desgastar al gobierno. Por eso, aunque tiene acuerdo en tener leyes y aparatos de espionaje, ha preferido no concurrir a las comisiones parlamentarias, buscando mostrar al oficialismo tomando decisiones “apresuradas” y “unilaterales”. Así es que el kirchnerismo este miércoles tuvo que “debatir” con su “lado izquierdo”. El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), encabezado por Horacio Verbitsky, dio su posición sobre la nueva ley. Los medios opositores se encargaron de destacar las críticas: lamentó “la urgencia por sacarlo ya”, insistió en “establecer mecanismos de control necesarios”, criticó los “25 años de plazo para desclasificar información”, pidió “levantar el secreto sobre la identidad del personal que no requiera ese resguardo”, además de “suprimir la reserva sobre los fondos destinados a la nueva Agencia Federal de Inteligencia” y “la profesionalización de los servicios de inteligencia”. Además, reclamó “desmantelar el Cuerpo de Investigaciones de la Policía Federal, un servicio paraestatal de inteligencia" (Clarín).
Los medios oficiales mostraron una interpretación más benévola, donde el CELS habría recomendado “a la oposición a revisar su decisión de desertar del debate” y “al partido de gobierno, la necesidad de tomarse más tiempo”; y el reclamo del organismo cercano al oficialismo se concentraría en el pedido de “mayores controles” (Página 12).
El “debate” deja claras dos cosas. Por un lado, las críticas del CELS desnudan la farsa del proyecto “reformista” enviado por la Presidenta. Un organismo de derechos humanos aliado mostró que la “nueva SIDE” pretende preservar el secreto en que actúan los servicios y sus archivos, los fondos reservados que alimentan a las mafias y la continuidad con espionaje político, como el que realiza el Cuerpo de Investigaciones de la Policía Federal, donde revistaba Américo Balbuena. Pero también muestra, hay que decirlo, la ilusión de la “izquierda kirchnerista” de reformar algo irreformable, como son los aparatos de espionaje del Estado. Una utopía reaccionaria.
El oficialismo intentó mostrarse “abierto a los cambios” en la nueva ley de inteligencia, pero nadie tiene claro cuáles serían. Según reconoció Página 12, “los legisladores firmaron el despacho con algunas modificaciones, que no fueron precisadas”.

La izquierda, la única posición independiente

Como venimos analizando en La Izquierda Diario, el gobierno es el principal afectado por esta grave crisis política. Cuenta con una relativa ventaja: la debilidad de una oposición dispersa, que además no puede ir nunca a fondo contra la mafia de los servicios, porque sus intereses de clase le impiden atacar uno de los pilares del Estado capitalista.
El Frente de Izquierda, en cambio, desde un principio denunció las operaciones políticas y de espionaje que hay detrás del caso Nisman y el encubrimiento de la causa AMIA, y rechazó la política de oficialistas y opositores.
El diputado provincial Christian Castillo (PTS-FIT), se destacó en los debates públicos, cuando dejó claro que “somos la única fuerza política que no se ha enchastrado con los servicios de inteligencia, mientras que todo el resto del arco político los ha utilizado para su propio beneficio y para espiar las organizaciones de los trabajadores y populares. Entonces el debate tiene un aspecto falso: tanto el gobierno como la oposición tienen acuerdo en preservar el núcleo del aparato de los servicios”.
Myriam Bregman ha aprovechado cada espacio para denunciar el intento ocultar a los responsables de los casos que hoy conmocionan al país. Como dijo este miércoles ante las cámaras, “para llegar a la verdad en la causa AMIA y lo que pasó con Nisman, hay que hacer una comisión investigadora independiente, con plenos poderes. Y que se abran los archivos de la SIDE y todos los organismos de inteligencia”. Semejante desafío a la impunidad no puede ser conquistado sin la más amplia movilización popular.
Néstor Pitrola, del PO-FIT, ha denunciado como “distraccionista” el proyecto del gobierno, y reclama una interpelación pública en el Congreso a todos los funcionarios y ministros.
Nicolás del Caño (PTS-FIT) adelantó su posición ante el debate por la creación de la Agencia Federal de Inteligencia, cuando declaró que “es absurdo pensar que un nuevo organismo creado por un Gobierno que ha montado el Proyecto X para perseguir a los trabajadores combativos y que ha designado a un imputado por genocida a cargo del Ejército y de su inteligencia -que ha crecido exponencialmente en el presupuesto nacional-, será cualitativamente más democrático que lo que hemos conocido hasta ahora”.
Ni oficialistas, ni opositores pueden responder a las agudas críticas de los referentes del FIT: todos tienen en su haber algún servicio prestado por espías irreformables.

Lucho Aguilar

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