domingo, 22 de febrero de 2015

Miguel Bonasso: “Hace 30 años no podía prever que esos personajes tenebrosos seguirían haciendo inteligencia”



La Izquierda Diario entrevistó al periodista y autor del libro “Lo que no dije en Recuerdos de la muerte”. Del diálogo participó la abogada Myriam Bregman. El libro, aparecido en noviembre, cobró trascendencia en enero tras la muerte del fiscal Nisman y el destape de la guerra de servicios. Allí tienen sus capítulos propios Stiuso, el Proyecto X, Milani, Godoy, y muchos otros representantes de lo que Bonasso denomina el “criptoestado”, “el territorio oculto en el que se gestó la última dictadura y que sigue vigente en democracia, donde se mueven espías y asesinos”. Te acercamos la primera parte de una entrevista donde dialogamos sobre la continuidad del espionaje y la represión, las responsabilidades de quienes han gobernador los últimos 30 años, la persecución a las organizaciones obreras y los movimientos sociales, y otros temas de actualidad.

“El 8 de julio de 2014, en una de las reiteradas represiones a los trabajadores de Lear, Berni volvió a utilizar la Gendarmería como manopla. (…) Este Rambo de opereta, que desciende en helicóptero sobre las manifestaciones obreras, se jacta de ser el único ‘que entra en chancletas al despacho presidencial’ . Por algo existe el Proyecto X de la Gendarmería y un genocida como el General Milani es el Jefe del Ejército. Los espías no son periodistas o simples chismosos: el Estado espía para poder reprimir con eficacia”.
El párrafo corresponde al capítulo “La goma K”, del último libro de Miguel Bonasso. El periodista, cofundador de Página 12 en 1990, escribió “Recuerdos de la muerte” en 1984. Allí se refería a los horrores ocurridos en la ESMA y denunciaba cómo habían actuado los “grupo de tareas”, represores y espías, en los años 70.
Hace muy pocos meses, a fines de 2014 publicó “Lo que no dije en Recuerdos de la muerte”. En este libro vuelve sus pasos para denunciar cómo sigue actuando el criptoestado, donde se mueven espías y asesinos.
En sus páginas, además del relato sobre el origen y las tareas de los Stiuso y los Milani, se puede conocer parte de la pelea de los organismos de derechos humanos, la izquierda y las organizaciones obreras y sociales que denuncian y resisten a esos aparatos de represión y espionaje.
Desde La Izquierda Diario nos acercamos a hablar con Miguel Bonasso, sobre estos y otros temas de actualidad.
La crisis abierta con la muerte de Nisman puso sobre el tapete el tema de los servicios de inteligencia. En el libro publicado en noviembre le dedicás varios capítulos a los aparatos de espionaje, tomando la definición de “criptoestado”.
Bonasso- Tomo diversos elementos que tienen que ver con el espionaje a los actores sociales, cosa que ha denunciado por ejemplo Myriam con respecto al Proyecto X de la Gendarmería. Al decir “Lo que no dije en Recuerdo de la muerte” me refiero a todo lo que no podía prever hace 30 años. Que viniera un ciclo de recuperación de la democracia formal en la cual “informalmente” siguieran los mismos personajes tenebrosos que habían hecho inteligencia militar, haciendo inteligencia en tiempos civiles, haciendo inteligencia sobre políticos, actores sociales, periodistas, magistrados..
En algunos casos con métodos francamente repulsivos. Como los del hasta diciembre director de Operaciones de la Secretaría de Inteligencia Antonio Stiuso, alias “Stiles” o “Stiler”. Un personaje que en un viejo libro mío sobre Yabrán, Don Alfredo, había acusado de ser un “cineasta de las tinieblas”, porque filmaba gente en situaciones comprometidas, actos sexuales, por ejemplo un juez con una menor, y los había utilizado como elemento extorsivo para sacar información y tener gente “agarrada”.
Stiuso actuó en sociedad, muchos años, con Raúl Martins, que estaba refugiado en México y el fiscal Federico Delgado acá lo reclamaba por una indagatoria. Se llama a sí mismo “el Yabrán de los prostíbulos” y es un siniestro personaje de la trata. Exagente de la SIDE también, exmiembro de la Triple A con la banda de Aníbal Gordon, la banda más siniestra y delincuencial que no sólo asesinaba opositores sino que además se dedicaba a robos y asaltos. Y como decía también agente de la SIDE vinculado a Stiuso. Con él fueron armando, empezando con departamentitos privados, llegaron a un burdel y así Martins llegó a ser titular con testaferros de siete locales en Buenos Aires. Algunos están funcionando. Allí, secretamente, filmaban a determinadas personas para encapetarlas. Jueces, de todo. Recordarán el famoso escándalo de Oyarbide en Spartacus. Es parte de la misma cadena. Al mismo tiempo es el tipo que armó la vinculación con el Poder Judicial, muy estrecha, a través de la “Cadena de la Felicidad”, sobornando jueces, fiscales, de la misma manera que sobornaban periodistas. Stiuso fue uno de los cerebros de todo eso. Por eso llega hasta diciembre del año pasado siendo el director de Operaciones de la SI.
¿Por qué se produce la crisis? Creo que algo tuvo que ver mi libro, en la medida que reproduce muchas de estas denuncias contra Stiuso y su socio. Tiene que ver con lo que el cientista italiano Norberto Bobbio llama el “criptoestado”, el Estado que está en las sombras, como falla central de todo lo que podríamos llamar “modelo occidental de democracia”. Un agujero donde se mueven resortes de poder absolutamente desconocidos. A mayor secreto mayor poder para actuar de las oligarquías que actúan en las sombras. El poder económico por ejemplo. Y a mayor transparencia, mayor apertura, mayor vigilancia pública. Esta democracia, construída a partir de la derrota que se inflingieron los militares en Malvinas, tiene como deuda fundamental haber mantenido a lo que llamamos el “criptoestado” durante estos treinta años. En eso todos los gobiernos tienen culpa. Algunos más.
En la época de Carlos Saúl (Menem, NdR), el Jefe de la SIDE (Juan Bautista) Yofre, introdujo varios militares represores, que no estaban en la SIDE. Los puso. Había habido una pequeñísima purga por parte de los radicales y habían sacado algunos represores en el gobierno de Alfonsín. Llega Yofre, la SIDE menemista, y pone al General Carlos Martínez, que había sido jefe de la SIDE y jefe del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército, nada más ni nada menos. Un hombre que no pudo ser condenado a cadena perpetua porque murió de “muerte natural” el año pasado, después de haber estado mucho tiempo sin que lo toque la Justicia.
Bregman- Cuando allanaron la casa de Martínez recuerdo que encontraron muchísima información, carpetas y archivos que él mismo guardaba en su domicilio.
Bonasso- Cierto. Martínez era un hombre claramente vinculado a la contrainsurgencia gringa, alumno de la Escuela de las Américas, agregado militar ante la Junta Interamericana de Defensa en Washington. Esto para quienes dicen que la SIDE no tiene vínculos con la CIA, estrechos, y no sólo con la CIA sino también con la DIA, la agencia militar norteamericana de inteligencia.
- Ese aparato de espionaje, en esta década, ha seguido funcionando con sus propias “reglas”…
Bonasso- Se da un hecho inusitado en el marco de una guerra entre espías. La SIDE tiene varias bandas sueltas, e individuos, con diversos intereses. Que se han ido agregando, entre esos 2000 agentes de planta y los “inorgánicos”, ya que fueron nombrados en distintas etapas. Durante la dictadura militar, el alfonsinismo, hasta llegar al kirchnerismo. Había dos bandas principales: la del director de Operaciones Stiuso y la de Fernando Pocino, director de Reunión Interior, muy vinculado a Nilda Garré. Pocino también está vinculado al tema trata, con otros lenocinios, pero aparece como “el demócrata”, porque es de formación radical, que como sabemos no es ninguna garantía (risas). Y Pocino se vincula muy astutamente a la inteligencia militar, que se desarrolla, comienza a crecer de forma vertiginosa, con la asunción de Garré en Defensa, que ha sido presentada incorrectamente por algunos organismos de derechos humanos como una gestión “civilizadora” y que, por el contrario, creo que inicia una de las mayores regresiones que ha tenido este gobierno, que es entregarle a la inteligencia militar el espionaje interno. Incluso, lo ha dicho el jefe de Gabinete Capitanich, no yo, la inteligencia criminal. No puede hacer ni inteligencia criminal interna, ni muchísimo menos espionaje político y sobre los actores sociales: eso está expresamente vedado al Ejército. Hubo un corpus de leyes al comienzo de la democracia, que tienen defectos pero son consonantes con los acuerdos de derechos humanos que firmó Argentina en su momento y marcan una “voluntad” de alejarse de los preceptos de la Doctrina de Seguridad Nacional. La Ley de Inteligencia forma parte de ese “corpus”, que ahora se reforma. Establece que los militares no pueden actuar ni como policía interna ni en “espionaje político”. Bueno, esto se está violando. El Presupuesto de Inteligencia del Ejército, de $500 millones, comparado con el de la SI que se supone que concentra la mayor cantidad de operaciones, que tiene $800 y pico de millones… Comienza a haber una desmesura. ¿Y qué significa eso?
Si a esto le sumamos que los antecedentes del general César Santos Gerardo del Corazón de Jesús Milani no son precisamente santos, sino que aparece vinculado al terrorismo de Estado en La Rioja y Tucumán, a la desaparición de su propia gente como el soldado Alberto Ledo y a otros hechos delictivos, de crímenes de lesa humanidad, estamos en una situación muy grave. Una situación que solo ha sido posible con el silencio cómplice de algunos organismos de derechos humanos comprados por el gobierno, sin dudas. Eso hay que decirlo categóricamente. Hay un sector de organismos de derechos humanos que han tenido una actitud digna, consecuente y combativa, como el CeProDH.
LID- Además de los fondos reservados vos decís que, así como otras fuerzas de seguridad, los servicios obtienen fondos de lo que llamamos el “gran delito”. Lo que sería una parte “en negro” que no se sabe de dónde cobra y hay sectores que tienen relación con el gran delito.
Bonasso- Exacto, relaciones con el gran delito.
Bregman- En la nueva ley de inteligencia una de las atribuciones que le dejan a la nueva “SIDE”, a la AFI, es intervenir en delitos complejos como narcotráfico. Creo que es el delito que menos inteligencia necesita en la Argentina. El tema de los desarmaderos, por ejemplo, que están directamente ligados a piratas del asfalto, robos violentos, entraderas, etc. No hay desarmaderos ocultos, los puede ver cualquiera que quiera ver. La trata de personas tampoco es un negocio oculto. Pero siguen manteniendo esta relación entre que es necesario un servicio secreto para descubrir el gran delito. De hecho lo que hacen es legalizar esta relación, que viene existiendo hace años. Está el caso del “Lauchón” Viale, un agente que reportaba a Stiuso y fue acribillado por el Grupo Halcón de la Policía de la Provincia en un “operativo antidrogas”.
Bonasso- Ahí tenés la respuesta. Teóricamente el “Lauchón” estaba infiltrado en una organización narco y en realidad es evidente que existe una competencia entre la Provincia de Buenos Aires y el señor Stiuso y le matan a Viale por una cuestión territorial: “pum, te matamos a uno de tus lugartenientes”.
Bregman- En la nueva ley éste es uno de los elementos a analizar. Se vuelve a plantear que se necesita un servicio secreto para el delito complejo cuando más bien lo que ha hecho es alimentarlo y retroalimentarlo, generando estas mafias que se matan entre sí.
Bonasso- La muerte de un fiscal que iba a denunciar a la Presidenta, en la víspera que se iba a presentar ante el Congreso, en cualquier país significaría un escándalo. Además es muy grave desde el punto de vista cultural y social, porque pone al pueblo ante el tema de la violencia política de mala manera, que hay un poder mafioso en las sombras, que viene y te mata. A la luz de esto, ¿se puede reformar algo tan difícil como es la inteligencia del país, en medio de una crisis? Se pueden terminar agravando los problemas de espionaje.
Bregman- Nosotros consideramos que la SIDE, por más que le cambien el nombre o algunas funciones, al estar ligada a tareas de control social, lo que hace que la oposición tampoco se pueda sentar a discutir en serio, es porque nadie quiere abordar a fondo para qué se necesita un servicio secreto , en defensa de qué intereses. Si no vas a fondo con qué intereses se quieren defender. Por eso hay un debate muy superficial. Que diga el gobierno nacional “porque tengo que mantener los intereses de la Barrick, de Pepsico, junto con las papeleras…” De fondo está eso, aunque después hay un funcionamiento paraestatal, estamos de acuerdo.
Bonasso- Totalmente de acuerdo. Yo te añadiría una cosa. Yo he vivido buena parte de mi vida entre gobiernos militares y gobiernos débiles presionados por militares. ¿Para qué servía la SIDE en aquellos años? Si uno se presentaba para un puesto público, se pedía el informe en la SIDE. O sea que la SIDE era un organismo macartista, que te tenía fichado y determinada si por tus particularidades políticas estabas capacitado para trabajar en el Estado o no. En términos reales, era un organismo inquisitorial, y lo siguió siendo.
Bregman- Se debería discutir eso, no solo donde están los archivos. El famoso “análisis de medios públicos” se sigue haciendo, lo hace por ejemplo Gendarmería, es leer los diarios y hacer recortes de notas periodísticas, viendo las solicitadas, quién adhirió a tal causa, a tal marcha.
Bonasso- Es el “gran hermano” que te vigila…

Entrevistaron: Myriam Bregman - Lucho Aguilar.

***

En la segunda parte de esta entrevista Bonasso habla de la persecución que el Estado, utilizando a los servicios de inteligencia y a sus fuerzas de armadas y de “seguridad”, realiza sobre las organizaciones obreras, populares y la izquierda. También analiza en particular el caso de Alejandrina Barry, la hija de desparecidos (militante del CeProDH y del PTS) que fue víctima de una operación conjunta entre los militares y la Editorial Atlántida, uno de los temas de su libro.

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