sábado, 7 de febrero de 2015
Habemus 'acuerdo estratégico' con China
Cristina Kirchner ha presentado el viaje a China como parte de una "alianza estratégica".
Una semana antes, Galuccio, solitariamente, había suscripto en Pekín un memorándum de entendimiento con Sinopec, una de las principales petrolera chinas. Una réplica del pacto celebrado con Chevron que incluye, además de Vaca Muerta, la entrega de los yacimientos convencionales, la refinación y comercialización. La empresa china sería beneficiaria del subsidio que los "nac & pop" otorgan a las petroleras: un precio de 77 dólares el barril, contra el internacional de 45 dólares. La 'estrategia' K con China no difiere de la que desarrolla con los pulpos yanquis.
El Convenio marco de cooperación económica y de inversiones con Beijing, sancionado en el Congreso, establece un plan de obras de infraestructura de cinco años de duración: las adquisiciones argentinas podrán efectuarse a través de adjudicaciones directas y sin pagar aranceles, así como vuelve a autorizar la contratación de mano obra china en condiciones de igualdad laboral con la argentina, tal como se aplica en el reequipamiento del Belgrano Cargas.
Las empresas estatales chinas no incorporan, de un modo general, producción local en este tipo de proyectos conjuntos. Se incumple el régimen de "Compre Nacional" en la provisión de turbinas, generadores, transformadores eléctricos, vagones ferroviarios y otros equipos. Un reciente informe de la Cámara de Industriales de Proyectos e Ingeniería de Bienes de Capital (Cipibic) revela que la participación de China en las importaciones argentinas de esos equipos pasó de 2,6% del total en 2002 a casi 20% en 2013. Los capitalistas K, como Electroingeniería o Eurnekian, se favorecen con estos arreglos que obligan a los chinos a contratarlos como 'socios'.
Después de la masacre ferroviaria de Once, el esquema se repitió con los nuevos trenes chinos, importados sin licitación, para renovar las líneas suburbanas. Se pagaron al contado con fondos del Presupuesto nacional. Todo esto eleva el déficit comercial con China, que en 2014 habría trepado a 6.300 millones de dólares.
Un gobierno acorralado
El arreglo con China es un acuerdo dictado por la emergencia la necesidad de financiamiento externo. También tiene un límite: Maduro, el presidente de Venezuela, no consiguió un dólar en su reciente gira por China, porque la deuda llegó a un tope -50.000 millones de dólares- que los chavistas no pueden devolver. Mientras deambulan por China, CFK y Kicillof esperan un fallo británico, pedido por el ricachón Soros, para que Argentina pueda pagar la deuda externa en Londres. El convenio con los chinos contiene una cláusula que ofrece a China la posibilidad de pedir el adelantamiento del pago de deuda si Argentina entra en defol en los mercados internacionales.
En definitiva, los acuerdos con China ni siquiera disipan los nubarrones del frente de tormenta que sigue abierto con los buitres y el pago a los acreedores.
Pablo Heller
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