sábado, 7 de febrero de 2015

Megacausa La Perla: “La clase trabajadora fue la más afectada por el Golpe”

Lo afirmó el ex dirigente del Sindicato de motores diesel livianos Perkins cuya directiva fue perseguida y diezmada por el terrorismo de estado con la complicidad de la patronal. Declararon, además, dos testigos sobre la desaparición de Berta Perassi y Raúl Cassol.
En la sala de audiencias del Tribunal Oral Federal N° 1 (TOF1) presidido por Jaime Díaz Gavier y conformado por Julián Falcucci, Camilo Quiroga Uriburu y Carlos Ochoa (cuarto juez) se produjo la apertura del último tramo de la megacausa que tiene en el banquillo a 54 acusados. Entre ellos, Luciano Benjamín Menéndez.
Durante la primera jornada se receptó el testimonio de Esteban Carranza, ex secretario gremial del sindicato de Motores Livianos Diesel (Perkins) organización perseguida y cuasi exterminada durante el terrorismo de estado. El testimonio, pone sobre el tapete las complicidades civiles y eclesiásticas con la el terrorismo de estado.
El testigo reclamó además en nombre de la dignidad y el honor que digan dónde están los huesos de los trabajadores.
“Hemos sufrido mucho, tenemos en nuestro gremio cuatro desaparecidos y tres asesinados”, afirmó, el militante sindical. Luego narró, emocionado, la historia del sindicato cuyo modelo antiburocrático se había ganado la confianza de 1300 afiliados.
“En la primera reunión decidimos que cada uno debía cumplir con sus tareas en la fábrica y después ir al sindicato cada vez que fuera necesario. Si tenía turno tarde debía ir por la mañana. Pensábamos que como sindicalistas debíamos servir a los trabajadores para que todos pudiéramos tener una vida mejor”, recordó.
Detalló las reivindicaciones y las condiciones laborales logradas tales como la firma de un convenio colectivo superior al logrado por el Smata, así como la adquisición de una colonia de vacaciones “con dinero que poníamos de nuestro sueldo”.

La intervención

“La clase trabajadora fue la más afectada por el golpe”, afirmó ante el Tribunal. Y evocó que el 24 de marzo de 1976 junto a un grupo de delegados hicieron abandono de tareas y se dirigieron a la sede del sindicato.
“Cuando llegamos, estaba tomado. Le pregunté al coronel Tanco y me dijo que estaba intervenido”, rememoró. A esa hora “habían retirado los cuadros de Perón y Evita y unos cuadernos. Buscaban armas. En el banco no teníamos nada que pudiera culparnos. Los otros compañeros que fueron y la abogada averiguaron si habían lanzado la captura de dirigentes y dijo que sí”.
Se trataba nada menos que del secretario general Juan Enrique Villa y de los dirigentes Américo Aspitia y Miguel Agüero. Los tres partieron al exilio interno. Aspitia fue capturado pasó por los centros clandestinos de detención y luego por distintas cárceles hasta salir en libertad en 1983.

Desapariciones

El testigo declaró que el 18 de mayo de 1976 desaparecen Hugo Alberto García y José Antonio Apontes, tesorero y subtesorero del gremio. “Yo sabía dónde vivían. Estaba (la puerta) abierta, había un altillo, y estaba todo revuelto. Volví y le dije al coronel Tanco por qué los habían detenido. Y me contestó que no sabía, que preguntara en el Tercer Cuerpo”, evocó. Y destacó que los dirigentes habían estado un día antes en la sede. Más adelante denunció que el interventor militar “entraba a la fábrica como dueño”.
Asimismo recordó que una tarde en la empresa le dijo “usted tiene que hacerse cargo del gremio” cuestión a la que se negó rotundamente. “Sacó una pistola y la puso sobre la mesa y me dijo que me lo ordenaba. Le dijo que no y no volví más al gremio. Esto me trajo consecuencias porque los supervisores me controlaban mucho más”, testimonió.
También declaró acerca de la desaparecieron de Pedro Ventura Flores y de Adolfo Ricardo Luján, ocurridas en marzo.

Primatesta: “Nada que decir”

Carranza que había militado en la Juventud Obrera católica (JOC) no tuvo problemas en acompañar a un grupo de familiares de militantes secuestrados al arzobispado.
“Fui a verlo a Primatesta con el padre de Soledad García, con gente del gremio del caucho, y las esposas de Flores y Luján”, comentó.
De movida le dijeron que no los atendería. Primero lo recibió “el cura Flores y me dijo: el obispo no te puede atender”. Finalmente el prelado salió. “No me dio la mano. Le dije, monseñor vengo con estas mujeres y los chicos y le pido que les de una palabra de aliento”, pero, cortante le dijo: “no tengo nada que decir sobre este tema”.
“Creo que la jerarquía eclesiástica tuvo mucho que ver, sabían lo que pasaba, callaron y ese silencio agravó las cosas”, reflexionó.
Para concluir valoró el estado de derecho y las garantías de las que disponen los imputados. “Estos señores tiene jueces y todo bajo la ley. En cambio a nosotros no nos dieron esa posibilidad. Nosotros, como las abuelas y las madres, también queremos encontrar algún hueso de los trabajadores. Si tienen un poco de dignidad, y honor digan dónde han enterrado a los nuestros”. Y agregó: “Estamos jugados, no tenemos miedo de que nos maten”, enfatizó.

“Parecían guerrilleros”

La primera en declarar fue María Cristina Nussbaum, amiga y compañera de militancia de Berta “la Gringa” Perassi, detenida desaparecida.
Contó que la madrugada del 25 de junio de 1976, a eso de las 4, “se sintió un ruido muy fuerte” y un grupo vestido de civil, que portaba armas “nos enfocó con una linterna gruesa” y les gritaban que se no se movieran.
Cuando ocurrió este evento estaba embarazada de siete meses. Junto a su marido, también militante, compartían con Berta la casa estilo chorizo ubicada en la calle Haedo, a dos cuadras de la avenida Colón. Una semana antes, Berta se va del lugar y les recomienda que hagan lo propio por seguridad.
La patota ingresó al lugar sin orden de allanamiento, dijo, y agregó que les llamó la atención la vestimenta de por lo menos dos de ellos porque “parecían guerrilleros, tenían barba y pelo largo como los militantes populares”. ( N de la R. Esta frase remite al primer juico realizado en esta provincia -causa Brandalisis- cuando el imputado y condenado Jorge Exequiel Acosta lució durante el proceso judicial pelo largo y barba para amedrentar a los testigos sobrevivientes).
Añadió que en ese momento uno hacía el rol de bueno –con ella- y el otro de malo con su marido. Tras interrogarlos sobre el paradero de Berta se fueron y les recomendaron: “no se muevan, en una semana volvemos”.
Con su esposo decidieron irse de inmediato. Armaron un atado con ropa para el niño por nacer y mudas para ellos y la otra hija. “Tomamos un ómnibus en la Colón y nos fuimos al centro. Desayunamos en un bar, eran las 5 o 6 de la mañana. Decidimos que yo iba a la fábrica de galletitas Lía y le avisaba a la Gringa que la fueron a buscar”, relató.
- Te vinieron a buscar los paramilitares- le dijo, en el portón de entrada.
- Esperáme – le respondió Berta y se fue al interior de la empresa y llamó a una asamblea.
“Me quedé esperando y como no salía me fui”, relató la testigo.
Se reunieron unas tres veces más mientras tomaba clases de parto sin dolor. Y nunca más supo de ella. “Nosotros rodábamos de una casa a otra y con la preocupación por sobrevivir, por el nacimiento del niño y eso hizo que no me pusiera averiguar sobre la Gringa. Alguien me dijo que la llevaron de la casa del novio, que hicieron una ratonera”, señaló.
A los días volvió al barrio para ver si podía ingresar a la vivienda y retirar algunas cosas. Desde casas vecinas observó el panorama. “Volví a buscar unas cosas pero fui primero a la peluquería y a la casa de una señora boliviana y vimos que había un (Ford) Falcon enfrente de la casa y que había movimientos”, concluyó.

Cassol

Adriana Estela Viera, la segunda testigo, pidió que no estuvieran los acusados presentes. En la sala había siete de los 54 que se retiraron.
Tenía 16 años cuando un grupo de hombres que calzaba borceguíes “entraron a la casa, y nos taparon la cabeza a mí y a mi hermana”. La testigo vio como secuestraron a Raúl Cassol – la pareja de su madre-, delegado del gremio de Atilra que nucleaba a los trabajadores de la empresa cooperativa San – Cor. Recordó que “Los vecinos habían visto camiones de militares y que habían secuestrado a otros compañeros”.
“Fue el 29 de marzo de 1976. Porque al otro día era su cumpleaños”, relacionó. Reveló que esa circunstancia cambió la vida familiar para siempre. “Fue un antes y un después”, afirmó. Luego detalló la búsqueda encarada por su madre y las esposas de otros compañeros de trabajo que recorrieron comisarías, cárceles, y dependencias del Tercer Cuerpo.

Tramo final

Según datos oficiales de la fiscalía el número de víctimas llega a 716. De ese total, 283 fueron secuestrados, torturados y están desaparecidos, 67 han sido fusilados en operativos ventilador y 13 torturados hasta morir en La Perla y luego desaparecidos. Los demás son sobrevivientes.
Prestaron declaración 435 testigos. Faltan alrededor de 400 que podrán reducirse por diferentes cuestiones a 200. De modo a después de la mitad de año se pasaría a la etapa de los alegatos y antes de fin de año al veredicto.
Por acumulación reúne a 22 causas, entre ellas, el robo de bebés, secuestro y torturas a curas y seminaristas de La Salette, y la desapropiación y robo de la empresa Mackentor so pretexto de que financiaba a la subversión. La empresa había ganado una licitación para realizar un acueducto y había ingresado al mercado de fabricación de tubos de alta presión tocando los intereses de Multicemento, compañía que se queda con todo.
La próxima semana -martes y jueves- continuará el juicio que es oral y público.

Katy García (PRENSA RED)

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