Por estos días circuló el borrador de la nueva Carta Abierta (Nº 18). “Entre el texto y la sangre” es el título y se refiere centralmente a la crisis por la muerte de Nismam. Grageas de una primera lectura rápida.
El borrador protesta por los cuestionamientos a la decisión de “disolver” la ex SIDE, cuya “reconstrucción” será la Agencia Federal de Inteligencia (AFI): “Entonces, la medida que disuelve un odioso organismo de control social es vista como un acto tardío, una decisión que cambiará un Servicio de Inteligencia por otro, una astucia que le entregará al Ejército la vigilancia de los ciudadanos. Actúan con la puntillosidad sarcástica de gramáticos inquisitoriales, mientras pasan por alto la metáfora bradenista que sobrevuela al país. ¿No saben ver al embajador norteamericano respaldando directamente el funeral de Alberto Nisman, mientras son pisoteadas las flores que envía la representante del Ministerio Público?".
Nosotros, salvajes inquisidores de históricos anuncios presidenciales, preocupados por cosas tan mínimas y puntillosas, casi detalles, como que un General del Ejército acusado de cómplice y partícipe del genocidio fortalezca su poder (y monopolice la inteligencia) o que la nueva AFI traspase el mismo personal y mantenga el manejo discrecional y de los fondos reservados. Esta lectura que solo puede ser hecha por sarcásticos gramaticales, nos impide ver lo verdaderamente relevante: la magnitud significativa de una metáfora que emana de flores pisoteadas en los jardines de un velorio. “Braden o la flor”, parece que es la traducción actualizada de la vieja consigna del peronismo de los orígenes.
En otra parte leemos: “Ignoran que hay un cripto-Estado que viene de lejos y que, de una manera sobredeterminada, se dieron ahora las posibilidades de revisarlo y sacarlo a luz. (...) Dicen que a la vieja Secretaría de Inteligencia le va a seguir otra institución igual. En vez de analizar este estratégico problema, se distraen en chicanas como que ’ahora es tarde’. ¿Pero hay fechas para los cambios sustanciales?”
Otra vez tenemos a las posibilidades que “se dan” y al gobierno capturando el tiempo en el momento exacto en que lo autorizan las determinaciones. La dictadura de las “condiciones objetivas”, tantas veces criticada (y muchas con razón) a cierto mecanicismo marxista. Los campeones del optimismo de la voluntad y aduladores del "decisionismo" bonapartista rendidos ante el pobre posibilismo de la determinación. Cómo no darse cuenta de que las condiciones de estos 10 años no permitían sacarse de encima a mafiosos y criminales, al Estado detrás del Estado, a las cloacas del poder. Se podía dar la orden: ¡Proceda!”, para bajar el cuadro; pero “no estaban dadas las condiciones” para proceder con Stiuso y Cía.
Hubo que esperar un momento “althuserianamente” sobredeterminado, que vino “como anillo al dedo” con el suicidio/asesinato de un fiscal del Estado, combinado con 20 años de impunidad de los atentados a la AMIA y a la Embajada de Israel. Ni antes, ni después, ahora es cuando. Como se sabe, el kirchnerismo toma siempre las medidas en el momento justo y en el lugar indicado.
Una deuda que -como la estatizada por Cavallo en los años finales de la dictadura-, ya no era de nadie, porque es de todos. O más precisamente, la deuda le pertenece a una abstracción suprema: es “de la democracia” (y esta es una cantinela que repiten tanto oficialistas como opositores).
Con este mismo ímpetu que universaliza las responsabilidades y libera de las mismas a todos los particulares, dice el borrador: “el esclarecimiento efectivo de los atentados a la Amia y la Embajada de Israel es el timbre estridente que toca a las puertas de la sociedad argentina”.
La deuda ya está cargada a las cuentas “de la democracia” y la impunidad toca un estridente timbre en la casa de otra abstracción: la sociedad argentina.
En el momento justo, el sacrificado kirchnerismo se hace cargo de las culpas de la sociedad y paga la deuda de la democracia (y todo por el mismo precio). Y para hacerlo efectivo (como buenos pagadores seriales) emite Patacones que llevan impreso el rostro democrático de Milani y el sello indeleble de la flamante Agencia Federal de Inteligencia.
Fernando Rosso
@RossoFer
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