sábado, 21 de febrero de 2015

La crisis Nisman y el regreso de la burocracia sindical



La crisis abierta tras la muerte dudosa del fiscal Nisman cambió el escenario político para este 2015. La burocracia sindical se prepara para el próximo gobierno y regresó de sus vacaciones con protagonismo del moyanismo en la marcha del #18F, anunciando un paro de los gremios del transporte para el 31 de marzo, y discutiendo la reunificación de la CGT. La necesidad de una política independiente en los sindicatos.

La burocracia sindical se había despedido del 2014 como mejor lo sabe hacer. Mientras los dirigentes oficialistas cerraban un año que los había encontrado inmóviles y cómplices del ajuste, los opositores como Moyano, Barrionuevo y aliados terminaron el calendario levantando un paro nacional anunciado, dejando en banda a millones de trabajadores que exigían un bono de fin de año luego de meses de alta inflación, y libradas a su suerte a las luchas contra los despidos, como en Lear.
Pero este 2015 la crisis Nisman apuró la vuelta al ruedo de todos los actores de la política nacional, incluida la burocracia sindical, que se prepara para el fin de ciclo del kirchnerismo y, sobre todo, para quedar mejor posicionada para el próximo gobierno.
Por eso este #18F todos mostraron rápidamente su juego. Mientras los dirigentes K como Pignanelli o Yasky salieron otra vez en apoyo al gobierno nacional en esta crisis, no extrañó el protagonismo de ciertos actores de la burocracia sindical opositora en la marcha del miércoles, que nada tenía que ver con los intereses de los trabajadores. Quien más resaltó fue el moyanista Julio Piumato (único orador de la "marcha del silencio"), apoyando a la corporación judicial y a la movida de los partidos tradicionales de la oposición que se proponen para suceder al kirchnerismo en el poder. Este sector hasta se hizo cargo de la logística de la movilización (usando como escenario un camión aportado por el sindicato camionero). Hace pocos años atrás, estos mismos dirigentes aportaban logística y movilización para las marchas del kirchnerismo, como las recordadas por la crisis del campo en 2008.
Pero como en este movido año electoral no hay tiempo que perder, apenas pasado el #18F, mientras los dirigentes sindicales K continuaban con su defensa del gobierno, Hugo Moyano y su hijo Facundo desembarcaron en Salta al día siguiente de la movilización para apoyar al ex menemista Juan Carlos Romero en su disputa por la gobernación de la provincia. Esto ocurrió días después de que Romero se mostrara con Sergio Massa en Purmamarca durante el carnaval, a la vez que este mismo candidato recibe también el apoyo del PRO de Mauricio Macri. La campaña electoral de todas las alas de la burocracia sindical está largada.

El control de la calle y los sindicatos frente al próximo gobierno

Como complemento necesario a estos movimientos por arriba, un sector de la burocracia sindical se reorganiza para seguir usando la fuerza de los trabajadores como moneda de cambio para pelear por sus espacios de poder en el próximo gobierno. Las discusiones sobre la reunificación de la CGT y el anuncio del paro del transporte para el 31 de marzo, deben leerse desde este ángulo.
Recordemos que tras años de paz social por parte de las centrales sindicales, la burocracia sindical ahora opositora, antes oficialista, volvió a tomar medidas de fuerza como los paros nacionales recién luego de su ruptura y desplazamiento del kirchnerismo, al comenzar el segundo mandato presidencial de Cristina Kirchner. Lejos de estar interesados por los intereses de los trabajadores, estos dirigentes millonarios usan el poder de los sindicatos para golpear y negociar por sus propios intereses de prebendas y negocios. Por eso jamás llevarán los reclamos de los trabajadores hasta el final, y eso explica las medidas aisladas, “controladas” y sin continuidad que tuvieron lugar los últimos dos años.
Cualquiera sea el gobierno que asuma en 2015, el control de la calle y la necesidad de pasar un mayor ajuste contra los trabajadores en el marco de la recesión, requiere del control de los sindicatos. Ese es el poder que la burocracia sindical quiere hacer pesar para acomodarse en el reordenamiento del régimen político que surja tras el fin de ciclo kirchnerista. Algunos lo hacen mostrando que pueden ser fieles aliados, como los K que aceptan despidos, topes salariales o persecuciones a los delegados combativos, otros mostrando que pueden paralizar el país si se los deja de lado. De fondo, todos buscan lo mismo: tener garantizados sus prebendas y privilegios. Por eso, alguien como Moyano puede posar de combativo si el kirchnerismo lo deja de lado, pero también puede hacerse garante del ajuste si están garantizados sus negocios. Fue explícito el dirigente camionero hace muy poco tiempo cuando se lo escuchó decir que "el futuro gobierno que venga, cualquiera sea, necesitará del respaldo de toda la sociedad, y no solamente del movimiento obrero, porque de acuerdo a cómo van las cosas, va a tener que producir ajustes muy duros. Para eso tenemos que tener un movimiento obrero que sepa y que acompañe con responsabilidad el futuro gobierno, cualquiera sea".
La reunificación de los gremios del transporte anunciada esta semana, y las declaraciones a favor de la reunificación de la CGT, van en el sentido de fortalecer el poder de la burocracia sindical para la defensa de sus intereses de casta. Por otro lado, al llamar un paro para el 31 de marzo, con 40 días de anticipación (cuando lo habitual es que estos dirigentes convoquen sin tiempo ni preparación seria, y menos aún con participación de las bases para garantizar el éxito de las medidas), los dirigentes del transporte abren también la puerta para múltiples negociaciones en este tiempo que les permitan obtener “algo” y levantar las medidas, sin luchar, y sin conseguir nada de fondo, pero mostrando que se los debe tener en cuenta cuando amenazan parar el país.
Mientras tanto, la lucha contra los despidos en Lear continúa, y los trabajadores de Donnelley siguen exigiendo la expropiación de la fábrica que ocuparon y pusieron a funcionar bajo su control. A la vez, comienzan las discusiones paritarias que afectarán los intereses de millones de trabajadores. El “ofrecimiento” de un 22% para los docentes en la paritaria nacional anticipa la necesidad de una política independiente de la burocracia sindical para enfrentar el ajuste que se continúa descargando sobre los trabajadores, y para dar una salida independiente a los grandes problemas nacionales, mientras las distintas alas de la burocracia sindical se alían a las distintas variantes de los partidos tradicionales.

Fernando Scolnik
@FernandoScolnik

No hay comentarios:

Publicar un comentario