sábado, 15 de marzo de 2014

Un ‘adecuado’ final de batalla



Finalmente el lunes 17 el directorio de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) aprobó por unanimidad el plan voluntario presentado por el Grupo Clarín para ajustarse a la ley 22.522. Pero pese a la trascendencia política del hecho ninguno de los dos bandos recibió la noticia con euforia triunfalista.
La propuesta de Clarín plantea dividir el multimedios (uno de los más poderosos de América Latina) en seis unidades formalmente “independientes” entre sí. Como la ley no impide que la división se haga entre los accionistas del grupo, Noble, Magnetto y compañía no están obligados a vender señales a terceros. Ahora La Corpo tiene seis meses para anunciar quiénes serán los titulares de cada unidad. Mientras corren los tiempos legales y siguen los chisporroteos discursivos todo parece conducir al cierre más o menos ordenado de uno de los conflictos políticos entre bandos capitalistas más importantes de los últimos años, que fuera desatado tras romperse la alianza mantenida entre 2003 y 2008 por Kirchner y Magnetto (asiduo visitante entonces de la quinta de Olivos). Un cierre, aparentemente, “sin vencedores ni vencidos”.
Sin algarabía ni festivales como los previos al frustrado 7D de 2012, las principales figuras del kirchnerismo ahora se llamaron a silencio. Sólo Martín Sabatella, titular de la AFSCA, salió a definir la decisión como un supuesto “inicio del fin de las posiciones hegemónicas en el mercado de la comunicación”. Pero por más malabares que hagan desde el gobierno hasta el propio escriba oficialista de Pagina/12, Mario Wainfeld, reconoce que “socios o accionistas de Clarín trataran de hacerse cargo de los nuevos conglomerados. La LdSCA, norma reformista de un Estado democrático dictada sobre la base de acuerdos transpartidarios, deja una brecha en ese sentido.”
Por su parte Clarín afirmó en un escueto comunicado que la aprobación del plan no es más que “el paso administrativo necesario y natural tras la presentación de un plan técnica y jurídicamente inobjetable, que se ajusta a derecho y cumple al detalle con las previsiones de la norma”. Reconociendo que esto no es lo que quería el grupo (tan afecto a la impunidad y a los negocios sin regulación) da por descontado que la “adecuación” no significará ni un gran trauma empresarial ni mucho menos una pérdida en la influencia en la agenda mediática y política nacional. Clarín seguirá siendo un grupo dominante en el mercado de medios.
El mismo día la AFSCA convalidó también los planes presentados por el Grupo UNO de Vila y Manzano (segundo más grande del país) y de Aldrey Iglesias, con base en Mar del Plata. Pero quedaron sin tratar los planes de otros grandes grupos, casi todos aliados del gobierno, como Telefónica-Telefe, Moneta, Telecentro (Alberto Pierri) y Prisa-Continental. Como casi todos tienen irregularidades para la nueva ley, esos tratamientos quedan sujetos a las necesidades políticas del gobierno en el marco de su fin de ciclo. Por caso, se dice que Cristobal López podría comprar Telefe. Está claro que si el empresario de la timba y el petróleo, metido ahora de lleno en el negocio mediático (le compró C5N y Radio Diez a Hadad e Ideas del Sur a Tinelli) se hiciera del canal de la pelotitas Sabatella se las rebuscaría para darle el visto bueno.
En tiempos de giro a la ortodoxia neoliberal y ajuste contra el pueblo trabajador el gobierno necesita cerrar más o menos ordenadamente el conflicto por la Ley de Medios (“la madre de todas las batallas”, como decían antaño los kirchneristas). Ya no da para sostener un frente de tormenta contra los exponentes mediáticos de la “burguesía nacional”, ésa que Néstor Kirchner pretendió apuntalar para “hacer patria”. En definitiva, puro cálculo político de un gobierno más preocupado por retirarse tranquilo en 2015 que por mantener un progresismo discursivo decadente.
Ahora el problema lo tienen quienes repitieron durante años que la Ley de Medios venía a democratizar la palabra, embelleciendo una norma que sólo buscaba reordenar interesadamente el mercado capitalista de los medios. Será cuestión de esperar algunas nuevas “cartas abiertas” lacrimógenas, justificatorias de cuanto derrape oficial aparece en el horizonte.
La verdadera democratización de los medios de información y entretenimiento seguirá siendo una tarea pendiente y una necesidad para la clase trabajadora y los sectores populares, que estará a la orden del día en las luchas por venir.

Daniel Satur, Martín Espinoza

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