lunes, 31 de marzo de 2014

Argentina creció 3% en 2013

El INDEC informó sobre la evolución del nivel de actividad durante el 2013, bajo una nueva modalidad de medición de las cuentas nacionales, con precios bases del 2004.
Con la nueva medición, preliminar, la que se ajustará definitivamente en septiembre próximo, la economía de la Argentina creció el 3% durante el 2013.
Las expectativas, según informaciones oficiales previas, eran de una cifra mayor, superior al 4%, y vale recordar que si el crecimiento es superior al 3,22% existen bonos de la deuda pública atados al crecimiento del PBI que pagan intereses anuales del orden de los 3.500 millones de dólares.
El dato a destacar es que los tenedores de esos títulos esperaban cuantiosas ganancias a cobrar en el 2014, que ahora se esfuman. Al mismo tiempo, se liberan fondos para usos alternativos, los que no debieran asignarse arbitrariamente y sí, favorecer un debate sobre la utilización de esos recursos, precisamente en un momento en que se debate, entre otras, la actualización de las asignaciones de los trabajadores estatales.
Desde el INDEC se están presentando nuevos indicadores y mediciones, supervisadas y observadas en su metodología por el FMI. Se trata de la medición de los precios minoristas de carácter federal para enero (3,7%) y febrero (3,4%) de este año; y ahora los datos de actividad económica, es decir. el 3% de expansión del PBI, o sea la nueva riqueza generada en un año.
Es aún prematuro relevar la credibilidad de las nuevas informaciones, aunque parecen más asociadas a la realidad percibida desde distintos ángulos. Habrá que analizar la tendencia de la nueva serie que se habilita para medir la inflación y el PBI y en ese proceso validar o discutir el resultado estadístico de la nueva metodología.

¿Qué sectores crecen y cuáles caen?

Los datos confirman intuiciones sugeridas desde diversas fuentes, entre las que sobresale una caída del 1,6% en la explotación de minas y canteras y especialmente una baja del 0,3% en la actividad en la industria manufacturera y en contrapartida una expansión del 21% de la intermediación financiera y otros servicios financieros.
No es un tema menor ante el crecimiento de la actividad industrial desde el 2002 y su impacto en el empleo, importante por lo menos hasta el 2007 y con tendencias mucho más leves desde entonces. Una situación agudizada en el 2009, año de recesión global, y que parecía superada con fuerte intervención estatal en los años siguientes.
Ahora, debe registrarse el retroceso industrial, más allá de críticas al modelo de armaduría y escasa difusión en sectores pequeños y medianos de partes y componentes para ensamble, en el marco de una crisis mundial que ya no solo impacta en los países capitalistas desarrollados.
El agro (10,6%) y la pesca (22,8%) crecen por encima del promedio; también hotelería y restaurantes (4,3%); e incluso la actividad estatal en educación, salud y seguridad social apenas por encima del promedio. En el otro ángulo se destaca un crecimiento por debajo del promedio en electricidad, gas y agua (2,9%); transporte, almacenamiento y comunicaciones (2,7%); la construcción (2,5%); el comercio (1,8%); y otros sectores como el servicio doméstico o los servicios inmobiliarios.
Interesa por lo tanto la coyuntura derivada de la información y la perspectiva del presente año y siguientes, por el impacto en el empleo y lo que supone en el imaginario social el aliento a la actividad financiera por sobre la productiva en el sector industrial.
No se trata de que uno sea mejor que el otro (sector productivo sobre financiero), ya que el uno necesita del otro, pero si interesa ver las orientaciones de la actividad económica que se deriva de la política económica.

Devaluación y tasas de interés

En este sentido puede argumentarse que la devaluación de enero apunta a la mayor competitividad de la inversión en producción agraria, minera e industrial, claro que a costa de la merma del poder de compra de los trabajadores y sectores sociales de ingresos fijos.
Junto a la devaluación se aumentan las tasas de intereses para estimular imposiciones en moneda local y desestimular la demanda de divisas, lo que en definitiva alienta horizontes especulativos y encarece el crédito para la inversión productiva. Acompañando el estímulo al ahorro en pesos, el Estado nacional acaba de salir a ofertar bonos de la deuda pública en pesos para captar la voluntad de inversión financiera y restringir la oferta monetaria (circulación de dinero) para intentar frenar subas de precios.
El combo en cuestión, devaluación más alza de las tasas de intereses, apunta a consolidar una desaceleración de la economía argentina, en sintonía con lo que ocurre en buena parte del mundo, incluidos aquellos de gran crecimiento en los últimos años, especialmente China y la India, que siguen creciendo más que la economía mundial, pero menos que en la última década.
Un debate interesante es que la política económica organiza beneficiarios y perjudicados y en una retrospectiva vale interrogarse por ganadores y perdedores de la convertibilidad y de la salida de la convertibilidad, y ahora conviene pensar como procede el reparto derivado de este conjunto de medidas de política económica sobre el conjunto de la sociedad. En este marco es que se anuncian los retiros a los subsidios del gas para el consumo domiciliario y se mantiene para el sector industrial, precisamente inducido por estos datos de baja en la actividad económica del sector manufacturero. Con esto se habilita el debate sobre quienes continúan siendo perceptores de subsidios y cómo se financia la superación de la desaceleración económica. Al mismo tiempo, las discusiones salariales de los docentes, a la que se suman nuevas negociaciones de actualización de salarios para el resto de los trabajadores bajo convención colectiva, definen el marco de perdedores y ganadores.
No alcanza con saber cuánto crece o no el país, el 3% del 2013 por ejemplo, sino que interesa desentrañar la ecuación entre beneficiarios y perjudicados como resultado de las respuestas gubernamentales de política económica, lo que motiva a respuestas sociales de apoyo o crítica para defender o modificar la situación. Es algo que se resuelve en el plano de la lucha política.

Julio C. Gambina

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