“No queremos atacarlo porque no queremos hacerle el juego a los gorilas. No queremos defenderlo porque no lo merece en lo más mínimo. Ante el gran fraude nacional que ha perpetrado, preferimos callar.” Eso declaraba un artículo de la revista Presencia frente la “traición Frondizi”. Así se conoció el brusco viraje que llevó adelante su gobierno en materia de política petrolera en julio de 1958. En 1954 Frondizi había escrito “Petróleo y política”, un libro considerado una “profesión de fe antiimperialista”, donde pugnaba por la defensa de la producción nacional y contra la entrega a las multinacionales. Cuatro años más tarde lanza la llamada “batalla por el petróleo y por el autoabastecimiento” y firma 13 contratos con la Banca Loeb (representada por Henry Holland), Pan American Oil (subsidiaria de la Standard Oil), Tennessee, Esso, Shell y otras. León Rozitchner repudiaba desde las páginas de la revista Contorno, el grito mudo del articulista de Presencia, porque el silencio ocultaba una realidad de la que todos esperan ganar, con el solo hecho de no aclararla. En 1962, David Viñas, otro de los animadores de Contorno, convertía la catarsis en una novela que llevaba como título una exigencia: Dar la cara. Recordemos que los contornistas habían depositado esperanzas en el gobierno de Frondizi.
Hasta la última gota
El gobierno de Cristina Fernández acordó una indemnización a la española REPSOL por las acciones que la empresa tenía en YPF y fueron expropiadas en 2012. “Que no vengan a decir que estamos sacando algo que era suyo, cuando han exprimido hasta la última gota”, afirmaba belicoso en el Senado de la nación, el ahora ministro de Economía, Axel Kicillof. El monto a indemnizar por las acciones “expropiadas” es de 5 mil millones de dólares y se realizará a través de tres bonos con diferentes vencimientos de acá al 2033. Pero además, si al momento de la operación para el cobro en efectivo, los bonos se desvalorizaron por debajo de ese monto, el gobierno puede (y debe) poner a disposición otros mil millones de dólares en bonos. Los españoles deben cobrar como sea y en metálico, el valor acordado. Si REPSOL se quedara con los bonos hasta el final de la los vencimientos, sumando los intereses, terminará cobrando alrededor de los 10 mil millones de dólares. Así se convirtieron en los “expropiados” más beneficiados de la historia. Impusieron garantías contra la desvalorización del nuevo endeudamiento, el estado argentino defenderá el valor de los bonos en manos de REPSOL frente a las inclemencias del mercado financiero y tienen la oportunidad de acercarse a lo reclamado, sumando los intereses. La frutilla del postre: REPSOL mantiene el 12% de las acciones de YPF. Una “expropiación” que un año y medio después se parece mucho a una compra a precio de mercado. Y una hipoteca por 20 años del estado nacional ante los que habían exprimido “hasta la última gota”. "Esto acaba con un tiempo de desencuentros", dijo tiernamente Antonio Brufau, el CEO de la compañía, confirmando que hizo el negocio del siglo.
Carnaval
“El convenio Chevron YPF va a permitir un carnaval y un boom de actividad petrolera”, afirmaba también Kicillof un año después de la “patriada”, al momento de firmarse el acuerdo con la multinacional norteamericana para la explotación de los yacimientos de petróleo y gas no convencional de Vaca Muerta. Chevron impuso varias condiciones: aumentar el precio del gas en boca de pozo (que se triplicó) e YPF lidera el ranking de los aumentos "no cuidados", destrabó el embargo por los daños ambientales ocasionados por la empresa en el Amazonas ecuatoriano, valuados en 19 mil millones de dólares; las empresas pueden exportar el 20% sin retenciones y con libre disponibilidad del 100% de las divisas para enviar a la casa matriz (si tuvieran que venderlo en el mercado interno, el Estado les garantiza el precio como si lo hubieran exportado). Todo bajo jurisdicción de los tribunales de EEUU y Francia. Suena como un chiste de mal gusto que el decreto 1277 del 2011 que expropiaba las acciones, se denominase “Nuevo Régimen de Soberanía Hidrocarburífera”. El actual acuerdo con REPSOL busca dar garantías a otros inversores, además de intentar normalizar la situación financiera, frente a los organismos de crédito internacionales en un momento de delicada situación por las consecuencias de la falta de dólares (cualquier parecido con el léxico noventista no es pura casualidad). La idea es que el “carnaval” no sea solo privativo de Chevron.
Dar la cara
Pero la “traición Cristina” comprimida en el tiempo va mucho más allá de la cuestión petrolera. Incluye las intenciones de pagarle al Club de Paris, reordenar las estadísticas nacionales de acuerdo las condiciones del FMI, una devaluación que favoreció a los exportadores y a los empresarios en general y el techo a los salarios, empezando por el de los docentes. Ante esta situación, la última asamblea de Carta Abierta (los contornistas de hoy), pese a que lloró sobre la leche derramada de la devaluación y se pronunció en contra de la miseria que se les ofrece a la docencia (22%); plantó como bandera la necesidad de… un llamado a la “unidad nacional”. Y Alfredo Zaiat, calificó como “deuda buena” a la hipoteca con los saqueadores del REPSOL. La creatividad conceptual del progresismo contemporáneo para defender lo indefendible, es verdaderamente admirable. Al “ajuste con sensibilidad social” que había inventado Horacio Verbitsky semanas atrás, Zaiat le agrega la “deuda buena”. Frente a esto, el silencio propuesto por el articulista de Presencia se vuelve casi digno y el llamado a “Dar la cara” de Viñas se transforma en un manifiesto de extrema izquierda.
Fernando Rosso
Los datos fueron extraídos de dossier “Petroleó y política. De la nacionalización a Chevron”, publicado en la revista Ideas de Izquierda nro. 2 de agosto del 2013).
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