miércoles, 12 de junio de 2013
YPF-Chevron, o qué nos depara el futuro energético
El fin del embargo que Chevron tenía para realizar inversiones en Argentina da luz verde para el cumplimiento de los acuerdos firmados con YPF. Los hidrocarburos no convencionales, la YPF expropiada un año después y los debates sobre el futuro energético del país.
La semana pasada, la Corte Suprema de Justicia levantó el embargo que la compañía petrolera de capitales norteamericanos Chevron tenía por 19 mil millones de dólares, producto de una sentencia de la Justicia ecuatoriana que se hacía extensiva a la filial argentina y condicionaba las inversiones que la petrolera buscaba desarrollar en el país. Desde ahora, entonces, Chevron cuenta con vía libre para comenzar la investigación y exploración de los yacimientos de petróleo y gas no convencionales de Vaca Muerta, ubicados en la provincia de Neuquén.
La causa judicial que condicionaba el accionar de la compañía petrolera se originó en la década del 90, cuando Chevron (en ese momento Texaco) fue acusada por la Justicia ecuatoriana de contaminación ambiental en un área de 50.000 hectáreas del Amazonas y obligada a pagar la suma de 19 mil millones de dólares por resarcimiento. La sentencia se había hecho extensiva también a la filial argentina, por medio de la Convención Interamericana sobre el cumplimiento de Medidas Cautelares, y por lo tanto cualquier inversión realizada en el país podía ser objeto de embargo y complicar los acuerdos firmados con YPF. No obstante, el fallo de la Corte Suprema de la semana pasada resolvió levantar el embargo, sosteniendo que Chevron Argentina es una persona jurídica diferente que Chevron Corp. y por lo tanto no se ve afectada por la medida judicial. En este sentido, se preguntó el abogado defensor de los pueblos originarios y campesinos amazónicos “¿Cómo una empresa que es una sola cosa cuando a ingresos o beneficios se refiere es otra a la hora de pagar?”.
Sobre esto se había pronunciado también la procuradora general, Alejandra Gils Carbó, que sostuvo: “El caso reviste gravedad institucional. La traba de un embargo por un monto de 19.021.522.000 de dólares sobre los activos y, en particular, las cuentas bancarias de sujetos que desarrollan una actividad de notorio interés público, como la exploración y explotación de hidrocarburos, puede producir perjuicios irreparables”.
¿La nueva YPF?
El 16 de abril de 2012, la presidenta Cristina Fernández anunció la estatización del 51% del patrimonio de YPF a partir del proyecto de ley denominado “De la soberanía hidrocarburífera de la República Argentina”. Mediante el mismo, se le expropiaba a la empresa Repsol su parte correspondiente en el paquete accionario de la empresa. Los argumentos esgrimidos desde el Ejecutivo nacional en aquel entonces se centraban en la falta de inversión por parte de la empresa española y la caída que año a año venía sufriendo YPF, lo que ponía en riesgo el autoabastecimiento de petróleo y obligaba al país a recurrir a las importaciones para saldar dicho problema.
Argentina afrontaba y afronta serios problemas en esta materia, lo cual se viene reflejando en el déficit de la balanza energética, que no cesa de aumentar. Para el 2011 esto supuso 9.300 millones de dólares en importaciones de petróleo y para el 2012 más de 10.000 millones de dólares.
Bajo esta coyuntura la posibilidad de explotar y utilizar las reservas presentes en los yacimientos no convencionales fue presentada como la punta de lanza para la recuperación de la soberanía energética y Chevron como la empresa con el capital y la tecnología disponibles para llevar esta tarea a cabo. Argentina cuenta hoy con la tercera reserva más grande de hidrocarburos no convencionales, solo por detrás de Estados Unidos y China.
Es preciso recordar que la utilización del método de fracking o fractura es una tecnología que capitales y empresas norteamericanas vienen desarrollando desde hace años, pero que se encuentra prohibida en varios países, como por ejemplo Francia y Bulgaria, e incluso en 5 municipios de la Argentina, debido a los impactos que causa sobre el ambiente. El fracking implica la extracción de hidrocarburos fracturando la roca madre, perforando el suelo (de manera vertical y horizontal) e insertando agua con arena y químicos a presión, lo cual permite separar el hidrocarburo de la roca. Esto trae como consecuencia la contaminación de aguas subterráneas, contaminación del aire y contaminación de suelos por los pozos que se cierran.
Es por este camino que Miguel Galuccio, CEO de YPF, busca que transite la empresa expropiada el año pasado. Para esto se buscó durante meses un socio extranjero que pudiera desembolsar el dinero necesario para tamaña inversión. En el horizonte apareció primera que todas Chevron, dispuesta a invertir inicialmente 1500 millones de dólares, y unos 15 mil millones para finalizar el primer clúster. En este acuerdo avanzaron Galuccio y Ali Moshiri (CEO de Chevron para América Latina y África) recientemente, al firmar el documento de términos y condiciones comerciales para el desarrollo de la explotación de shale gas y shale oil en Vaca Muerta.
La YPF expropiada nació sosteniendo la necesidad de desmontar una de las herencias más profundas que había dejado el neoliberalismo, reafirmando el compromiso por la importancia estratégica de los hidrocarburos y criticando fuertemente el régimen de desregulación de precios y faltas de inversión. Un año después “la nueva” YPF es parte de una política en materia energética de aumento de los precios de combustibles líquidos y del gas, buscando apuntalar y aumentar ganancias empresariales. Además encara una fuerte apuesta a los hidrocarburos no convencionales, para los cuales incluso se llegó a crear un fondo Fiduciario el pasado abril, y se buscó como inversionistas a los sectores más concentrados del capital en este ámbito. Nada dice el Plan Estratégico presentado por Galuccio de rever la endeble estructura energética argentina, en un país que depende en un 90% de los hidrocarburos en dicha materia, ni del desarrollo de energías alternativas, o de cómo superar los problemas de refinación, distribución y transmisión.
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