jueves, 6 de junio de 2013
El sargento del patio trasero quiere OTAN
El domingo pasado el presidente colombiano Juan Manuel Santos anunció sus intenciones de empezar a colaborar e ingresar formalmente a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Los peligros que esto conllevaría para la región y la respuesta de los gobiernos latinoamericanos.
El presidente de Colombia lanzó este domingo una provocación que atenta contra la estabilidad política de toda América Latina. En un acto de ascensos a miembros de la Armada colombiana anunció sus intenciones de firmar durante el mes de junio un acuerdo de cooperación con la OTAN como paso previo a un posible ingreso al organismo.
Si bien con el correr de los días quedó descartada la posibilidad de ingresar como miembro pleno ya que Colombia "no cumple los criterios geográficos" para adherir, si puede hacerlo como “aliado extra OTAN”.
Como explicó el doctor en Ciencia Política, Atilio Borón, esta categoría de “aliado” fue creada en 1989 por el Congreso de Estados Unidos (no por toda la organización) para establecer acuerdos militares con países que estén fuera del espacio del Atlántico Norte. Es así como cuentan con este status naciones como Australia, Egipto, Israel, Japón, Corea del Sur y también Argentina (único país latinoamericano que tiene este “privilegio”, alcanzado en la década de 1990).
50 años de guerra civil, un “ejemplo” en materia de seguridad
El presidente Santos argumentó durante su discurso que Colombia tiene derecho a “pensar en grande”, y que él va a buscar ser de los mejores “ya no de la región, sino del mundo entero”.
Y agregó, refiriéndose al proceso de paz que se está llevando adelante con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que “si logramos esa paz, nuestro Ejército está en la mejor posición para poder distinguirse también a nivel internacional”.
Esto va en consonancia con las declaraciones de la secretaria de Estado adjunta para Latinoamérica de Estados Unidos, Roberta Jacobson. La funcionaria aseguró que los militares colombianos "están proporcionando sus capacidades no sólo a Colombia, sino también a otras partes del mundo". "Hay mucha gente que sigue de cerca esas fuerzas tan capaces, y no es sorprendente que los colombianos estén interesados en dónde más pueden interactuar con otras fuerzas de seguridad", justificó.
Es curioso que tanto Santos como Jacobson olviden que Colombia es un país que se encuentra atravesado por una guerra civil hace más de cinco décadas. Las denuncias de persecución y asesinato por parte de las fuerzas de seguridad de dirigentes sociales, políticos y sindicales son moneda corriente.
Además, en los últimos años han aumentado considerablemente los casos de “falsos positivos”. Es así como se conoce al asesinato de civiles inocentes por parte de efectivos militares para presentarlos como guerrilleros fallecidos en combate y ganar premios y ascensos.
¿Qué tiene que hacer la OTAN en América Latina?
La Organización del Tratado del Atlántico Norte fue creada durante la Guerra Fría. A lo largo de los años se ha convertido en una organización netamente belicista que busca garantizar los intereses de las principales potencias a nivel mundial. Cuenta en su haber con masacres perpetradas a lo largo y ancho del planeta. Solo por mencionar algunas podemos contar las dos guerras del golfo contra Irak (1991 y 2003), los bombardeos durante la guerra de Kosovo (1999). Y más recientemente los 20 mil bombardeos sobre Libia y el apoyo a grupos terroristas en Siria.
También cabe recordar que todas las bases militares pertenecientes a un Estado miembro de la OTAN pueden ser utilizadas en el marco de sus misiones a pesar de que oficialmente no exhiban su insignia. Este último dato es relevante a la hora de pensar el papel de las siete bases estadounidenses instaladas en Colombia en 2009 y por supuesto la base inglesa de Mont Pleasant ubicada en las Islas Malvinas.
Teniendo en cuenta estos antecedentes de injerencia en asuntos internos de otros Estados soberanos parece sencillo adivinar qué función podría cumplir un país aliado de ese organismo en nuestro continente.
Colombia viene desempeñando desde hace años un rol de sargento de los Estados Unidos en la región. Un acuerdo de cooperación con la OTAN solo reforzaría el papel de ese país como agente de freno a los procesos de radicalización política del continente.
América Latina contra el imperialismo
Ante esta situación, los gobiernos de avanzada de América Latina, nucleados en la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA) salieron a repudiar las intenciones de Santos.
El presidente de Bolivia, Evo Morales, calificó como amenaza para la región la decisión y pidió una reunión extraordinaria del Consejo de Seguridad de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). Y también llamó “a los movimientos sociales a repasar la historia, a organizarnos y unirnos para defender los recursos naturales, pero también la vida".
Por su parte el presidente venezolano Nicolás Maduro remarcó que "en América Latina, a través de la Unasur nos hemos declarado como una región de paz, libre de guerras y de armas nucleares (...) por eso lamentamos este giro negativo que el Gobierno de Colombia ha dado”. Además agregó: "Estamos de acuerdo con el presidente de Bolivia en el llamado a que la Unasur discuta la petición de uno de los países del seno suramericano de sumarse a la OTAN".
Desde Ecuador (que bajo el gobierno de Rafael Correa desmanteló la base estadounidense que se encontraba en su territorio) el canciller Ricardo Patiño también se opuso al posible acuerdo entre la OTAN y Colombia. Los países de ''América del Sur son territorios de paz, queremos que sigan siendo territorios de paz, queremos evitar involucrarnos en temas de guerra e invasiones en otras partes del mundo'', expresó el jefe de la diplomacia ecuatoriana.
Habrá que ver como continúa esta historia que se enmarca, sin lugar a dudas, en la contraofensiva estadounidense sobre el continente. Los golpes de Estado en Honduras (2009) y Paraguay (2012), la consolidación de la Alianza del Pacífico, la instalación de siete bases militares en Colombia (2009) y ahora este acuerdo son parte de una ofensiva contra los procesos de cambio en América Latina. Como dijo Atilio Borón, resistirla dependerá de “la masiva movilización de los pueblos y la enérgica respuesta de los gobiernos genuinamente democráticos de la región. Esa será una de las pruebas de fuego que tendrán que sobrellevar en las próximas semanas”.
Santiago Mayor.
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