domingo, 9 de junio de 2013

37 años y Raymundo sigue vivo




Siguen proyectándose sus películas en bachilleratos populares, universidades, barrios y sindicatos. Una organización política lleva su nombre. Transformó a los cineastas y a los espectadores en militantes.

Ernesto Ardito y Virna Molina, aparte de haber realizado el excelente film biográfico “Raymundo” (2002), que se puede descargar/ver online gratuitamente en http://www.virnayernesto.com.ar/, brindan un cine político y de calidad a trabajadores de empresas recuperadas, estudiantes, y vecinos de barrios, que quizá si no fuera porque el cine se acerca a sus lugares cotidianos, no podrían acceder a él. Esa fue la obra de Raymundo, que supo proyectar clandestinamente sus documentales y ficciones en villas y fábricas en un contexto de represión, tortura y exilio.

Inicios

Mientras cursaba sus estudios de cine en La Plata (viviendo en la Capital Federal) realizó su primer corto documental “La tierra quema” (1963, Brasil) con escasísimo presupuesto, sin equipo de sonido (se realizó a posteriori, en estudio) y con un esfuerzo enorme. El resultado es un crudísimo retrato sobre la realidad campesina del nordeste del país. Este fue el primer trabajo de una serie de quince excelentes producciones. Ya desde esta obra, se puede observar el interés de generar conciencia, de mostrar realidades desiguales. Unos de sus docentes fue Fernando Birri, gran maestro del cine político, autor del clásico y recomendado “Tire Dié” (1958).

Trabajo en Telenoche

Como parte de su trabajo asalariado, fue el primer periodista argentino en pisar las islas Malvinas. Enviado de Telenoche (Canal 13), supo realizar un corto singular mostrando la cultura, el paisaje, la vida urbana en “Nuestras Islas Malvinas” (1966); por otro lado, también enviado por el mismo canal, fue a Cuba a cubrir el estado de situación de la Revolución Cubana a 10 años de su acontecimiento y junto con su compañera de trabajo y de vida, Juana Sapire, quedan sorprendidos y admirados de los avances en educación, salud, trabajo y cultura. El corto comienza con la voz del cineasta revolucionario diciendo “Estamos acá, el primer territorio libre de América Latina…”.

México

Poco tiempo después viajó a México. Con Juanita y con Humberto Ríos filmaron “México. La Revolución congelada” (1966). Un engaño halagador al entrevistado del documental, Luis Echeverría, candidato presidencial del PRI, entusiasma a este último a promover y facilitar la realización del film… pero lo que muestra en realidad es la traición de lo que fueron los ideales originarios de la revolución mexicana. Asesinatos masivos a estudiantes en una movilización, explotación extrema de campesinos y burocracia sindical. Echeverría logró entonces que se censure en Argentina y declaró a Gleyzer “persona non grata” en México.

Militancia revolucionaria

“Creo que el cineasta no es ninguna unidad en sí mismo y que plantearse un cine concientizador tiene su mérito, pero más lo tiene cuando el cineasta como revolucionario se incorpora a una estructura revolucionaria. No creo en el cine revolucionario, creo firmemente en la Revolución” decía Raymundo en una carta a Carlos de Hoyos. En la misma se distancia firmemente del cine político más ligado al peronismo de Osvaldo Getino y Pino Solanas (Grupo Cine Liberación). Es la época en donde impulsa el FATRAC (Frente Antiimperialista de Trabajadores de la Cultura), como grupo de “intelectuales orgánicos” del PRT junto con Vicente Zito Lema, Haroldo Conti, entre otros. De este frente surge el Cine de la Base (CB); y también LTL (Libre Teatro Libre) entre otras expresiones artísticas, culturales, incluso de la psiquiatría.
A medida que la represión y el terrorismo avanzaban, el FATRAC debió seguir con sus acciones clandestinamente. Son de esta época: “Swift” (1971), un documental basado en los comunicados N° 5 y 7 del ERP (brazo armado del PRT) en los cuales se da cuenta del secuestro del cónsul británico y gerente de Swift por parte de los guerrilleros, a cambio de mejoras laborales; “Ni olvido ni perdón” (1972) sobre la masacre de Trelew, que trata sobre la fuga de 110 prisioneros políticos del penal de Rawson y posterior fusilamiento de 19 que no logran escapar, y el clásico y film de ficción “Los traidores” (1972), sobre la metamorfosis de un militante combativo en un burócrata sindical y de cómo peronistas desde las bases se organizan para combatirlo. Producido con muy bajo presupuesto, filmado sin decorados, en casas de gente conocida, en fábricas y con actores y trabajadores militantes. Si alguien me preguntara qué es la burocracia sindical, le recomendaría que vea Los Traidores, quizá uno de los mejores films argentinos.
Raymundo concebía al cine no para los intelectuales, sino que debía llegar a las bases, por eso organizaba desde CB proyecciones en todo tipo de escenario, aun exponiéndose en demasía. Logró filmar “Me matan si no trabajo, y si trabajo me matan” (1974) documental con entrevistas y animaciones que trata sobre los enfermedades y muerte que ocasionaba el saturnismo, “la enfermedad del plomo”. En el mismo figura una declaración del diputado Ortega Peña, asesinado por la Triple A, días después de su estreno.
Al momento de su desaparición, se sabe que su productor y amigo, Bill Susman, desde Estados Unidos, generó una campaña de adhesiones por la aparición del cineasta entre las que figuraron, Francis Ford Coppola, Jane Fonda, Elia Kazan y Jack Nicholson. Testimonios de amigos y compañeros sobrevivientes reconocen en su silencio bajo tortura un gran acto de compañerismo y valentía.
Sus películas siguen generando conciencia, formando militantes, suscitando admiración por la rigurosidad y su calidad artística. A 37 años de su desaparición cumplidos ayer, y en el cual se conmemora el Día del Documentalista, sigue más vivo que nunca.

Leandro Segado.

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