jueves, 27 de junio de 2013

El último adiós a una Madre



Familiares, amigos y referentes de los derechos humanos acompañaron los restos de Bonaparte, figura central de Madres de Plaza de Mayo. “Me deslumbró siempre su militancia maravillosa”, resumió Nair Amuedo, amiga y compañera en Madres.

El ejercicio de la memoria implica la incansable apuesta al recuerdo, con la mirada hacia adelante. Desde sus momentos fundantes, los militantes de organismos de derechos humanos abogaron por el recuerdo de las víctimas de la última dictadura, las que desaparecieron y también las que fueron apropiadas. Pero, desde hace algunos años, el paso del tiempo suma otra demanda a la memoria: recordar los nombres de quienes se empiezan a ir, como Laura Bonaparte, sinónimo de la misma búsqueda para alcanzar la verdad y la justicia. Ayer, tres gritos cerrados de familiares, amigos y referentes de los derechos humanos repitieron la consigna “presente, ahora y siempre”, momentos antes de que sus restos fuera depositados en el crematorio del cementerio de la Chacarita.
La despedida a Laura Bonaparte, la Madre de Plaza de Mayo que falleció el domingo, culminó ayer poco antes del mediodía, con una ceremonia familiar improvisada en cuanto a las palabras que se oyeron, y breve en cuanto a su duración. Hombres y mujeres ligados a los derechos humanos, periodistas y amistades despidieron los restos de Bonaparte durante casi el día entero de velatorio, anteayer. Sus bisnietos, nietos y Luis Bruschtein, vicedirector de Página/12, el único de sus hijos que vive –tres de ellos, Noni, Irene y Víctor fueron víctimas del terrorismo de Estado, los últimos dos continúan desaparecidos–, más los amigos íntimos, la acompañaron hasta el último momento que fue posible.
El cortejo fúnebre ingresó a la Chacarita por la calle Newbery y se dirigió directamente al crematorio. Estaban presentes el secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda; la periodista Stella Calloni y el titular del Centro Cultural por la Memoria Haroldo Conti, Eduardo Jozami, entre otros.
“Fue muy tranquilo todo, porque todos ya estábamos más tranquilos. Pudimos despedirnos”, resumió Nair Amuedo, compañera y “gran amiga” de Bonaparte en Madres. “Me deslumbró siempre su militancia maravillosa. Ella no era como muchas de nosotras, que nos habíamos sumado a la militancia luego de lo sucedido con nuestros hijos, sino que tenía una historia que venía de su familia. Me maravilló, nos hicimos grandes amigas”, recordó en diálogo con Página/12, de la misma manera que lo hizo por última vez frente a los restos de su compañera.
La antropóloga Ana González, autodefinida como “vieja militante amiga de Laura”, también se expresó en ese momento. “Con la sonrisa ancha y la lluvia en el pelo, siempre recordaremos a Laura Bonaparte, caminando con las Madres y las Abuelas, de Argentina y de América, luchando contra la impunidad, contra la memoria y el olvido”, apuntó con un nudo en la garganta.
Fresneda, junto a uno de los asesores de la secretaría, integrante histórico de H.I.J.O.S., Agustín Cetrángolo, se refirió a Bonaparte como “una mujer ejemplar no sólo por su lucha sino porque hizo de la tragedia de su vida una causa que trascendió sus propios límites”. En ese momento, Bonaparte era saludada con una lluvia de aplausos que resonaron en el crematorio del cementerio durante casi dos minutos. “Hasta la victoria siempre”, fue lo último que recibió como regalo.
“La pena que siempre nos invade cada vez que una Madre o que una Abuela se va es la de no haber podido decirle en dónde están esos seres queridos que durante tanto tiempo buscaron, sin respuesta”, remarcó Fresneda.
Dijeron los que la conocieron, en algunos casos algo, en otros mucho, que Bonaparte transitó el camino de esa búsqueda con alegría. “A veces describirla así puede sonar chocante. Pero es así: Laura era una persona muy alegre”, recordó la periodista Claude Mary, con un ramo de rosas en pimpollo en la mano. “Llegué el sábado de París y el domingo, por Facebook, me enteré de que ya no estaba más”, contó la autora de Laura Bonaparte. Una Madre de Plaza de Mayo contra el olvido, el libro que cuenta su vida, si eso es posible. “Nos reunimos por primera vez en 1998; yo conocía algunos detalles de su vida y por eso quise entrevistarla. En una hora de charla me resumió toda su vida, que abarcaba muchas más batallas de las que yo conocía. Fue entonces cuando me dije: ‘Esta mujer es un libro’.”

Ailín Bullentini

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