sábado, 16 de marzo de 2013

¿Quién es Francisco I?: La complicidad de Bergoglio con la dictadura militar



Hoy los grandes medios y la oposición patronal destacan eufóricos la semblanza de un Papa “humilde” que construyó su carrera eclesial “junto a los pobres”. Pero esa imagen no es más que una pantalla elaborada en los últimos años. Cuando en 2001 fue nombrado cardenal por Juan Pablo II, su carrera religiosa pegó un salto. Fue el momento en que transformó su propia imagen, combinando su “opción por los pobres” con el férreo dogma de la Iglesia. Al tiempo que condenaba la pobreza, la trata de personas y el trabajo esclavo, se oponía a la anulación de las leyes de impunidad y llamaba a la “reconciliación nacional” con los genocidas de la dictadura. Al tiempo que se mostraba “sensible” recorriendo villas y hablando con los pibes víctimas del paco, encabezaba su cruzada contra la Ley de Matrimonio Igualitario argumentando que era “una guerra de Dios” contra “una movida del diablo”, y censurando toda posibilidad de educación sexual en las escuelas y políticas de salud reproductiva.
Más allá de toda apariencia, Bergoglio encarna la esencia misma de la Iglesia Católica como institución reaccionaria al servicio de la opresión y la explotación.

Guardia de Hierro

Este jesuita “austero” y de “costumbres modestas”, que acaba de adoptar el nombre de Francisco I en honor al santo de los pobres, en realidad tiene un pasado siniestro.
En 1969, a los 33 años, se ordenó como sacerdote. Al poco tiempo empezó a militar en Guardia de Hierro, una organización de la derecha peronista. En 1973, al ser designado titular de la Compañía de Jesús (la congregación jesuita) Bergoglio dejó en manos de esa organización la dirección de la Universidad del Salvador. En 1976 esa casa de altos estudios nombraría “doctor honoris causa” nada menos que a Emilio Massera, por pedido del propio Bergoglio. Tan estrecha era la relación entre el marino genocida y el cura que éste ofició de enlace con Guardia de Hierro para que esa organización terminara siendo el aparato político de mandamás de la ESMA.

Partícipe necesario

Fue tal la relación de Bergoglio con el genocidio que él mismo entregó a miembros de su congregación a los militares. En mayo de 1976, luego de presionarlos hasta obligarlos a abandonar la Compañía de Jesús, Bergoglio dejó a merced de la dictadura a los curas Orlando Yorio y Francisco Jalics, quienes hacían asistencia en villas del Bajo Flores. Ambos terminaron secuestrados y torturados en la ESMA junto a cuatro catequistas y dos de sus esposos. Fueron los únicos sobrevivientes de aquel operativo, siendo liberados cinco meses más tarde en un bañado de Cañuelas. Una de las catequistas desaparecidas era Mónica Mignone, hija del fundador del CELS Emilio Mignone, quien en 1986 escribió el libro “Iglesia y dictadura” donde ejemplifica con el caso de Bergoglio “la siniestra complicidad” de la Iglesia con los militares.

¿No mentirás?

A finales de 2010, en el juicio por la megacausa ESMA, Nora Cortiñas denunció que Bergoglio “entregó a sus propios sacerdotes”. En el marco de esas audiencias, como parte de las querellas los abogados del CeProDH Myriam Bregman y Luis Bonomi, junto a Enrique Fukman de Ex Detenidos Desaparecidos, presenciaron la declaración testimonial tomada a Bergoglio en la sede del Arzobispado porteño. Allí, sobre los casos de Yorio y Jalics, el Cardenal desmintió todas las acusaciones. Pero cuando Bregman le preguntó acerca del robo de bebés apropiados ilegalmente por la dictadura, Bergoglio se transfiguró y, con cara amenazante, dijo que de eso se había enterado hacía pocos años1. Una canallada desmentida por Estela de la Cuadra, quien en 1977 se entrevistó con él buscando el paradero de su nieta y le contó toda su historia.
Rodolfo Yorio, hermano de Orlando, sintetizó la actuación de Bergoglio en esos años: “Conozco gente a la que él ayudó (…) Maneja la ambigüedad con maestría. Si los mataban se los sacaba de encima, si se salvaban él los había salvado. Por eso hay gente que lo considera un santo y otros que le tienen terror.”

Autor intelectual

En su libro “El Jesuita”, publicado en 2010, Bergoglio se encargó de encubrir la colaboración de la Iglesia con el genocidio. “Al principio se sabía poco y nada”, escribe sobre la dictadura. Sin embargo el 10 de mayo del ’76, dos meses después del golpe, en la Asamblea Plenaria del Episcopado cada obispo informó sobre los secuestros y asesinatos ocurridos en las diócesis. El documento emitido, “País y Bien Común”, se mostró comprensivo con la Junta Militar afirmando que era un error pedirle actuar “con pureza química de tiempo de paz, mientras corre sangre cada día”.
El periodista Horacio Verbitsky denunció que Bergoglio alteró importantes documentos de la época. En la minuta sobre la reunión de la Junta Militar con la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal, el 15 de diciembre del ‘76, Bergoglio omitió que los obispos Primatesta, Aramburu y Zaspe dijeron que “de ninguna manera pretendemos plantear una posición de crítica a la acción de gobierno” dado que “un fracaso llevaría, con mucha probabilidad, al marxismo”, por lo cual “acompañamos al actual proceso de reorganización del país”.
Si la impunidad de gran parte de los responsables del genocidio no siguiera reinando en nuestro país, el prontuario de Bergoglio hubiera alcanzado para juzgarlo por su complicidad con los crímenes de la dictadura.

1 LVO nº400, 11/11/10, disponible en www.pts.org.ar

Daniel Satur , Miguel Raider

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