sábado, 23 de marzo de 2013

Las oscuridades del obispo de Roma



El pasado de Jorge Bergoglio tiene oscuridades parecidas a las de la institución a la que pertenece. Entre ellas, hay un dato incontrastable: el 25 de noviembre de 1977, cuando Bergoglio era provincial (jefe) de los jesuitas, la Universidad de El Salvador -perteneciente a esa orden- le otorgó un doctorado honoris causa a Emilio Eduardo Massera. Algunos de los allegados del nuevo obispo de Roma dicen en su descargo que aquello fue parte de una transacción a cambio de la liberación de los jesuitas Osvaldo Yorio y Francisco Jalics, quienes alguna vez lo acusaron de haberlos desprotegido o simplemente entregado -aunque ahora Jalics dice “estar en paz” con Bergoglio.
Licha de la Cuadra, primera presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, también supo acusarlo: según indicó, cuando fue a pedirle por su nieta desaparecida y apropiada, Bergoglio le contestó: “A la criatura la tiene una familia de bien y no hay marcha atrás”.
En cambio, Alicia Oliveira, ex secretaria de Derechos Humanos durante el gobierno de Néstor Kirchner, asegura que Bergoglio le salvó la vida a ella y a otras personas, aun a riesgo de su vida. Como suele ocurrir en estos casos, posiblemente todos tengan razón. Pero esto es una prueba adicional de que pertenecía a ese sistema y operaba desde adentro.
Más clara, en cambio, fue su pertenencia política en los años 70: opositor férreo a la Teología de la Liberación, la combatió decididamente cuando buena parte de su orden se inclinaba hacia ella. Lo hizo, según sus colaboradores, en aras “de la unidad de la Compañía de Jesús”. No es cierto.
Bergoglio no abogaba por la unidad jesuítica sino a favor de la derecha peronista: en 1972, cuando ya era capitán de los jesuitas, se aproximó a Guardia de Hierro, un grupo de choque, militarizado, de esa derecha. No se habrá sentido en un ámbito extraño: también los jesuitas tienen entre sus características la disciplina estricta, el ascetismo y la organización de tipo militar.
Guardia de Hierro había tomado su nombre de Garde de Fier, una organización fascista rumana fundada por el católico extremista Cornelieu Codrenau. Varios personajes de Garde de Fier se vincularon luego, íntimamente, con el peronismo. Guardia, conducida por Alejandro Álvarez, decía combatir por igual al “frente rojo” (Montoneros) y al “frente negro” (Comando de Organización y Concentración Nacional Universitaria, CNU). Una suerte de “tercera posición” que agradaba al actual Francisco.
En definitiva, lejos de propugnar una supuesta “unidad”, Bergoglio tomó partido en una lucha política cruenta y abierta. Guardia de Hierro, por otra parte, tenía excelentes vínculos con Massera, aunque eso no debe asustar: también los tenía Juan Domingo Perón en persona, quien llegó a provocar -y jugó para eso toda su autoridad personal- una crisis con la cúpula de la Armada para defender al “almirante cero”.

Alejandro Guerrero

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