martes, 12 de marzo de 2013

Córdoba juzga su Auschwitz



Comenzaron a declarar algunos de los cientos de testigos del megaproceso que investiga los crímenes ocurridos en el centro clandestino de detención “La Perla”.

“Es nuestro Auschwitz” graficó el fiscal Pablo Gonella en las vísperas del inicio del juicio, en diciembre. Son casi media centena los imputados en una causa que se desarrollará durante todo el año; los más conocidos son Luciano Benjamín Menéndez, Héctor Pedro Vergez y Ernesto “Nabo” Barreiro. Los testigos, más de 400, ya comenzaron a declarar: algunos esperaron este momento durante nada menos que 37 años.
En la quincena de audiencias que se han desarrollado hasta la fecha se ventilaron casos de torturas, tormentos, violaciones y asesinatos. También el robo de bebés, como el nieto de Sonia Torres, titular de Abuelas de Plaza de Mayo filial Córdoba. “Dígannos dónde están los huesitos de nuestros hijos”, interpeló Torres a los imputados, y dijo que cuando a su nieto “le robaron su identidad, me la robaron a mí también”. Emi D´Ambra, de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas de Córdoba, relató cómo se llevaron en una “pinza” a su hijo Carlos, militante del PRT, y se explayó acerca de la vez que buscándolo casi la secuestran a ella también.
Silvia Di Toffino, hija de Tomás, dirigente del sindicato Luz y Fuerza, reveló una carta en la que queda asentado cómo se “limpió” a los seguidores del gringo Tosco de la empresa estatal de energía. El señalado, un tal Palazzo, dirigente del partido de derecha Unión del Centro Democrático (UCeDé) y padre del mentor del Cosquín Rock.
El proceso judicial que lleva adelante el Tribunal Federal N°1 de Córdoba enseña. Desvela la trama de impunidad del Tercer Cuerpo del Ejército, que abarcaba por entonces once provincias argentinas. Revive los sueños, las vidas y los proyectos de la generación que enfrentó a la dictadura y lo pagó con su sangre. Y no sólo: muestra a los ex represores en su hora más decadente; los imputados critican a sus propios defensores, llevan a las audiencias libros apologéticos del genocidio y hasta le hacen “cuernitos” a las cámaras. También se trenzan entre sí. Arrepentimiento, cero; aporte a la verdad, menos.
La Perla era un centro clandestino ubicado en las afueras de Córdoba capital, camino a Carlos Paz. Hoy es un Espacio para la Memoria, en una provincia donde todavía rige el “algo habrán hecho” y que está gobernada por quien “recomendó” a las Madres que “hubiesen cuidado mejor a sus hijos”.
“Yo sé que a Carlos no lo voy a encontrar, porque él estuvo detenido en La Perla, lo fusilaron y lo enterraron en una fosa común, que luego fue removida. Pero a Alicia, quizás sí” se esperanza D´Ambra, madre de cinco hijos, dos desaparecidos. “La Emi”, como se la conoce en Alta Gracia, se toma el colectivo bien temprano cada día de audiencia y se sienta bien adelante, portando un afiche con la cara de su hijo. “Pobre Carlos, lo dejé todo arrugado” bromeó el primer día.

Adrian Camerano, desde Córdoba.

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