lunes, 18 de marzo de 2013

Hoz bajo tierra y sin martillo



Martínez de Hoz junto a Jorge Rafael Videla. Padre del modelo económico neoliberal, instaurado mediante la dictadura más sangrienta que vivió nuestro país.

A los 87 años de edad falleció José Alfredo Martínez de Hoz, ministro de Economía durante la última dictadura cívico-militar, y uno de los ideólogos del neoliberalismo en nuestro país.
Martínez de Hoz se encontraba en prisión domiciliaria desde el 4 de mayo de 2010, procesado por el secuestro de los empresarios textiles Miguel y Federico Gutheim. Vivió, hasta su fallecimiento el pasado sábado, en un piso del opulento edificio porteño Kavanagh, en el barrio de Retiro.
Desde 1967 hasta 1976 presidió el Consejo Empresario Argentino (CEA) –compuesto por unas 50 empresas-, mientras era titular de Acindar y miembro de la Sociedad Rural Argentina (SRA). A fines de 1975, Martínez de Hoz se reunió con el entonces jefe del Ejército, Jorge Rafael Videla, para mostrar su preocupación por la situación política y social del momento en la que, según su propio relato, “se impedía la libertad de trabajo, la producción y la productividad”. Allí también instó al “imperio del orden por sobre todas las cosas”. Ya su nombre resonaba como futuro ministro de Economía del inminente golpe de Estado, aún antes que se definiera quién iba a estar a la cabeza del gobierno dictatorial.
Días después de producirse el golpe, el 29 de marzo de 1976, Martínez de Hoz asumió finalmente como ministro de Economía de la Junta Militar. Durante su discurso inaugural presentó su "Programa de recuperación, saneamiento y expansión de la economía argentina”. Impulsó, desde su cartera, políticas de liberalización y desregulación de los mercados que cuadruplicaron la deuda externa argentina y perjudicaron notablemente a la industria nacional.
Su gestión al frente de la política económica dejó como legado la época de la “plata dulce”, el “deme dos” y los viajes al exterior. La sobrevaluación de la moneda afectó a las PYMES y los sectores exportadores del país, por un lado, y al bolsillo del pueblo trabajador, por otro. Los salarios reales, según distintas investigaciones, disminuyeron un 30% sólo en el segundo trimestre de 1976.
La cotización del dólar en pesos aumentó, en el total de la gestión de Martínez de Hoz que duró hasta 1981, un 635%. La inflación, por su parte, creció un 9095%. El peso perdió fuertemente la competitividad, se generó un aluvión de importaciones (producto de la quita de restricciones), y se produjo un masivo cierre de fábricas, despidos y ejecuciones hipotecarias.
En junio de 1977 se anunció una reforma liberal al sistema financiero que implicó que las tasas de interés se definieran a través de la oferta y la demanda. Establecía también la garantía de los depósitos de los bancos a cargo del Banco Central y fomentaba los depósitos a interés, privilegiando la especulación sobre el financiamiento a la producción y reduciendo al máximo las posibilidades de intervención del Estado. La eliminación de recursos estatales para orientar el mercado de capitales llevó a que los bancos asignaran recursos hacia los sectores que les aseguraran la mayor rentabilidad en el corto plazo.
En diciembre de 1978, en un intento por frenar la creciente inflación, impuso la famosa “tablita”, que determinaba una devaluación programada durante cada día de los siguientes ocho meses. Los índices de inflación siguieron superando a los del precio de la moneda y el impacto buscado con la medida no fue tal. La “tablita” fue creada bajo la premisa de que uno de los principales factores que determinan la inflación son de índole “psicológicos” y que poder prever los valores diarios iban a contenerla.
La desindustrialización y reprimarización de la economía que llevó adelante Martínez de Hoz, marcó la estructura económica y productiva de la Argentina hasta el día de hoy. Se cerró, con su gestión, un ciclo de sustitución de importaciones y se dio lugar a la más plena especulación financiera

Derechos humanos

No sólo Martínez de Hoz fue el cerebro de un plan económico perverso que destruyó el nivel de vida de los sectores populares en nuestro país, y el tejido productivo, sino que el economista fue encarcelado, vuelta la democracia, por complicidad con las torturas y desapariciones de personas, hasta que el ex presidente Carlos Menem lo indultó mediante el decreto 2745/1990.
En 1984 fue condenado por el secuestro de los empresarios Federico Gutheim y su hijo Miguel Ernesto, de la compañía textil Sadeco, con el fin de presionarlos a cerrar un negocio de exportación con Hong Kong. Por ese delito, estuvo 77 días preso y luego fue sobreseído.
Al declararse la nulidad de los indultos, en 2006, una sentencia confirmada por la Cámara Federal en abril de 2008 determinó que aquel secuestro es delito de lesa humanidad en el marco del terrorismo de Estado. En la misma causa están acusados Videla y el ex-ministro de Interior Albano Harguindeguy.
Por esa causa, el ex ministro de Economía estaba bajo arresto domiciliario, desde que el 4 de mayo de 2010 se dictó la prisión preventiva.
De familia acomodada, empresario y dueño de tierras, su nombre es el símbolo del modelo económico que, a sangre y fuego, impuso la dictadura militar en nuestro país. Lo lloraron en las necrológicas del diario La Nación personajes como el dictador Jorge Videla, o el intelectual de la derecha argentina Mariano Grondona. Los millones de desocupados engendrados por su plan económico, fueron la base sobre la que se construyó el neoliberalismo en la Argentina. Se murió un hombre que marcó la historia y al que unos pocos extrañarán.

Marcha

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