jueves, 28 de marzo de 2013

"Para recuperar la fábrica nos guía el ejemplo de Argentina"



La primera fábrica recuperada bajo control obrero en Grecia entró en funcionamiento el pasado 12 de febrero. Después de dos años en lucha, los trabajadores de la empresa Viomijanikí Metaleftikí (Vio.Me), en Tesalónica, que elabora materiales de construcción, han dado otro paso y han empezado a producir prescindiendo de los empresarios y organizándose de manera horizontal. Hablamos con Theodoros Karyotis, de la Iniciativa de Solidaridad con Vio.Me.

¿Cómo era la situación anterior, antes de que la plantilla se hiciera con el control de la fábrica?
Este conflicto viene desde hace dos años. Los trabajadores, como en cualquier otra lucha obrera, de las tantas que hay en Grecia, intentaron primero conseguir el pago de los sueldos que se les debían. Pero no tuvimos éxito, la empresa estaba en quiebra. Entonces surgió entre los trabajadores la idea de cobrar en acciones, pero se dieron cuenta de que here­darían con ellas todas las deudas de la empresa. Por eso trataron de llegar a un acuerdo con los propietarios. Pero éstos no quisieron darles información ni facilitarles nada y finalmente abandonaron la fábrica. Pero Vio.Me, en sí, no había quebrado, porque elaboraba materiales de construcción para la empresa matriz, Filkeram.
Cuando ésta quebró, Vio.Me pasó a ser uno de sus activos, bajo el control de un administrador, que intentó liquidar la fábrica para pagar a los acreedores. Entonces los trabajadores estaban en contacto con este administrador y negociando todo por la vía legal. Pero se dieron cuenta de que pasarían años antes de que se celebraran los juicios y, mientras, sus familias pasarían hambre. Por eso decidieron asumir la producción, sin tener la aprobación de los propietarios.
¿Fue entonces cuando se generó la solidaridad con los trabajadores?
Cuando tomaron esta decisión, a mediados del año pasado, los trabajadores intentaron buscar alianzas. No tenían ninguna filiación política, sólo un proyecto claro en su ­cabeza: asumir el control de la empresa empleando la democracia directa. Por eso la mayoría de los partidos políticos no querían vincularse, les parecía demasiado radical. La izquierda institucional no se pronunció o más bien lo hizo con muchas dudas e incluso algunos lo rechazaron. Sí respondieron los movimientos sociales, especialmente los que luchan por la autogestión.
¿Qué experiencias se han tomado como referencia?
Para recuperar la fábrica nos guía el ejemplo de Argentina, es un referente de autogestión. Por eso trajimos a Lalo Pared, del Movimiento de Empresas Recuperadas de Argen­tina, que nos aportó su experiencia y calor humano. Nos dijo que no es fácil recuperar una fábrica, pero que es una experiencia transformadora, que te cambia como persona.
Y fue entonces, en septiembre pasado, cuando los últimos trabajadores que no estaban convencidos, finalmente se decidieron a continuar con la recuperación de la fábrica.
¿Qué forma legal han adoptado para poder seguir con la fábrica?
Por ahora operan la fábrica como sindicato de trabajadores. La batalla legal que como sindicato mantienen con los propietarios les ha permitido confiscar de manera legal todos los materiales y los productos ya manufacturados que estaban dentro de la fábrica. Los productos ya fabricados los sacaron a subasta para pagar una parte de los sueldos que se les debían y parte de las deudas que la empresa tenía con otros acreedores. Esta forma legal permite, de momento, poder vender el producto. Pero ahora están trabajando con un equipo de expertos para encontrar la forma legal más apropiada, y pronto formarán una cooperativa.
¿Cómo se organiza el trabajo en la fábrica recuperada?
El trabajo se reparte a través del sindicato de base. Éste, legal­mente debe tener una serie de cargos, como el presidente, el tesorero, etc. Pero los propios trabajadores decidieron no darles validez a estas figuras. Trabajan y toman las decisiones de manera asamblearia; cada tra­bajador tiene un voto. Makis Anagnostu, el presidente del sindicato, funciona a modo de portavoz, transmitiendo las decisiones de la asamblea a los medios de comunicación y a otras organizaciones, pero no tiene ningún poder propio.
¿Cuál es la viabilidad económica del proyecto?
Un equipo procedente de la Iniciativa de Solidaridad está colaborando con los trabajadores para elaborar un plan de negocio y establecer cómo se va a colocar el producto en el mercado y el volumen necesario para garantizar unos salarios dignos. La situación es difícil, no sólo para Vio.Me, sino para la economía griega. Con las últimas medidas neoliberales que sufrimos en Grecia los sueldos han bajado mucho. La meta de los trabajadores no es volver a tener sus sueldos anteriores, sino simplemente poder sobrevivir y sacar adelante a sus familias. No estamos seguros de si podremos recuperar a los clientes mayoristas, se intentará vender también a minoristas. Pero hay alternativas que surgen de la relación de los trabajadores con el movimiento de solidaridad. Otra idea es modificar la producción para sacar nuevos productos, como por ejemplo detergentes ecológicos de uso doméstico que se distribuirían a través de tiendas y estructuras del amplio movimiento de economía social y solidaria que ahora mismo está floreciendo en Grecia. Ya hay alrededor de mil o 1.500 organizaciones de economía social y solidaria: cooperativas de consumo, de producción, todo tipo de centros sociales, etc. Además, el producto es bastante más barato que antes porque no existe el coste del empresario. Al desaparecer ese beneficio, el producto se abarata dos tercios.
¿Estas iniciativas son una alternativa para combatir la crisis?
Sí, además son una alternativa a la organización social. Estamos construyendo un nuevo mundo. El 11 de febrero tuvimos un concierto para recaudar fondos para comenzar con la producción. Fue un éxito. Uno de los trabajadores explicó que lo que están haciendo no es sólo para sacar adelante a sus familias, es una visión de lo que debería ser la sociedad, una sociedad basada en valores como la solidaridad, la proximidad, la justicia social. Es otra manera de hacer política, desde abajo.

C. Palmas - Atenas, Grecia.
Fuente: Diagonal

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