El comunicado de Patricia Bullrich que atribuye ´gravedad institucional´ al crimen del exsecretario de CFK, Fabián Gutiérrez, terminó desatando una crisis -´institucional´- en el macrismo. No se jode con un gobierno que está a punto de cerrar un acuerdo de deuda al gusto de los fondos internacionales. Lo que Caputo, Prat Gay y Cavallo saludan, no puede ser menoscabado por una camarilla que quiere sobrevivir al fenomenal desastre de su gobierno. Alberto Fernández “es lo que hay”, como bien lo entienden Vidal, Larreta, Monzó y otros, para colmo objeto de espionaje de los ‘institucionalistas’. El alarde del 41% de los votos que se resignaron por Macri en la segunda vuelta, el año pasado, no puede impedir la demolición política de una pandilla de aventureros que creyó que podía gobernar porque le había pagado el ciento por ciento de los reclamos a los fondos buitres que litigaron con el difunto Griesa.
Obviamente, el arreglo de la deuda que insinúa el aplauso que recibió la última oferta de Guzmán, no alcanza para superar una crisis descomunal - incluso la agrava. Los Fernández han tenido que ofrecer un bono por los intereses que Argentina no pagó en los últimos meses, lo que supone otro aumento de la deuda externa, con sus correspondientes intereses. Si los términos del acuerdo en ciernes se replican para la deuda en dólares, legislación local, y en pesos, y lo mismo ocurre con lo que se debe al Club de Paris, el FMI y otros, Argentina deberá añadir diez mil millones de dólares, a partir de 2021, al déficit fiscal que orilla los más de 40 mil millones de la misma moneda. Los términos del arreglo vulneran la sustentabilidad de esta deuda, según lo había calculado el FMI. De modo que otro default a corto plazo es perfectamente verosímil. En cualquier caso, para poder pagar lo ofrecido los Fernández se deberán comprometer a un histórico ajuste presupuestario, que no se logrará con recortes de gastos o incremento de recursos, sino probablemente tampoco con ambos. El jefe de gabinete, Santiago Cafiero, acaba de reconocer que poco le sirven los súper poderes para ejecutar el super ajuste, y ha comenzado a preparar el Presupuesto de 2021, que deberá ser aprobado por el FMI. Que un acuerdo de deuda hasta 2048, inicie su vida útil en forma tan precaria, ilustra los límites extraordinarios de acción que tiene la gestión de gobierno. ¿Alcanzará el ‘trío fantástico’ que componen Larreta, Fernández y Kicillof para sustentarlo? Son muchos los pesimistas que no le ven futuro luego de la reapertura de Caba el 17 de julio próximo. La incertidumbre creada por el Covid-19 y sus aparentes mutaciones, es un peso de plomo sobre la economía mundial.
Volviendo al comunicado de Bullrich y Cía, hay que señalar que la camarilla ‘institucional’ se apresuró en su aventura, apretada por la escalada en que ha entrado la investigación por espionaje, que ha llegado a Majdalani y Arribas, los jefes de la AFI macrista, es decir Macri. El ex presi es un aficionado al espionaje de las personas próximas y de las íntimas, precisamente porque conocen como nadie sus chanchullos. Un presidente que es capaz de pedir a un líder opositor que permita el perdón fiscal a los lavadores de dinero de su familia, pone de manifiesto que no trasciende el círculo de intereses de una camarilla. Para la franja emergente de los Larreta, Vidal y su primo Jorge, se trata de una mochila que amenaza cualquier perspectiva política propia.
Los cañones que ahora enfilan contra los máximos jefes del espionaje macrista sustraen a esta causa de la hipótesis de un “cuentapropismo de servicios”. La Nación está apoyando esa orientación, junto a la crítica al macrismo “duro”. La sobrevivencia política de la oposición derechista exigirá una depuración previa. Si la purga va a fondo, sería la demolición final de la camarilla que gobernó en 2015-2019, y obligaría a la derecha a volver a ‘modernizarse’. Los intelectuales kirchneristas habían caracterizado al gobierno anterior, en sus inicios, como una “derecha moderna”.
Del otro lado del mostrador
Precisamente, y si de fondos internacionales se trata, hay que tomar nota del apoyo cerrado de Luis (“Templeton”) Caputo a la nueva propuesta de deuda que anunciaron Guzmán y Fernández. Aunque el guiño no asegura el aval de los fondos más intransigentes, es un reconocimiento de las monumentales concesiones incluidas en la nueva propuesta. La más significativa es la liquidación de cualquier “período de gracia”, pues se comienza a pagar en 2021 y se incorporan el capital y los intereses (usurarios) devengados este año. La echada de lastre representa 15.000 millones de dólares respecto de la oferta original, e incluso supera la “recomendación” del FMI respecto de cuánto sería una deuda “sustentable”. Precisamente, la apuesta de los bonistas es que la grieta sea cubierta por el propio FMI, a través de los 5.000 millones pendientes de la línea de crédito oportunamente otorgada al macrismo. El acuerdo con los bonistas, en ese caso, quedaría inexorablemente atado a un arreglo con el FMI y a un plan económico capaz de afrontar pagos el año que viene. Pero ¿qué tiene que ver Caputo y la oferta de deuda con el culebrón de espías y asesinados? Con su visto bueno a Guzmán, Caputo se ha puesto el barbijo de Larreta y Vidal – no hacer olas, cuando se están contando los porotos que se terminarán llevando BlackRock y otros.
Frentes de tormenta
Los “acuerdistas”, en definitiva, abogan por sostener al gobierno tripartito de la cuarentena, algo que sin embargo podría perjudicar sus posibilidades electorales en 2021. La sombra de 2011, cuando CFK les ganó 54 a 17 las presidenciales, todavía aterra a los opositores. Los pedidos a AF para que se aparte de CFK, demuestra la orfandad de la ‘oposición’, que tendrá que empezar de nuevo.
Adicionalmente, los planes postpandemia tropiezan con el inconveniente…de la propia pandemia, que en su punto más álgido amenaza con romper justamente al cogobierno que se quiere prolongar. Después del 17 de julio, Larreta anunció que la CABA vuelve a la apertura económica –el ‘entendimiento’ se hará más distante, como ocurre en muchos países.
Lo que ni unos ni otros atienden es, sin embargo, el crecimiento de los contagios en los lugares de trabajo, debido a la desidia patronal, que no está dispuesta a aumentar costos. Tampoco muestran urgencia frente a las huelgas de choferes, y en algunos casos lockouts de las patronales del transporte, por la postergación de paritarias, de una parte, y congelamiento de subsidios, de la otra.
La gran cuestión de estas horas es el contagio en el mundo del trabajo. La lucha por protocolos laborales realmente protectores, lo cual incluye la reducción de la jornada laboral, una mayor incorporación de obreros y personal sanitario pone en la agenda la lucha en defensa de la vida y de la salud.
Marcelo Ramal
07/07/2020
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