El estallido social –contra el gobierno neoliberal de Mauricio Macri- en la Argentina fue interrumpido por el triunfo del Frente de Todos en las elecciones primarias del 11 de agosto. Está suspendido, porque sus causas siguen vigentes.
En el acto oficial de celebración del Día de la Independencia, el presidente argentino Alberto Fernández estuvo acompañado en forma presencial, por los empresarios del llamado G-6, que reúne a las titulares de las cámaras del establishment, y de un dirigente de la conducción de una de las centrales sindicales. Junto al presidente no había ningún representante de la economía popular, ni de los pequeños y medianos empresarios, ni de la amplia gama de movimientos sindicales, sociales y populares. Parecía una foto dedicada al FMI. Cuatro días después, referentes de distintas organizaciones sociales que componen el Frente Territorial de Lucha, apenas pudieron entregar en la puerta de la residencia presidencial un pedido de audiencia.
La Unión de Trabajadores de la Tierra objetó que el presidente sentara a su diestra a la terrateniente Sociedad Rural, ratificando que “hay otro campo”. Curiosa apuesta la del Ejecutivo que en lugar de atender al clamor que exige un perentorio impuesto a la riqueza, prefirió sentarse junto a los imperturbables herederos de la Conquista del Desierto, los mentores de las dictaduras genocidas y depredadores del país.
El presidente, inmerso casi exclusivamente en la pandemia y la cuarentena, ya había expresado que “Queremos un capitalismo en el que ganen todxs”, y señaló que sus contactos con empresarios y sindicalistas apuntan a construir «un nuevo contrato social» para crear en la Argentina «un equilibrio social más justo». Dijo que con los directivos de grandes empresas «estuvimos de acuerdo en que un capitalismo que no sea más justo no es un buen capitalismo».
Para el economista Alfredo Zaiat, el acto oficial por el Día de la Independencia fue una apuesta oficial fuerte dirigida al mundo empresario concentrado, “que desde hace más de 40 años ha intensificado el combate contra el proyecto de desarrollo nacional” que hoy aspira a desplegar el frente político que gobierna.
«Hay un error en las expectativas con la burguesía argentina» sostuvo el economista Horacio Rovelli, quien aseguró que los empresarios nacionales prefieren especular financieramente antes que invertir en el desarrollo productivo del país. «Nuestra burguesía es tonta, ni siquiera reconoce que su base de acumulación está acá. Y pierden la gallina de los huevos de oro, que está acá. Al presidente le cuesta demostrarles eso».
Según Rovelli, un camino posible para revertir esa situación es «es sentarse con ellos y asegurarles que, invirtiendo en la producción, este país, como tantas veces, les va a dar rentabilidad y ganancia sin andar dependiendo de los vericuetos financieros», dijo. Ysubrayó. que «el Estado tiene que poner las reglas del juego y disciplinar a los empresarios» que solo «quieren el negocio de la rentabilidad rápida».
“Con esa burguesía se torna necesario repensar el país y plantear a qué nos vamos a dedicar en los próximos años. Qué vamos a producir, con quién, de qué manera, para quién, que rol debe jugar el Estado, etc., preguntas que son un desafío para el actual gobierno”, añadió.
Entre las medidas económicas que deberá adelantar el gobierno, se contempla un blanqueo de capitales (que durante el gobierno anterior el hoy presidente definiera como el “curro de los pícaros”), la vuelta del plan Ahora 18, un proyecto para impulsar las economías regionales y una nueva fórmula de actualización de las jubilaciones.
Un diagnóstico certero
La situación económica de la Argentina es grave, y la crisis que se avecina en la pospandemia será peor que la de 2001, que terminó con el estallido del “que se vayan todos” y la huída en helicóptero del presidente Fernando de la Rúa
El estallido social –contra el gobierno neoliberal de Mauricio Macri- en la Argentina fue interrumpido por el triunfo del Frente de Todos en las elecciones primarias del 11 de agosto. Está suspendido, porque sus causas siguen vigentes.
Éste es un gobierno en disputa, que muchos esperaban fuera de transición. Con un presidente, como Alberto Fernández, que se autocalifica de “moderado”, este gobierno insiste en un Frente Nacional que si bien se creía que implicaba a una parte mayoritaria de la clase trabajadora y los sectores populares, pero que ahora prioriza a los grupos económicos que de nacionales tienen poco.
¿Cristinismo vs albertismo?
En una nota en el oficialista Página/12, elogiada por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, Zaiat señala que el mensaje de Fernández es sencillo de entender aunque no es probable que haya sido aceptado por los interlocutores elegidos. Algunos analistas opinan que la nota marca las diferencias entre el presidente y la vicepresidenta
Es una renovada invitación a un sujeto social que resiste construir un sistema económico que permita alejar la reiteración de crisis dramáticas, las cuales lo tienen como protagonista estelar en cada una de ellas, señala el analista económico.
Casi todos los integrantes del bloque de poder concentrado están cada vez más alejados del destino del mercado interno, operan en áreas monopólicas o con posiciones dominantes y están subordinados a la valorización financiera de sus excedentes, los cuales en gran parte son dolarizados y fugados.
Cuando gran parte de los patrimonios de ese núcleo de empresarios poderosos está en el exterior, ya sea en propiedades, empresas, activos bursátiles o capitales líquidos, y su principal actividad se encuentra en servicios monopólicos o producción de materias primas exportables, su propio destino queda escindido del general.
“Es un poder económico conservador, ideologizado al extremo y contaminado de los lugares comunes de la ortodoxia económica, además de ser conducido políticamente por los grupos Techint y Clarín”, que no son sólo la expresión de la derecha empresaria por ser antiperonista o por la obsesión patológica con CFK y la letra K, señaló Zaiat.
“Ambos se han convertido en la conducción política de ese espacio ideológico, fundamentalmente, porque les resulta funcional para la defensa y la aspiración de continuar expandiendo su base material”, dice Zaiat, quien señala que los ejes de acción son la exacerbación de las tensiones políticas, el odio a las fuerzas políticas populares y la intolerancia al disenso”.
Y remata indicando que “para que los costos devastadores de la actual crisis no sean en vano, la política económica de la recuperación no puede quedar depositado en ganar la confianza de los empresarios del G-6. Puede ser que esa invitación sirva en términos políticos, pero está probado que sus integrantes no tienen la vocación de ser un sujeto social activo en el objetivo de fortalecer un proyecto de desarrollo nacional”.
Burguesía trasnacionalizada
La cosecha 2019/20 fue récord con 127 millones de toneladas de grano, pero la liquidación acumulada del primer semestre 2020 es de 9.307,2 millones de dólares, un 15,16% menor que en igual lapso del año anterior (10.718,6 millones), cuando en la campaña 2018/19 hubo una fuerte sequía.
Las principales cuatro empresas exportadoras (COFCO, Cargill, ADM y Bunge Ceval) concentran el 48% de las ventas externas totales de Argentina, en tanto que las principales 10 (AGD, Vicentin, Glencore, LDC, ACA y Molinos Río de la Plata) representaron el 91% del total de negocios de exportación de granos y productos derivados de origen argentino.
Estas empresas, entre 2016 y 2019, amparándose en la normativa del gobierno neoliberal de Mauricio Macri, no liquidaron más de 19.000 millones de dólares, esperando y propiciando una devaluación de la moneda, lo cual explica la diferencia entre el valor del dólar oficial y todos los paralelos.
La devaluación haría volar por el aire el delicado equilibrio, subiría aún más el precio de los alimentos y demás insumos que requiere el pueblo, empujando a fracciones cada vez mayores a la pobreza, a la indigencia y a la desesperación. Además, caería más el PIB por el menor consumo interno que no puede ser compensado porque las exportaciones no representan más del 25% del total de lo que se produce.
Y es peor, porque en lugar de que esos mayores ingresos incrementen las inversiones terminan engrosando la fuga de capitales. Argentina ostenta un triste privilegio: su burguesía tiene más recursos afuera de la Argentina que adentro y por ende no les interesa tanto preservar el mercado interno. Grandes empresarios del agro y de la industria, banqueros y comerciantes coinciden en asegurar y expandir sus activos en el exterior.
Trabajando con/para el enemigo (del país)
La dictadura militar y el modelo de valorización financiera de capital diezmó a la burguesía argentina y la que quedó es una burguesía de rapiña, apátrida y tonta, a la que sólo le importa acumular dólares en el exterior aún a costa de que sus empresas valgan cada vez menos, como lo demostró la gestión de Cambiemos y Macri, señala Rovelli..
Por ejemplo las empresas del grupo Techint, cuyos directivos y funcionarios están entre las que fugaron dólares, vende la chapa en el país un 30% más cara que cuando la exporta, encareciendo toda la industria argentina que utiliza ese insumo reduciendo las condiciones de competitividad respecto de sus pares extranjeros.
Ese grupo económico que con el apoyo del gobierno de Cambiemos armó una filial en Texas con una inversión de 2.000 millones de dólares y generó 1.500 puestos de trabajo en EU, pero, en plena pandemia despidió 1.450 trabajadores en la Argentina.
Los grandes empresarios argentinos se subordinan al capital financiero internacional, por ejemplo Blackrock es accionista del Banco Galicia, Banco Macro y el Santander, de YPF y en el grupo Mindlin (Edenor, Transportadora de Gas del Sur, Pampa Energia), Central Puerto, Loma Negra, IRSA. Telefónica, Coca Cola, Bayer, Exxon Mobil, Chevron, Apple, Microsoft, Procter & Gamble, Tenaris, Mercado Libre, TGN, Arcos Dorados y Adecoagro.
Paralelamente la principal inversión de BlackRock en el país es la tenencia de títulos públicos, estimándose su inversión en unos tres mil millones de dólares; de los cuales dos mil millones de dólares bajo legislación internacional.
Otros mil millones son bonos lanzados bajo leyes locales, especialmente el Bono del Tesoro (BOTE) 2023 y 2026, lanzado el 14 de mayo del 2018, con Luis Caputo como entonces nuevo responsable del rescate de las famosas Lebac (en desmedro del Banco Central) con Franklin Templeton.
Y también participa en Glencore que mantiene molinos de arroz, crushing de soja (General Villegas, Necochea y Daireaux), siembra directa, aceites vegetales y molinos en Chajarí y Paso de los Libres, además de acopios en Bahía Blanca, Conquistadores y Bonpland.
Exporta el 25% del arroz que produce el país y maneja la mina Bajo La Alumbrera, un yacimiento de cobre, oro y molibdeno que explota en superficie Minera Alumbrera desde 1997; en este proyecto posee el 50% de las acciones, en sociedad con las empresas canadienses Goldcorp y Yamana Gold que cuentan con 37,5% y 12,5% respectivamente. También maneja las minas El Aguilar en Jujuy, Agua Rica en Catamarca y El Pachón en San Juan.
Colofón
Ante la preocupación de los de abajo, Alberto Fernández respondió a una carta de las Madres de Plaza de Mayo: «Mi compromiso fue y es el de siempre: con los que menos tienen», dijo, y sostuvo que recibe tanto a los empresarios como a representantes de pymes, movimientos sociales, estudiantes y sindicalistas.
“Quiero convocarlos a que si alguna vez sienten que me desvío, salgan a la calle a decirme lo que estoy haciendo. Les prometo que volveré a senda sin dudarlo”, había dicho el Presidente.
“Desde las barriadas populares, desde la Argentina profunda que no se ve, desde la verdadera Argentina que sufre más que nadie desde siempre, le queremos decir que se está desviando”, le señalaron los representantes del Frente Territorial de Lucha.
“Asímismo queremos hacerle llegar nuestros urgentes reclamos en este difícil contexto; para evitar que una vez más seamos arrojados millones de trabajadores y trabajadoras humildes a la exclusión y la miseria”, advirtieron.
En Argentina, el pasado acecha, el hoy duele y el futuro es un enigma, con un estallido social suspendido y sin fecha, pero cuyas causas siguen latentes y agudizadas por la pandemia y la moderación de un gobierno anclado en viejas fórmulas y componendas, que sigue insistiendo en seducir a la burguesía.
Aram Aharonian: Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la) y susrysurtv.
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