La información de que la inflación del mes de junio resultó del 2,3% no entusiasmó ni a los más desembozados defensores del gobierno. Con tarifas de servicios públicos congelados, y en medio de una recesión espantosa, la proyección de la suba de precios para todo el año se ubica sin embargo en un 27-30%. De todos modos, habría que considerar a ese guarismo como un piso. El gobierno ha recibido al nuevo dato de inflación con un permiso para que los precios cuidados se descuiden hasta un 4,5%, y los precios máximos un 6%.
La expansión monetaria incurrida para los múltiples subsidios y rescates puestos en marcha por la pandemia – fueron canalizados en su enorme mayoría hacia los capitalistas. Fue financiada a un costo enorme, por un lado, por medio las Leliqs, que rinden a los bancos un interés del 40% anual. Este es el costo financiero de la emisión, que en principio debía ser igual al que representa el papel de los billetes que se emiten. La otra absorción es la emisión de títulos públicos en pesos a tasas similares, que el gobierno disfraza como “la creación de un mercado de deuda en pesos”. A esta deuda se suma el canje de títulos en moneda extranjera o nacional, sin quita alguna y con garantía frente a la inflación. Asistimos a un desfalco que empalidece lo hecho por el macrismo, sin que Bonafini, CFK o quien sea abran la boca. Mientras esto ocurre, asistimos a la “desindexación general” de salarios y de jubilaciones, por la vía de la supresión de hecho de las paritarias y de la liquidación de cualquier mecanismo de movilidad jubilatoria.
Marcelo Ramal
16/07/2020
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