La difusión del Covid19 en hogares geriátricos sacó a luz diversas cuestiones respecto a las instituciones en general.
Claro está que cuando mencionamos geriátricos, inevitablemente pensamos en la monumnetal obra social que es el Pami, con 5 millones de afiliados, cuyo presupuesto es mayor que el de muchas de nuestras provincias.
El Pami cuenta con algunos hogares propios. El resto se contrata con un valor por cama, determinado por el tipo de hogar y el grado de dependencia del paciente. Esta relación contractual obliga al cumplimiento de una normativa con exigencias y dirigidas al bienestar del afiliado. Del mismo modo, el control de que esto funcione se hace indispensable.
En algún momento se efectuaban auditorías regulares, con equipos de profesionales diversos, y de distintos niveles de control. Semanalmente, para asegurar la cobertura de aspectos operativos personalizados, otros profesionales de los distritos correspondientes concurrían semanalmente para intervenir e informar respecto a la dinámica de cada lugar.
El cambio de las políticas sociales y el desmantelamiento paulatino de la obra social fueron desarticulando los cuidados de nuestros mayores y los controles. Recorte de prestaciones, disminución de personal, flexibilización laboral mediante variados tipos de contratación, déficit en la prestación médica en general, tuvieron consecuencias determinantes para el universo de afiliados.
El control es un plano que asegura la calidad de la atención y este fue desapareciendo, precisamente por el corrimiento del objetivo de la obra social, que debiera ser el cuidado de su población. Siete de cada diez jubilados, no cubren la canasta alimentaria. La responsabilidad de esto es del estado, que deriva fondos pertinentes para otros destinos. Agregamos a esto la aparente ceguera de la obra social, que desestima la atención integral del adulto mayor, que requiere efectores y prestaciones en tiempo y forma, con la calidad necesaria para subsanar falencias de un estado deficiente.
Rechazamos el achicamiento del PAMI: es necesario recuperar lo perdido.
Aumento de la planta profesional y administrativa, para cubrir funciones de atención y control.
Hospitales propios debidamente equipados. Pase a planta permanente de todo el personal.
Refuerzo de guardias propias. Se hace prioritario planificar y organizar la salud de todos los trabajadores, activos y jubilados.
**El presupuesto del PAMI del año 2019 fue de 200mil millones de pesos. Exijamos la apertura de los libros para conocer su destino. **
Los intereses de nuestra clase no pueden ser administrados por quienes interponen el lucro a nuestras vidas.
Haydeé Villar
14/07/2020
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