miércoles, 6 de septiembre de 2017

La primera dictadura militar argentina



Se cumplen 87 años del derrocamiento al presidente Hipólito Yrigoyen, a través de un Golpe de Estado. Cuando la derecha hizo sonar la “hora de la espada”.

El 6 de septiembre de 1930 se terminó cocinando el golpe que la burguesía y sus representantes políticos pedía a gritos, junto con un sector de los militares, sectores civiles y los medios de comunicación. La Base Aérea de El Palomar dio inicio a la asonada. El Colegio Militar no solo contará con la presencia de Uriburu, cabeza del golpe, y sus camaradas de armas, sino hasta legisladores opositores al gobierno. El levantamiento lo protagoniza la Marina y una parte de la oficialidad de la aviación militar, no contando con más de 1500 rebeldes sublevados, mientras que el Ejército y la policía permanecerán indiferentes, sin órdenes del gobierno que acatar. El diario Crítica (el Clarín de esa época) anuncia a las 9.30: “¡Atención! El general Uriburu al frente de las tropas viene hacia la ciudad para poner término al gobierno que nos avergüenza”.

El gobierno de Yrigoyen y la crisis mundial del 30

La crisis que se desató en 1929 en Wall Street golpea profundamente al país. Las exportaciones argentinas se verán afectadas por el descalabro económico de las potencias compradoras, con el consiguiente menor ingreso de divisas. En primer lugar, las clases dominantes, en particular su fracción hegemónica como los ganaderos, necesitaban sostener sus ganancias frente a la crisis económica. Para eso necesitaban el control directo del aparato político a través de un golpe militar. Esto desembocará en el tratado Roca-Runciman priorizando a Gran Bretaña en el mercado de las carnes. Por otro lado, el capital norteamericano empieza a desplazar al inglés, abonando a la teoría de que el golpe del 30 tiene “olor a petróleo”, que se sostiene porque Yrigoyen había estatizado la compañía de petróleo YPF y pretendió hacerlo también con la Standar Oil, compañía norteamericana y principal competidora de YPF. El otro frente de tormenta se daba por los problemas de corrupción en los que se había visto envuelto el radicalismo. El gobierno del “peludo” molestaba a la burguesía por la corrupción que iba floreciendo en su seno, que afectaba a toda la administración, de abajo hacia arriba con la sola excepción de Yrigoyen. A esto debe agregársele el propio fraude electoral que se consumaba en los lugares que el radicalismo no podía asegurar su victoria legalmente. Como señala una reciente crítica trotskista “El radicalismo yrigoyenista había llegado al poder buscando expresar demandas de la clase media y sectores de trabajadores. Es un gobierno de corte populista, que concede algunas demandas a los sectores populares, pero en el marco de mantener a la nación en una posición de subordinación al capital imperialista, sin superar su carácter semicolonial. Sin embargo, en este nuevo marco de crisis, el tibio reformismo radical es poco tolerado por la burguesía y los sectores de poder más conservadores”. (Josefina Luzuriaga “Del centenario a la crisis capitalista” en Cien años de historia obrera en la argentina, 1870-1969)
Desde su división en 1924, entre los sectores “antipersonalistas” y los “yrigoyenistas”, el radicalismo en su tercer gobierno irá sumando rivales todo el tiempo. Para 1930 confluirán en la oposición a Yrigoyen, los conservadores, los demócratas progresistas, los radicales antipersonalistas y los socialistas independientes. Estos últimos, ganarán las elecciones legislativas en Capital Federal, alcanzando más de 100 mil votos. En este mismo año, el oficialismo perderá las gobernaciones de varias provincias. La clase obrera será la gran víctima del golpe de Uriburu, sufriendo una derrota, sin poder presentar batalla, producto de las políticas erráticas de sus direcciones, tanto sindicales como políticas. La crisis política volvía sumamente inestable al gobierno yrigoyenista, la clase dominante necesitaba intervenir quirúrgicamente sobre el escenario político.

La hora de la espada… o de la derecha fascista

Félix Luna se encargará de describir pormenorizadamente los acontecimientos del golpe de Uriburu. Este mismo autor señala que el golpe se venía preparando al menos hacia seis años. Los militares que lo encabezaran se dividirán en dos bandos: por un lado los “liberales”, que anhelan derrocar al poder ejecutivo, pero tratando de mantenerse dentro de los carriles institucionales. Esta fracción tendrá como uno de sus líderes al general Agustín P. Justo. El otro grupo sería el sector “nacionalista” oligárquico, influenciado por el fascismo europeo, que buscaba una transformación radical del sistema político, aboliendo las elecciones libres, suspendiendo la constitución, los partidos políticos y creando un régimen autoritario. Sus líderes irán desde sectores intelectuales antiliberales de renombre, como Leopoldo Lugones, Carlos Ibarguren y militares de segunda línea.
Apoyaron el golpe los políticos tradicionales de la oligarquía; los medios de comunicación, que venían haciendo propaganda hacía tiempo sobre una intervención militar; la Iglesia, el imperialismo norteamericano, que había tenido roces con el gobierno de Yrigoyen; y hasta sindicatos y partidos de izquierda. Apenas 20 días después del golpe, la reciente conformada CGT dirá “en nombre de los afiliados de los diversos gremios que la componen, está convencida de que el gobierno provisional no mantiene en vigencia la ley marcial, sino para asegurar la tranquilidad pública y para hacer respetar el prestigio y la autoridad del gobierno”. El PC y el PS argentino se apresurarán a “reconocer” al nuevo gobierno militar y vitorearán el derrocamiento de Yrigoyen, “la reacción capitalista”. Con tamaños representantes, la clase obrera fue traicionada y condenada a la derrota de antemano, siendo la principal víctima de la política represiva del gobierno militar, sufriendo encarcelamiento, deportación, represión y los primeros desaparecidos del siglo XX.
El gobierno de Uriburu inaugura la llamada “Década infame”, los años de gobiernos reaccionarios y de “fraudes patrióticos”. La clase obrera deberá soportar su retroceso político hasta mitad de década, que al calor de nuevas luchas y huelgas obreras, como la de la madera en 1934 y la construcción en 1935, se enfrentara al régimen político, cuestionando el orden capitalista.
Recomendamos la lectura de Cien años de historia obrera en la Argentina 1870-1969, compiladora Alicia Rojo. Ediciones IPS.

Ricardo Farías
Docente | Corriente Nacional 9 de Abril | Lista Marrón L.de Zamora| @ricardodamian

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