lunes, 4 de septiembre de 2017

Gendarmes de la propiedad privada



Durante el fin del menemismo y el Gobierno de la Alianza, la Gendarmería fue la responsable de asesinar y reprimir durante las puebladas. Los gobiernos kirchneristas continuaron utilizando estas fuerzas para la seguridad interna y el espionaje ilegal.

Desarrollamos algunos aspectos de su historia, continuando con la investigación que publicamos en este diario días atrás.
La Gendarmería Nacional Argentina (GNA), en casi un siglo de existencia, cuenta en su haber con la experiencia de haber sofocado huelgas obreras; torturado en centros clandestinos de detención; reprimido protestas sociales; espiado ilegalmente organizaciones obreras en lucha. Después, parte de esa fuerza, fue destinada a patrullar los barrios de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires, utilizando el gatillo fácil contra los jóvenes de los barrios populares. Este último aspecto lo retomaremos en próximas entregas.

Gendarmes genocidas, asesinan en gobiernos constitucionales

A la salida de la dictadura, después del Juicio a las Juntas y las leyes de impunidad votadas por la UCR y el PJ, esta fuerza quedó impune. Solo unos pocos fueron juzgados por los crímenes de lesa humanidad cuando fueron anuladas estas leyes, a pesar de haber participado en Centros Clandestinos en Tucumán, San Juan, Formosa; Córdoba (La Rivera y La Perla). Así como en Capital Federal y la Provincia de Buenos Aires (Campo de Mayo, El Banco, El Olimpo, Club Atlético y El Vesubio), entre otros.
Como la mayoría de la sociedad identifica centralmente a las Fuerzas Armadas con la dictadura, permitió que esta fuerza no cargue con la condena social por el genocidio de clase. Por eso durante el menemismo, ante la conflictividad social, eligió a la Gendarmería para reprimir las puebladas que se dieron a lo largo del país.
En los años 90 los piquetes fue el método utilizado por los trabajadores desocupados, expulsados de la fuerza de trabajo por el menemismo y la Alianza, como forma de impedir la circulación de mercancías cortando rutas.
El 12 de abril de 1997 una brutal represión a docentes y pobladores de Cutral-Có y Plaza-Huincul, ordenada por el entonces gobernador Felipe Sapag y ejecutada por Gendarmería y la policía provincial, terminó con la vida de Teresa Rodríguez.
Al mando del operativo de la Gendarmería estaba el Comandante Eduardo Jorge, un viejo represor que estuvo a cargo del centro clandestino que funcionó en la Compañía de Arsenales del Ejército “Miguel de Azcuénaga”, quien además asistió personalmente al dictador Antonio Domingo Bussi en la ejecución, mediante disparos en la cabeza, de personas cuyos cuerpos caían en pozos donde eran quemados.
Bajo el gobierno de Fernando De La Rúa, la Gendarmería, con varios jefes genocidas, volvió a cargar sus armas y las usó en cortes de ruta.
Su bautismo de fuego fue el 17 de diciembre de 1999, a días de asumir el gobierno, en el puente General Belgrano que une las ciudades de Corrientes y Resistencia. Bajo las órdenes del radical Federico Storani, entonces ministro de Interior, la Gendarmería desalojó durante la madrugada, y de manera sorpresiva, un acampe que se mantenía desde hacía varios días. Esto provocó la resistencia de cientos de correntinos autoconvocados, en su mayoría jóvenes.
En la durísima represión fueron asesinados Mauro Ojeda (29) y Francisco Escobar (25). Hubo además 28 heridos. La justificación de Storani fue que los jóvenes eran “infiltrados y provocadores”.
Quien estaba al frente del operativo era Ricardo Chiappe, otro genocida que al igual Eduardo Jorge, durante la dictadura formaron parte de los grupos móviles de Gendarmería que tenían como función “prevenir disturbios” en las ciudades. Chiappe además estuvo asignado a los centros clandestinos de Campo de Mayo, en Buenos Aires, y La Perla, en Córdoba.
En noviembre de 2000, la policía asesina al piquetero Aníbal Verón en un corte de General Mosconi (Salta), en un operativo conjunto con la Gendarmería. El 17 de junio de 2001, esta última fuerza estaba al mando de la cacería en la que asesinaron a los piqueteros Carlos Santillán y Oscar Barrios también en Mosconi.
Estos asesinos fueron enviados por el Ministro del Interior Mestre y el Secretario de Seguridad Mathov bajo el pedido del juez fascista salteño, Abel Cornejo, para terminar con los piquetes de los trabajadores ocupados y desocupados que reclamaban a las petroleras trabajo genuino y un aumento para los trabajadores de la construcción.
Asesinaron a dos compañeros, hirieron a decenas, cercaron el pueblo, cortaron la energía eléctrica, saquearon casas, y más de veinte detenidos fueron torturados. Después quisieron responsabilizar a los mismos piqueteros por la violencia.

Kirchnerimo: continuidad represiva y Proyecto X

La continuidad con la dictadura seguía a la orden del día. Néstor Kirchner nombró como director de la Gendarmería a Pedro Pasteris, quien fuera jefe del puente de Paso de los Libres durante la dictadura. En 2005 renunció porque fue imputado en causas de lesa humanidad. Lo sucedió Héctor Schenone, mano derecha en los 90 de Timar Musumesi, jefe de la Gendarmería represora de los cortes de ruta.
Héctor Schenone ingresó en la Gendarmería el 1° de febrero de 1969, mientras era titular de Gendarmería, admitió la existencia del Proyecto X.
Así se denominó el sistema de espionaje de esa fuerza para espiar a trabajadores y luchadores. Organismos de derechos humanos entre los que se encuentra el CeProDH (Centro de Profesionales por los Derechos Humanos), y su referente la abogada Myriam Bregman, denunciaron a Gendarmería por la realización de inteligencia ilegal sobre manifestantes y trabajadores de la empresa alimenticia Kraft en el año 2009, inteligencia en base a la cual luego se armaron causas contra delegados y activistas.
El hecho salió a la luz en noviembre de 2011, cuando al mando del ministerios de Seguridad se encontraba Nilda Garré, ahí se develaron innumerables casos de infiltración ilegal en manifestaciones.
Tiempo después, esta fuerza estrella comandada por el excarapintada Sergio Berni reprimió en Panamericana cuanta protesta hubo. En agosto de 2012 se detuvo ilegalmente a 68 manifestantes de la organización Barrios de Pie que se retiraban de una protesta en la Panamericana, entre los que había varios niños. Los retuvieron durante varias horas en la Unidad Militar de Campo de Mayo.
Cuando en junio de 2014 la autopartista Lear despidió a 240 obreros, éstos decidieron enfrentar los despidos. Realizaron 21 cortes en la Panamericana acompañados de cientos de manifestantes solidarios. Una vez más la GNA, bajo las ordenes de Berni, reprimieron con saña, e hirieron al diputado del PTS en el FIT Nicolás del Caño en varias oportunidades.
El escándalo llegó cuando se hizo pública la actuación del famoso “gendarme carancho” que simuló ser atropellado por el auto de un manifestante para proceder a su detención. Era el comandante de Gendarmería Jorge López Torales. También actuaba en esa represión del 30 de junio de 2015 otro hombre al servicio de GNA: Roberto Galeano, el “canoso de barba” como fue conocido luego. Se traba personal de inteligencia, que tras infiltrar a los manifestantes emitió las órdenes a los miembros de Gendarmería para detener a manifestantes.
Tanto Galeano como Torales se encuentran procesados en la causa que impulsada por los abogados del CeProDH.
Con el “gendarme carancho” y el “canoso de barba” quedaron en evidencia los métodos de esa fuerza: violación a las leyes de Inteligencia y Defensa Nacional que prohíben la infiltración en organizaciones sociales y que uniformados asistan a las marchas con armas de fuego. Así se derrumbaba lo que quedaba del relato k de no criminalizar la protesta social.
En el acto que realizó la expresidenta Cristina Fernández ayer en La Plata, decía que "la Gendarmería que está hoy, es la misma que estaba en el 2015. Cambió el que le da las órdenes, porque las fuerzas reciben órdenes. A Dios lo que es de Dios, al César lo que es del César", dijo. Claramente, las órdenes de su gobierno fueron de reprimir, infiltrar y perseguir a luchadores.

Como desde su origen, al servicio de la propiedad de los usurpadores de la tierra

La desaparición de Santiago Maldonado a manos de Gendarmería es el corolario del creciente y permanente hostigamiento, la persecución, las muertes y represiones a las comunidades mapuches de la Patagonia. En enero de este año fuimos también testigos de una brutal represión en la zona de El Maitén. Allí estuvieron Nora Cortiñas, Nicolás Del Caño y otros organismos repudiando la represión.
Hoy Santiago sigue desaparecido y la GNA permanece apostada en la ruta 40. Tiene además una base logística en el interior de la estancia Leleque, al norte del Chubut, que junto a una comisaría policial en el mismo lugar, trabajan exclusivamente para brindar seguridad, en una suerte de guardia pretoriana, al magnate italiano Benetton. Como desde su origen, al servicio de la propiedad de los usurpadores de la tierra.

Rosa D'Alesio
Gloria Pagés
Hermana de desaparecidos | CeProDH | @Gloria_Pages

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