lunes, 24 de julio de 2017

Las PASO vienen cargadas



La campaña electoral hacia las Paso se ha convertido, en los últimos días, en un principio de crisis política mayor. Los informes, en entrelíneas, de los principales bancos internacionales dejan ver una derrota del macrismo en el distrito bonaerense, incluso de magnitud. Algunas de esas encuestas financieras insinúan que podría quedar en tercer lugar, y otras lo dan perdiendo en la provincia de Santa Fe.
Estas tendencias electorales son la expresión política del derrumbe de la política de feroz endeudamiento internacional y de recesión industrial. La simpatía hacia las movilizaciones populares y, en especial, las ocupaciones de empresas, insinúan una nueva etapa de luchas, luego de las movilizaciones educativas el otoño del año pasado y de las ocupaciones de empresas, huelgas parciales y un paro general del corriente.
La alcahuetería mediática del macrismo ya ha admitido este resultado, mientras los voceros oficiales se consuelan con la expectativa de revertirlo en las generales de octubre próximo. Puesto en términos sencillos, la derrota electoral del macrismo dentro de tres semanas asestará un golpe importante a la autoridad política del gobierno y hasta abrirá paso, a partir del impacto que tendrá en la economía, a una crisis de conjunto. Más allá de la bomba de tiempo que representa la deuda de un billón de pesos por Lebac – unos u$s60 mil millones -, el 70% colocada a corto plazo, la corrida hacia el dólar, en los últimos días, es principalmente una expresión de esta crisis política potencial.

CFK

La beneficiaria de un golpe electoral contra el macrismo sería, como es obvio, Cristina Kirchner. La cuestión es si esta victoria significa la re-emergencia del kirchnerismo como alternativa política. Nada más inviable, sin embargo. El acomodo entre la jefa de la Cámpora y los intendentes del conurbano, en la llamada Unión Ciudadana, es completamente artificial; es un arreglo oportunista de intereses contrapuestos. El conglomerado del 54% de los votos del FpV no tiene retorno. El programa de la UC descansa en la expectativa de recuperar, en el próximo período legislativo, a la mayoría de los desprendimientos que apoyaron al macrismo en estos dos primeros años de gobierno.
De otro lado, el ciclo internacional de precios altos para las materias primas y tasas de interés bajas para contratar deuda ha concluido, lo que hace imposible un retorno al período de vacas gordas de ciertos períodos en la última década. El sucesor del ecuatoriano Rafael Correa, un nac & pop a título propio, ya ha anunciado un plan de ajuste y desatado una ruptura con el expresidente. El ‘eterno retorno’ es, precisamente, un mito – la historia se repite, es cierto, pero siempre de un modo muy diferente.
El desenlace de las Paso podría dejar abierta una situación peculiar – una derrota política del macrismo sin el desarrollo paralelo de una alternativa política. Menos divulgado, por parte de los encuestadores, es el dato de que la Unión Ciudadana sufriría un fuerte corte de boleta entre CFK y la lista de diputados. De confirmarse esta presunción, estaríamos asistiendo a una doble derrota – del oficialismo y de la oposición. El cambio de régimen, luego de una etapa o experiencia bonapartista, tiene lugar, casi siempre, por medio de una crisis política. Lo que acentúa el carácter potencialmente explosivo de este tránsito es el desarrollo de la crisis mundial. Una crisis que no es solamente económica sino de alcances políticos amplias y guerras internacionales a repetición.

Descomposición estatal

El conjunto del impasse político por el que atraviesa Argentina ha dado paso al intento de imponer una fuerte judicialización de la política, como viene ocurriendo en Brasil. El Poder Judicial se ha puesto por encima del conjunto del sistema político – en especial del parlamento. Este fenómeno no obedece a la alegada corrupción de los otros poderes, la cual nunca antes provocó la menor inquietud, como lo demuestra que el más corrupto de esos poderes es, posiblemente, el judicial; en Argentina, esto es una certeza. Hacer recaer el arbitraje último del estado en el Poder Judicial, donde la inamovilidad en el cargo lo convierte en una casta sin aditamentos, desplazando al parlamento, constituye una lápida para todo el sistema democrático burgués.
A medida que la derrota del oficialismo en agosto se convierte en una certeza, redobla la acción del macrismo y del massismo por judicializar la campaña electoral. Es lo que ocurre con los pedidos de expulsión o renuncia contra los kirchneristas De Vido y Gils Carbó. En lugar de establecer el juicio político a los jueces que han venido dilatando la resolución de los procesos contra De Vido, la derecha legislativa se ha empeñado en conseguir el desafuero de este jefe de la corruptela kirchnerista y en violar en consecuencia la inmunidad de los representantes parlamentarios.
Bajo el manto de un reclamo de justicia, la derecha encubre a los jueces que demoran el trámite de los procesamientos y, en consecuencia, a las empresas y firmas privadas comprometidas en la corrupción, que está ligadas tanto al macrismo como al kirchnerismo. El crimen de lesa humanidad de Once continúa impune, por un lado con gran parte de los condenados que apelaron, y por el otro con el responsable fundamental, Julio de Vido.
De otro lado, el reclamo extemporáneo de desafuero, que ahora se pretende fundamentar en la “indignidad” del diputado K, vulnera los derechos políticos, convirtiendo al desafuero en un golpe de estado parlamentario. Finalmente, al reclamar un desafuero sin la previa condena judicial y la orden de arresto, pretende evitar un debate público de esas condenas y sacar las conclusiones de ese debate para todo el sistema político. Todo esto vale también para la Procuradora Gils Carbó, quien llegó al cargo como consecuencia de un golpe de estado presidencial contra el ex jefe de fiscales, Esteban Righi.
En resumen, la eventual paliza al macrismo en las Paso saca a luz la totalidad de la podredumbre del régimen político actual y la farsa que oculta la pantalla democrática, y se convierte en un episodio de la crisis política de conjunto.

Por último, pero el más importante

De acuerdo a los mismos mentideros electorales de los bancos, una victoria de CFK en Buenos Aires y (quizás) en Santa Fe, no iría en detrimento del FIT sino acompañada por un ascenso electoral del FIT. Como se dijo, se prevé una emigración de votantes kirchneristas a las listas de diputados y concejales del FIT; la presencia electoral de CFK permite transparentar este pasaje de una parte del electorado K hacia la izquierda revolucionaria, y ayuda a una clarificación de posiciones entre la izquierda y el nacionalismo burgués. La victoria electoral K no atenuaría la diferenciación política del electorado entre el llamado ‘populismo’ y la izquierda revolucionaria – por el contrario, la acentuaría. Sería un hecho remarcable, que podría adquirir mayor vigor para Octubre.
Ocurre que la izquierda ha sido la protagonista principal en las luchas de la clase obrera, como se advierte en Agr-Clarin, Pepsico y la huelga de choferes de Córdoba, y también una participante eminente en otras luchas populares. Políticamente, ha sido la única oposición política consecuente al macrismo. La burocracia sindical, en esta etapa, ha puesto de relieve su complicidad completa con las patronales y el Estado. Se desarrolla así, desde hace bastante tiempo, una transición en el movimiento obrero, que culminará con una nueva dirección, sea sindical, sea política del movimiento y la clase obrera.
El progreso electoral que demostraría el FIT traduce un fenómeno estratégico, a saber, que la clase obrera es la única clase que ha luchado en forma consistente contra el gobierno macrista y los planes entreguistas y anti-obreros. No se trata de una novedad: es lo que ha ocurrido en todas las crisis políticas del último medio siglo, en especial contra las dictaduras militares. Esto significa, simplemente, que la única alternativa de poder a la ofensiva capitalista y a la crisis en su conjunto está representada por el proletariado.
La conciencia en ascenso de este hecho se advierte en el progreso de la izquierda revolucionaria en los sindicatos y empresas, en las organizaciones de la juventud, y en la lucha de la mujer. La conclusión que emerge de este desarrollo es que la campaña del FIT debe girar en torno a la reivindicación del gobierno de los trabajadores y el socialismo. Cualquier demanda parcial que se abstraiga de la cuestión del poder supone la ilusión de que las reivindicaciones más importantes podrían conseguirse con independencia del poder político en presencia. Los reclamos de un “cambio en la política económica”, que es natural de parte de los sectores burgueses más afectados por el desarrollo de la crisis en curso, no significa otra cosa que marchar como furgón de cola del gobierno y la oposición patronal, y por lo tanto una fuente segura de derrotas.
En resumen, la crítica al proceso electoral en curso descubre las tendencias hacia un derrumbe de régimen político, por un lado, y hacia un realineamiento histórico de fuerzas en la clase obrera, por el otro.

Una lucha internacional

La derecha capitalista no procura solamente muñirse del golpismo parlamentario o la judicialización política para encubrir su hundimiento y la corrupción, y desviar la atención del pueblo de los problemas de fondo, la lucha de clases y la cuestión de qué clase tiene el poder.
En el escenario político-electoral entra también la crisis enorme en Venezuela y la tentativa de la derecha de ejecutar un golpe pro-imperialista y, con eso, reforzar sus posiciones declinantes a nivel continental. El derrumbe político de la experiencia chavista forma parte de la crisis mundial. La delimitación sistemática de nuestro partido, el Partido Obrero, respecto al chavismo y en general a los planteos y gobiernos nac & pop, nos sirve hoy para denunciar el carácter pro-imperialista de la oposición venezolana, y la necesidad de combatirla con los métodos de la lucha de clases y no con los métodos corruptos y reaccionarios del chavismo, que busca a cada paso una salida con los pulpos petroleros y los acreedores internacionales.
La batalla política por la hegemonía de la clase obrera no puede sino tener un carácter continental e internacional. Este carácter ya ha sido impuesto en la agenda política por el macrismo desde el viaje iniciático a Davos y el desfile de los jefes de gobiernos imperialistas por Buenos Aires. Tomamos este desafío político en todas sus dimensiones, en especial en la campaña electoral. La bancarrota capitalista ha puesto la cuestión del poder en la agenda de todos los países, con mayor o menor urgencia.

Jorge Altamira

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