miércoles, 12 de julio de 2017
La Sociedad Rural Argentina: del Remington a los “Falcon” verdes y las ganancias millonarias
La Sociedad Rural Argentina se funda el 10 de julio de 1866. Una asociación de impronta genocida y “golpista”.
«Las penas y las vaquitas,
se van por la misma senda;
las penas son de nosotros
las vaquitas son ajenas»
(Atahualpa Yupanqui)
A mediados del siglo XIX se fue gestando en el territorio de la actual provincia de Buenos Aires una clase social terrateniente conformada por las principales familias patricias que adquirieron tierras durante las guerras de la independencia (M. Peña, 1975), y por los terratenientes que se apropiaron de las tierras durante las sucesivas campañas al “desierto” (Rauch, García, Rosas, Alsina y Roca). Mientras se consolidaba la dependencia económica de Gran Bretaña, estos grupos obtuvieron un importante poder hasta establecerse como clase política (oligarquía) durante los gobiernos conservadores (1880-1916). Entre 1910 y 1943, cinco de los presidentes fueron hombres pertenecientes a la Sociedad Rural. Actualmente, Braun Menéndez, Menéndez Behety, Gómez Alzaga, Bullrich y Martínez de Hoz, son algunos de los apellidos “ilustres” que son parte de las clases dominantes de nuestro país, poseen grandes extensiones de tierra, y están vinculados al capital industrial y al financiero internacional.
Lo que en un principio surgió como una sociedad o asociación cuyos fines eran desarrollar las riquezas y el patrimonio agropecuario, perfeccionar técnicas y métodos aplicables a aéreas rurales e industrias complementarias, con el tiempo se transformó en una importante fuerza política que por mantener sus “conquistas” apoyaron golpes de estado, impulsaron el genocidio de los pueblos originarios y realizaron varios lockout patronales.
Los inicios: “Un cambio radical”
El 9 de julio de 1870, la Sociedad Rural envía una carta al gobernador de la provincia de Buenos Aires E. Castro, donde se pone a disposición del mismo para “contribuir a un cambio radical en este sistema”, se refería claramente a “las continuas invasiones y depredaciones que los indios salvajes hacen sobre nuestra frontera han demostrado ya hasta la evidencia que el actual sistema de defensa es inadecuado o al menos ineficiente” (Zeballos, 2008).
Estas serían las bases para impulsar el proyecto de la campaña “Remington” de Roca cuyo objetivo fue provocar un nuevo genocidio con millares de muertos y culturas devastadas para avanzar con la frontera agrícola en la pampa y la Patagonia. Lo mismo haría Victorica en el Gran Chaco.
El historiador y periodista O. Bayer se refiere a la influencia de los estancieros para impulsar el genocidio indígena: “es decir, las conquista de esas tierras pobladas por los pueblos originarios fue financiada por los estancieros del norte bonaerense, encabezados por el titular de la Sociedad Rural, Martínez de Hoz, apellido conocido no precisamente por la democracia argentina” (Bayer, 2010). De esta manera se incorporaron 42 millones de hectáreas que se repartieron entre los 1.800 estancieros de la SRA, y que con el desarrollo del ferrocarril potenciarían su producción y con ello el rol de Argentina como semicolonia británica.
Todos los golpes, todos…
Si hay algo que caracteriza a la SRA es su impronta “golpista”. Es una de las pocas asociaciones de Argentina que lleva esa huella en su esencia.
El historiador Ceruti hace referencia en esta nota a la preparación de la Exposición de la Sociedad Rural el 31 de agosto de 1930 previo al golpe de Uriburu. En ella se hace mención a un documento de apoyo firmado por los principales terratenientes como F. Pinedo, González Méndez, Díaz Vélez, entre otros, todos integrantes de la Sociedad Rural.
Lo mismo sucede en 1955 cuando la SRA emite un comunicado apoyando el golpe militar como “la patriótica cruzada de libertad”. En los 60, Onganía se paseaba por la Rural en la carroza que había usado la infanta Isabel de Inglaterra en 1910 en los festejos del Centenario. Luego, sobre el final de su gobierno, aplica retenciones generando algunas tensiones.
Durante los gobiernos de Perón, la SRA, se opuso a las mejoras y el pago de aguinaldo de los peones rurales, a los que históricamente mantienen como trabajo esclavo, realizando lockout patronal. En 1975 repiten la operación preparando el golpe. Al tiempo que se produce el golpe cívico militar de 1976 con Videla a la cabeza, de nuevo la Sociedad Rural reluce sus loas más nefastas: “La Sociedad Rural Argentina reitera frente a los productores y la ciudadanía en general su apoyo a toda acción que signifique completar el proceso iniciado el 24 de Marzo de 1976, para poder lograr así los fines propuestos, que en definitiva son los grandes objetivos nacionales”. Así fue como el gabinete de Videla rebalsó de miembros de la SRA como J. Zorreguieta.
Un predio para pocos, Menem lo hizo. Ganancias para pocos, Cristina y Macri también
En 1875 la Sociedad Rural adquiere el predio de Palermo en la ciudad de Buenos Aires, lugar que pertenecía, como no podía ser de otra manera, al terrateniente J.M. de Rosas. Lo hizo gracias a que Sarmiento consiguió del congreso una ley que cedía los terrenos por 20 años, que luego se renovarían permanentemente. A pesar de esto fue C. Menem el que vendió en 1991 a la SRA el predio ferial sin licitación pública y por un importe mucho menor a su valor. Esta resolución fue revocada por el gobierno de C. Fernández de Kirchner en el 2012 por considerar irregularidades en la venta. A pesar de esto y de la aplicación de la 125, las patronales agrarias fueron el sector más beneficiado en los últimos años. Como no podía ser de otra manera, la política de ajuste y entrega de Macri, pone a la Sociedad Rural en un clima de confianza, así lo expresa su presidente L.M Etchevehere: “ya se realizaron 9000 millones de ventas al exterior en un 50% más que el año pasado” (La Nación, 14/6/16).
Mientras tantos miles de trabajadores del campo viven en situaciones nefastas, bajo los peligros de lo agrotoxicos, explotación, sin derecho a sindicalizarse, gracias a la complicidad del recientemente fallecido Momo Venegas de la UATRE. Esta situación vulnera también a los pueblos originarios. La expropiación de sus tierras efectuada por los grandes terratenientes y empresarios (locales y extranjeros), apoyadas muchas veces por la represión, garantizan el modelo extractivista y con éste el rol de Argentina como semicolonia.
Hernán Perriere
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