domingo, 24 de febrero de 2013

Sur, paredón y después...




Las transformaciones que llevará adelante la gestión del PRO en el sur de la Ciudad de Buenos Aires podrían significar una reconfiguración del área, acentuándose la lógica expulsora de los sectores populares de la ciudad.
Durante los primeros meses del año nuevamente la gestión del PRO intentó avanzar en la aplicación de algunos proyectos que habían generado resistencias en los años anteriores. Los conflictos que mayor repercusión pública tuvieron fueron el enrejamiento del Parque Centenario y el intento de avanzar en la construcción de un Metrobús sobre la Avenida 9 de julio.
El PRO tiene un proyecto de ciudad excluyente, donde no siempre la política pública está caracterizada por la retirada del Estado o el vaciamiento de lo público bajo la lógica del neoliberalismo clásico, sino que presenta formas más complejas y cotidianas, donde si bien prima una tendencia hacia la expulsión de los sectores populares de la ciudad, ésta no siempre va de la mano de la coerción.
En este sentido, el conflicto de Parque Centenario y el de la 9 de julio están inmersos en un cronograma de obras que se desarrollarán durante los próximos meses, en el sur de la ciudad especialmente. Algunas de la iniciativas en marcha son la instalación de una Terminal de Transferencia en la Plaza Tupac Amaru (ex Virreyes), la puesta en valor del Parque Indoamericano, la construcción de un Metrobus sobre la Av. Cruz y la Av. Roca, la construcción, y posterior concesión, de una terminal de cargas en el Parque Roca y el avance de las obras del Polo Farmacéutico en la comuna 8. Otras acciones son la construcción del Distrito de las Artes en la Boca, la instalación del Centro Cívico en terrenos pertenecientes al Hospital Borda y el proyecto legislativo “Mega Plan Comuna 8”, presentado por el diputado Cristian Ritondo, que propone un transformación integral de la zona.
A la vez, se planea profundizar la política de maquillaje urbano y control territorial dentro de villas y asentamientos. De esta forma, la gestión PRO se propone finalizar las obras de reurbanización de la villa 6 (Cildañez), consolidar la política de de construcción de portales de inclusión y continuar con obras de mejoramiento de fachadas y atención de emergencias dentro de estos barrios.
La imagen que caracteriza a Macri como hombre de negocios, dispuesto a todo para realizar su interés de clase, sin ninguna preparación, que destruye la ciudad día a día y propugna el abandono del sur es profundamente errada. Esto no implica que no sea todas esas cosas a la vez, y otras también, pero la caracterización implica que puede existir una política sin sujetos. Como bien sabemos, la política pública es pública porque en el Estado se dirimen cuestiones socialmente problematizadas.
Quienes sostienen esta caracterización son los que acordaron con el marcrismo cambiarle la zonificación a los terrenos ferroviarios de Caballito, Liniers y Palermo, parte de la Isla Demarchi y tienen la intención de aprobar el Proyecto de Santa María de Solares del Plata, entre otras cosas.
La política del macrismo para el sur se encuentra dividida, por lo menos, en dos zonas. La primera es la más cercana al centro (La Boca, Barracas, Parque Patricios y Pompeya), aquí se busca profundizar procesos de gentrificación (expulsión de ciertos sectores para que se asienten otros), y propugnar el desarrollo de distritos (Las Artes en la Boca y Tecnológico en Parque Patricios), generando la incorporación de suelo para el desarrollo inmobiliario residencial y comercial. La segunda está comprendida por los barrios de Villa Soldati, Bajo Flores, Villa Lugano y Villa Riachuelo, donde, excepto algunas zonas puntuales como Villa Riachuelo, se busca garantizar la gobernabilidad y presentar logros específicos de cara al resto de la ciudadanía.
Estamos en los umbrales de una nueva etapa de despliegue del macrismo en la Ciudad, donde la implementación de obras de importante magnitud en el sur, la articulación de una red territorial propia dentro de los sectores populares y la consolidación de cuadros técnicos y políticos con mayor cintura política son elementos que pueden ayudar a llevar adelante grandes transformaciones que significarán un disciplinamiento del movimiento popular. Tomando la Comuna 8, por ejemplo, la articulación entre la puesta en valor del Parque Indoamericano, la ampliación de la experiencia del Metrobus, el avance del polo farmaceútico, la reurbanización del algunas villas pequeñas y la aplicación de maquillaje urbano en otras, la construcción de un Centro de Cargas y Transferencias y la posible implementación del Mega Plan Comuna 8, podrían provocar profundas transformaciones de las zonas donde vive la población más vulnerable, acentuándose la lógica expulsora de los sectores populares de la ciudad.
Si bien existen resistencias a algunos de estos proyectos, no parece alcanzar para lograr desarticularlos. Es más, en algunos casos, las organizaciones y vecinos terminan discutiendo cuestiones tales como si hay que poner rejas o no, si se talan árboles o no, en lugar de generar un práctica contrahegemónica en torno a qué ciudad necesitamos.
Una realidad política polarizada y superestructuralizada deviene en la falta de propuesta, iniciativa y unidad para reinventar una ciudad democrática y con derechos. De nosotros depende construir una política urbana distinta.

Ariel Palombi.

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