sábado, 23 de febrero de 2013

Benedicto XVI: la historia (siniestra) de una renuncia.




¿Estaba el renunciante Benedicto XVI amenazado de muerte? La advertencia fue conocida meses atrás, cuando se reveló el contenido de una carta confidencial que le envió el cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos. Castrillón la había escuchado de boca del arzobispo de Palermo, Paolo Romero: “el papa morirá en doce meses”. El vaticinio resultaba de las intrigas y la corrupción reinantes en el Vaticano. Don Paolo fue trasladado a una “misión” en Estados Unidos.
La revelación se filtró de una catarata de documentos secretos entregados por el mayordomo del propio papa, Paolo Gabriele. Para el más renombrado “vaticanista” del Corriere della Sera, Massimo Franco, la salida de Benedicto, es “inexplicable… sin la larga cadena de conflictos, maniobras, traiciones que pululan a la sombra de la cúpula de San Pedro”. Según Franco, la dimisión papal habría sido acelerada luego de que conociera al respecto otro “informe secreto” de similar tenor elaborado por tres cardenales.
La renuncia de Benedicto quiebra un tabú de seis siglos, pero más interesante aun es que deja en actividad a un Papa en retiro. Benedicto abandona la infabilidad (un don que se suponía irreversible) para conservar las más temibles de un conocedor de los entresijos del Vaticano y “urbi et orbi”. Algunos jerarcas en Roma temen que un Papa reconvertido en Ratzinger saque el ventilador si es violado el “pacto secreto” con el ex mayordomo, que permitió sacarlo de la cárcel por una indulgencia papal. Es probable que el trauma psicológico del Papa descripto en la película “Habemus Papam” no fuera otro que el temor a ser asesinado.

Finanzas vaticanas y crisis capitalista

Es lo que también temía Ettore Gotti Tedeschi, el ex presidente del Instituto para las Obras de Religión (IOR), el Banco Vaticano, un hombre de confianza del Papa que fue destituido de su cargo a fines de mayo último. “Temo que me maten”, afirmó don Ettore, según escribió en una nota a sus amigos; “en el Vaticano he visto cosas que me dan miedo”. Y agregó: “en el ‘dossier’ que les dejo encontrarán en tal caso las razones de mi muerte”. El “dossier” de marras revelaba los chanchuyos celestiales del Banco, que incluían operaciones de lavado de dinero, tráfico con fondos millonarios de la mafia y porquerías de altísimos jerarcas de la propia Iglesia. Cuando días después de su destitución, el domicilio de Ettore Gotti Tedeschi fue allanado por la Policía italiana, el banquero se sintió aliviado: había temido que fueran sicarios. De acuerdo con el corresponsal de Clarín en Italia, Juan Carlos Algañaraz, el gobierno italiano decidió darle una protección especial al ex banquero del Papa porque sus confesiones y los documentos que entregó son “material incendiario”.
Benedicto acaba de decir que “el diablo se ha metido en el Vaticano”; se debe referir al financiamiento del Banco de Dios (como se conoce al IOR). La crisis capitalista golpeó muy tempranamente las finanzas del Vaticano. Desde 2007-2008, tuvo cinco años de pérdidas continuas. El titular del IOR, en el informe previo a su partida, había advertido que los peligros para Roma, en el siglo XXI, “no residirán en la expropiación de los bienes de la Iglesia sino en su pérdida de valor (…)”. La Iglesia, se sabe, tiene inversiones múltiples y es parte del paquete accionario de grandes corporaciones (por ejemplo Beretta, uno de los principales fabricantes internacionales de armamento). Además, explota comercialmente en todo el mundo decenas de miles de inmuebles.

Barbarie

Hay un factor superlativo en la bancarrota vaticana: la pedofilia. En los últimos años ocho diócesis norteamericanas se declararon en bancarrota por no poder afrontar los gastos en los juicios contra los violadores y abusadores de niños de sotana. Sólo entre 2007 y 2009 la Iglesia yanqui pagó más de 1.000 millones de dólares. El Vaticano tiene por su cuenta expedientes de 4.000 casos de abusos -la punta del témpano. En Argentina tenemos al obispo Storni y al cura Grassi. En algunos casos, la pedofilia ha sido calificada de “endémica” por su carácter masivo y su extensión en el tiempo. En Irlanda incluye la reducción de niños a la situación de esclavitud en orfanatos y hospitales, los abusos en hogares para discapacitados, el tráfico con los chicos y todo tipo de latrocinios; una investigación reciente detectó estos casos desde 1930. La indignación popular obligó al gobierno irlandés a romper relaciones con la “Santa Sede”.
El propio Benedicto se encuentra acusado ante los tribunales alemanes y norteamericanos por encubrimiento y sabotaje a la investigación de toda esta saga. Algunas asociaciones de víctimas de pedofilia celebran la pérdida de inmunidad judicial que implica la renuncia. Mientras el Vaticano pedía perdón por los excesos, actuaba como una verdadera asociación ilícita de protección para sus afiliados.
El caso más escandaloso es el de Marcel Maciel, titular de los Legionarios de Cristo. Mientras el hoy todavía Papa era el jefe de la “Congregación para la Doctrina de la Fe” (nombre bajo el cual se recicló la vieja Inquisición) durante el reinado de Juan Pablo II, se supo que Maciel era una bestia que cometió todo tipo de abusos, mantuvo relaciones sexuales con mujeres y hombres, abusó sexualmente de varios de sus seminaristas; que consumía drogas y ejercía un poder despótico sobre sus discípulos.
Lo de bestia no es gratuito: en 2010, tres años después de la muerte de Maciel, uno de sus hijos, José Raúl González Lara, denunció que Maciel abusó sexualmente de él cuando era un niño. Maciel procreó dos hijos con la madre de González Lara, a quienes les puso otros apellidos. Todo esto se hizo público desde 2003, cuando todavía Ratzinger “custodiaba la fe” y Maciel había sido encumbrado al altar de “asesor principal” de Wojtyla -Juan Pablo II.

Descomposición

El cuadro de la situación de la renuncia de Benedicto revela un estado terminal. En Estados Unidos y Europa está planteada una suerte de vaciamiento generalizado de la Iglesia católica: parroquias sin personal, seminarios sin aspirantes, una decadencia generalizada. Abundan en la prensa mundial los especialistas que insisten en la guerra de facciones en la Curia Romana. La encabezan Tarcisio Bertone, el llamado “secretario de Estado” y número dos en la jerarquía del Vaticano, y Angelo Sodano, el poderoso titular del Colegio Cardenalicio, que en estos días han vuelto a enfrentarse en torno al nombramiento de un nuevo titular para el IOR, el banco “santo”. Un último arbitraje del dimitido Benedicto terminó por colocar a un compatriota, al frente de la convulsionada institución financiera. Ernst von Frey, el nuevo banquero vaticano, era hasta ahora el capo de una antigua fábrica de armamentos teutona, los astilleros Blohm Voss de Hamburgo, de donde salió el crucero Bismarck, nave insignia de la marina de Hitler. Todo un símbolo.
En este clima, los cardenales comenzarán a llegar a Roma para elegir al sucesor; más que un nuevo Papa, está en cuestión la elección del síndico de un enorme aparato en crisis. Un reflejo del derrumbe sin precedentes que sacude al mundo capitalista, “occidental y cristiano”.
El capital convirtió lo sagrado en profano; es hora, entonces, de que pase por el juzgado de quiebras.

Pablo Rieznik

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