martes, 12 de febrero de 2013
Buenos Aires, ¿ciudad verde?
Obras de remodelación en la Avenida 9 de Julio para construir el Metrobús
A fines de enero de este año, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires comenzó el enrejamiento del Parque Centenario. El conflicto generado en torno a ese acontecimiento nos permite analizar la situación de los espacios públicos verdes en la ciudad.
Nos estamos refiriendo a mucho más que aquellos reductos de tranquilidad en la ajetreada vida urbana. También son espacios que ayudan a que respiremos aire fresco y limpio ya que 20 árboles reciclan el carbono de 100 kilómetros recorridos por un automóvil. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que las ciudades dispongan, como mínimo, de 10 a 15 metros cuadrados de áreas verdes por habitante.
La Ciudad de Buenos Aires tiene alrededor de 250 espacios verdes, entre parques, plazas, plazoletas y patios de juego, lo que equivale a unas 600 hectáreas de espacios verdes parquizados. Así cada porteño, dispone de tan solo 2 metros cuadrados de los mismos para su utilización.
La mayor cantidad de estos espacios se encuentran en el sur de la ciudad, más precisamente en las comunas 1 (Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Montserrat y Constitución) y 8 (Villa Soldati, Villa Riachuelo y Villa Lugano). Sin embargo, muchos de ellos están en condiciones de descuido absolutos. Tal como el mismo Gobierno de la Ciudad expresa en un informe que realizaron, “(…) la cantidad de hectáreas de espacios verdes en una zona no es garantía de que pueda ser usado y disfrutado por los vecinos. El Parque Indoamericano, por ejemplo, es uno de los espacios verdes más grandes de la ciudad, pero no ha sido objeto de ninguna política de ‘puesta en valor’ y mejoramiento, como sí es el caso de otros parques y plazas de la zona norte. Esto ha desembocado en una situación de deterioro del parque que se asimila más a un terreno baldío que a un espacio recreativo y de ocio”.
La relación privada del macrismo con los espacios públicos
La disposición de colocar rejas en algunas plazas porteñas comenzó en el año 1996, con el Rosedal. En el año 1998 ya se encontraban cercadas la plaza Julio Cortázar, un sector del parque Thays y el piletón de yate modelismo ubicado entre lo que ahora es canal 7 (por aquel entonces era ATC) y el Museo Nacional de Bellas Artes. Pero si bien la política de cercamiento de los espacios verdes de la ciudad bajo el discurso de “la seguridad” y “el cuidado de los mismos” no comenzó con el macrismo, aunque esta gestión avanzó al punto de tener hoy más de 80 parques y plazas enrejados o en proyecto de enrejamiento.
El año pasado se reflotó el proyecto de Ley de Regulación de las Áreas de Servicios en los Espacios Verdes de la Ciudad, que busca concesionar la instalación de bares y confiterías en espacios públicos. Esta ley permite otorgar permisos de uso por 5 años en parques, plazas, jardines, plazoletas y bulevares de más de 5000 m2 (media manzana) para “el funcionamiento de núcleos de servicios gastronómicos, sanitarios, recreativos, de transporte y de descanso”, llegando al punto de posibilitar su instalación en espacios como bulevares de 20 metros de ancho. Esta iniciativa es un paso más en la política privatista del macrismo. Pero además, en el caso de que se apruebe, se calcula que la ciudad perderá unas 10 hectáreas más de verde.
Otro paso en este sentido se conoció la semana pasada con la noticia de la tala de árboles en la Avenida 9 de Julio. Se trata de las obras para construir el Metrobús, un corredor para la circulación rápida de colectivos en el centro de la avenida, que prevé el levantamiento de las plazoletas centrales a lo largo de doce cuadras y su reemplazo por dos anchas hileras de cemento.
Como compensación a la pérdida de espacios verdes, en diciembre de 2012 la legislatura porteña aprobó un proyecto presentado por el PRO de construcción de “terrazas verdes”. Se trata de la colocación de pasto y plantas en el techo de los edificios para compensar la falta de espacio verde en la ciudad. Como contrapartida, los consorcios y constructores que armen terrazas verdes tendrán una quita de hasta el 20% en impuestos.
Esta medida, que vista de manera aislada hasta podría parecer simpática, se emparenta con la tendencia a privatizar los espacios verdes públicos, incitando a los vecinos y vecinas de la ciudad de Buenos Aires a disfrutar algo de verde en soledad, y en la “tranquilidad” y “seguridad” del espacio privado.
Tamara Perelmuter
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