--¡Doctora! --Una voz eufórica y alegre se acercó para saludar --Soy Vicente, ¿no se acuerda? ¡Vicente Smith Beltrán!
Recordar, uno entre tantos pacientes asistidos en el Centro Diagnóstico Integral “Antituberculoso” de San Cristobal, en el estado venezolano de Táchira, es tratar de hacer más pregunta y el rostro de una morena acompañada de su bata blanca, expresó esa inquietud.
--Usted me operó la ulcera. –La doctora miró directo a los ojos, porque sólo el brillo de estos pueden esclarecer cualquier duda, entonces le viene a la mente la técnica de la vaguectomía con piloroplastia porque la ulcera perforada de Vicente no resistía otro tipo de técnica menos invasiva y dolorosa.
Vicente hizo su historia: --Desde hace varios años padezco de molestias en la panza. No me atendí correctamente porque vivía a base de remedios que alguien me recetaba. Nosotros los pobres antes de la llegada de Chávez ni siquiera nos acercábamos a un médico. Vine a este hospital porque aquí laboran cubanos que atienden a cualquiera de gratis.
Todo queda esclarecido, Vicente es un joven de unos 30 años, quizás un poco más corpulento que cuando visitó el quirófano. Estuvo tendido varias horas con un dolor profundo y sin emitir quejido alguno. Entonces vino la alegría de la doctora al reconocer a un paciente sano.
--¿Cómo te sientes ahora?
Se levantó la camisa, en medio del estacionamiento de autos, a plena luz del día, enseñó su cicatriz como un trofeo, no le importó las miradas indiscreta de otros. La doctora sonrió porque se sorprendió de un buen trabajo en la costura de la piel.
--Estoy trabajando en las obras de ampliación del hospital-dijo Vicente
Vestía ropas de constructor, su pantalón oscuro tenía salpicadas de cemento por doquier. La camisa estaba raída para aliviar el sudor. Sus botas despegadas y enfangadas de mezcla cementada. Faltaba el consejo:
--Si tienes algún otro síntoma, vuelve
Un saludo en un agradecimiento. Historia repetida de miles de venezolanos curados por las manos expertas de cubanos. Eso sólo tiene un nombre: ¡Humanidad!
Anécdota tomada de la Dra Sara Cirila Hernández Arangurer
Nuria Barbosa León, periodista de Radio Progreso y Radio Habana Cuba
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