martes, 6 de abril de 2010
El movimiento revolucionario no puede, ni debe, estar a la defensiva
Me dice un compañero de lucha que quienes son tildados (por publicar artículos en periódicos pro-imperialistas) de "antiguos fanáticos del marxismo-leninismo más intransigente y cerril", nunca fueron marxistas, ni por fanáticos ni por cerriles, pues el marxismo no admite guiones de etapas. Estoy de acuerdo con él y como, mis pecadillos veniales juveniles devinieron en pecados mortales y, además, no me debo a nada ni a nadie que no sea la revolución universal, es por lo que considero que los países que aspiran derribar por completo, las viejas estructuras burguesas, están cometiendo un error en su relación con Occidente.
Agresiones mediáticas, insultos racistas, descalificaciones e imposiciones, son consecuencia de la pérdida de iniciativa de los Estados progresistas frente al imperialismo europeo y estadounidense. No hay que esperar a ser atacados para responder. Los países con procesos revolucionarios en marcha, deben denunciar constantemente el carácter fascista, de las sociedades capitalistas “avanzadas”; sus torturas; sus presos políticos; sus desaparecidos, sus ejecuciones extrajudiciales. Y hacerlo con nombres y apellidos. A ello obliga la condición revolucionaria.
Las concesiones se ven y se oyen. Es cierto que existen más razones para creer en revoluciones que en quienes las difaman, pero como todo es utilizado, esa convicción tal vez deja en el aire que “quizás” esos detractores pueden aportar algo positivo al planeta. La comparación no me vale. Los enemigos de las revoluciones sólo aportan cadáveres. El hecho de citarlos siquiera, es, nuevamente, seguir a la defensiva en unos momentos donde la crisis capitalista y la situación geoestratégica mundial, juega a favor de los movimientos antifascistas.
A las revoluciones no hay que quitarles la “erre”, hay que quitar a quienes las anquilosan: arribistas, burócratas y burgueses emboscados. Y eso sólo es posible, revolucionando la revolución. Cuando esa gente desfile delante del pueblo, con un cucurucho en la cabeza, entonces comentaremos, criticaremos y discutiremos en libertad, pero exclusivamente dentro del seno de la clase obrera y campesina. La burguesía (hoy, sinónimo de crímenes contra la humanidad) no tiene nada que hacer ahí, excepto desaparecer.
Es imperativo abandonar el uso, candoroso, de replicar sólo cuando se es agredido y tomar la iniciativa de golpear primero. Si fuera así, ni campañas mediáticas, ni jueces que bailan al dictado de regímenes impresentables, ni presiones incalificables, salpicarían, por ejemplo, a internacionalistas cuyo único delito consiste en ser amigos de Venezuela.
J.M. Álvarez
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