martes, 10 de diciembre de 2024

No hay plata para investigar, pero sí para atacar y estigmatizar a investigadores


El ataque violento misógino y anticientífico del youtuber de ultraderecha Tipito constituye un ejemplo del accionar de los grupos de tareas mileistas contra la ciencia pública. 
 Desde que comenzó el gobierno de Javier Milei, el sistema científico y tecnológico nacional ha sido objeto de múltiples y reiterados ataques y de una campaña de estigmatización y desprestigio, desarrollada por trolls y también por funcionarios públicos, que ha sido relatada oportunamente. 
 En las últimas semanas además se sumó el accionar de las milicias digitales -factiblemente subsidiadas con fondos de la SIDE- las cuales eligieron como uno de sus blancos a una investigadora de CONICET, a partir de una actividad de agitación militante en el subte, en la que ella denunciaba el ataque virulento al sector científico, efectuado por este gobierno hambreador y represivo. 
 En este caso, un youtuber de unos 40 años conocido como Tipito o Tipito Enojado recoge un video de una agitación en transporte público, que ya se había viralizado, hace un recorte intencional y tendencioso, alterando el sentido de la protesta y el contenido de la denuncia. La finalidad del video es tergiversar la lucha por una causa colectiva, renominándola como “lloriqueo” de quien se queja “de llena” en un país con elevados índices de pobreza e indigencia, omitiendo deliberadamente hacer alusión a uno de los ejes clave de la intervención: mostrar que el vaciamiento y desfinanciamiento de la ciencia pública ha transcurrido concomitantemente al brutal incremento de aquellos índices a lo largo de este último año. 
 Así, el video comienza con un título mentiroso "Científicos" protestan contra Milei porque ganan poco (GANAN MÁS DE UN MILLÓN) y en el *thumbnail *figura la imagen de la investigadora en cuestión en primer plano, con una leyenda que reza “No nos alcanza” (frase que en ningún momento se profiere, precisamente porque se trataba de una acción de lucha colectiva y no de una victimización subjetiva y personal).
 Luego, Tipito realiza un violento doxeo, exhibiendo los datos personales y académicos de quien escribe -que son de acceso público y no incluyen nada vergonzante, sino todo lo contrario- pero son descontextualizados maliciosamente, entremezclados con una serie de datos erróneos sobre el funcionamiento del sector científico nacional (que solo denota la arrogancia e impunidad con la que estos personajes abordan livianamente cualquier temática). El objetivo era evidente: por un lado, intimidar a quien milita contra las políticas de este gobierno y, por otro, ridiculizar, ante una audiencia adicta y acrítica, la investigación científica en general, y en el área de ciencias sociales y humanidades en particular. Como ejemplo palmario de esto último, omite mencionar que nuestros cargos son concursados y que pasamos por evaluaciones rigurosas para cada promoción. A esto se agrega que el streamer enumera la larga lista de publicaciones que figuran en el sistema, sin aclarar que un artículo académico (paper) en una revista científica (journal) es el producto de entre medio año y un año de trabajo de investigación y lo equipara -no inocuamente- con notas de opinión, entre las cuales figuran las publicadas en Política Obrera: Motosierra en la ciencia pública; Situación del CONICET; Abajo los recortes.
 En este punto vale la pena detenerse ya que la estrategia clásica de oponer trabajador contra trabajador, en este caso, en apariencia, emergía como servida en bandeja: una mujer -blanca, instruida y con un empleo fijo y registrado- tenía el descaro de “quejarse por su salario” (que no obstante es levemente superior a la canasta familiar) que obtiene por escribir “cosas que no le importan a nadie” (sic), mientras que los seguidores del youtuber -que, a su criterio, constituyen una muestra representativa de la población trabajadora argentina- ganan bastante menos que ella, sin gozar de los beneficios del empleo registrado, “realizando tareas útiles” y -el punto crucial en todo este escenario- “no se quejan”. 
 Así fue como, a ese primer video, que resultó viral, con casi 145.000 reproducciones hasta la fecha y miles de comentarios violentos, sexistas y oscurantistas contra una trabajadora asalariada del área de investigación que milita su causa, junto con otras tantas causas que tienen como protagonistas a los sectores más damnificados por el programa de ajuste brutal llevado a cabo por el gobierno de Milei. 
 A continuación, la investigadora publicó una nota: Lo que le molesta al Tipito, en la que hace visible el ataque, poniendo el foco particularmente no en el agravio personal, sino en el contenido del reclamo que se buscaba silenciar y ridiculizar. Pocas horas después, el personaje hace otro streaming dedicado netamente a reaccionar en vivo a la contundente e irrefutable nota, en el que repite exactamente lo antedicho, pero acentuando su sarcasmo y revalidando su pretendido rol de “patroncito de estancia” exigiendo rendición de cuentas a quienes, a su entender “viven de los impuestos de todos”. De este modo, se ataca en manada a quienes forman parte del sector CyT -cuya tarea consiste precisamente en propiciar el pensamiento crítico y el cuestionamiento a las desigualdades inherentes a este régimen social- con el objeto deliberado de construir un supuesto enemigo artificial visible e identificable, generando una tensión ficticia entre trabajadores asalariados de rubros distintos (públicos versus privados, estables versus precarizados, intelectuales versus manuales, etc.). Mientras todo esto sucede, desde el Estado se financia a estos grupos violentos encargados de diseminar y propagar, mediante una metodología fascistoide, una narrativa funcional a los grandes intereses concentrados y contrarios a las amplias mayorías populares. 
 Pese a los reiterados ataques, no nos amedrentarán ni desmoralizarán. Por el contrario, nos encontrarán luchando, una vez más tanto en las calles como en el subte. 

 Ariadna Gallo (Investigadora Independiente de CONICET) 
 07/12/2024

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