El diario La Nación expresó su desagrado por medio de un artículo del periodista Hugo Alconada Mon, con el título “Milei no deberá revelar quiénes lo contrataron antes de asumir”. Se refiere al rechazo de la Oficina Anticorrupción a un pedido en ese sentido de dos diputados porteños que integran la comisión de asuntos constitucionales de la Legislatura. Alconada contrasta la posición del funcionario designado por Milei, Alejandro Melik, con la que tuvo el director de la OA bajo el gobierno de la pareja Fernández, que sí reclamó el nombre de los contratistas o clientes del expresidente, quien se negó a cumplir con el requisito. El expediente de Milei es más amplio que el de Fernández, porque solamente su relación la Corporación América obligaría al liberticida a abstenerse a un número indeterminado de acciones del Estado vinculadas con ese pulpo multinegocios. El periodista se detiene largamente en lo que llama “la opacidad del patrimonio de Milei”, ilustrada en omisiones y tergiversaciones de sus declaraciones juradas. La publicación del artículo es una expresión del fastidio del diario con lo que, los medios en general, pero especialmente el inefable Clarín, caracterizan como un pacto entre Milei y Cristina Kirchner. Las inversiones que ahuyentaría el kirchnerismo responden al hecho de que ha sido incapaz de encubrir los delitos económicos de las grandes corporaciones, como esperan lograrlo con Milei. Macri, Cavallo, Sturzenegger, han arrastrado procesos judiciales el tiempo suficiente para que caigan bajo la figura de prescripción.
La meta política que se ha asignado en este momento la camarilla de Milei que regentea Santiago Caputo, es destrozar al macrismo y, de un modo general, a aquellos ‘aliados’ que gobiernan provincias y que no puedan ser asimilados por completo. El propósito es reforzar el poder propio hasta 2027, con la ilusión de convertir al régimen por decreto en plebiscitario. La meta inmediata que se ha asignado es construir una mayoría en CABA y en alternativa de gobierno en la Provincia. Renegando de las coaliciones políticas el gobierno impulsa la eliminación de las Paso. El tándem Milei-Caputo advierte que debe enfrentar una oposición sorda en la burguesía, como se manifestó en la reciente conferencia de la Industria. Ante un plan deflacionario, que se profundizará, en principio, a lo largo de 2025, una gran parte de la gran industria y del comercio necesita medidas compensatorias que no se vislumbran, para evitar una serie de quiebras: incluso el agronegocio reclama la derogación de las retenciones a la exportación. El macrismo y otras fracciones opositoras se ofrecen como escudo de este sector, pero el pago de la deuda, en 2025, no sólo en divisas sino también en pesos, fuerza a seguir con la deflación monetaria y el encarecimiento relativo del peso.
El impacto de una devaluación sobre la deuda del Tesoro en pesos desataría una crisis financiera de envergadura y una crisis política similar. Esta confrontación se manifiesta en la ruptura de las negociaciones acerca del Presupuesto 2025 y la inminencia de una segunda prórroga del de 2023. El gobierno se aseguraría un manejo del Tesoro que ronda el capricho.
El margen del gobierno para componendas políticas es reducido o nulo. Las repetidas sesiones parlamentarias fracasadas muestran una fragmentación política que ha reforzado el régimen de decretos. No hay espacio para que el Senado preste conformidad a los designados para integrar la Corte Suprema, aunque el kirchnerismo haya firmado un dictamen, que no tiene los votos en el recinto. Por eso se apresta a designar a Lijo y García Mansilla como cortesanos, sin poner el tema en la agenda de las sesiones extraordinarias. Las usinas liberticidas han hecho saber que no esperan que el presidente actual de la Corte se niegue a tomar juramento a los apuntados, y que en caso contrario la jura se haría ante Milei. No se ha entendido suficientemente que el régimen de poder personal que procura crear es, al mismo tiempo, un sistema de crisis permanente. Después de haber demostrado durante todo un año que la mayoría relativa que tiene en las dos Cámaras no le han servido para nada, el kirchnerismo, y en especial su capitana, siguen convencidos de que pueden acorralar a Milei e imponer alguna de sus pretensiones. El jefe liberticida no va a resignar sus propósitos a cambio de propuestas como nombrar una mujer para la Corte, ampliar el número de sus integrantes o alguna variante significativa.
Lo que asoma, por el contrario, es un astillaje de la UxP y una confrontación entre el bloque pro-Kicillof, por un lado, y el de CFK y La Cámpora, por el otro, en la provincia de Buenos Aires. Desde el campo antikirchnerista, sea del gobierno o del peronismo, alientan al gobernador a desdoblar las elecciones provinciales de las nacionales, y a dejar a una candidatura de CFK librada a sus propias fuerzas. Lo que no pudieron dos condenas judiciales, lo podrán dos condenas políticas: el fracaso electoral de 2015 y el fracaso gubernamental de 2019/23. En una escena bastante grosera, Roberto García, el ex director de Ámbito, y Miguel Ángel Broda, un economista asalariado de las grandes compañías y bancos, reclamaban, ayer domingo, en el programa La Mirada, que Kicillof escuchara el pedido desesperado de su esposa de romper con Cristina Kirchner, a riesgo de convertirse en un segundo Alberto Fernández. Pero si Milei es el Thatcher de Argentina, Kicillof es el Tony Blair de Gran Bretaña – el que siguió la línea de la “dama de hierro” bajo un ropaje laborista. La CTA, cuyas fracciones estarían a punto de reunificarse, tiene un bloque interno que simpatiza con el Gobernador. Antes de meterse en la política oficial, el joven Kicillof se reivindicaba un firme libertario político.
Esta red de fracciones políticas de apariencia caótica tiene envueltas a todas las corrientes del momento, como la CGT, diversos núcleos provinciales y el FITU, por supuesto. El FITU jugó un rol prominente en estos días al formar un frente indiferenciado con el kirchnerismo, Pichetto, la burocracia sindical e incluso LLA, en defensa de la ley de Asociaciones Profesionales que ampara la integración de las organizaciones obreras con el Estado. Ninguno de los eslabones de esta cadena se pronunció o hizo campaña contra el memorando con el estado sionista que anunció Javier Milei. O sea que Argentina se ata al campo de la guerra imperialista sin chistar. Queda claro, ante este cuadro histórico de connivencias de clase, que incluye a fracciones fascistas, la importancia que asume reconstruir una izquierda revolucionaria que organice una intervención histórica independiente de la clase obrera – internacional.
Jorge Altamira
02/12/2024
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