La democracia y la persecución a los luchadores.
La multitudinaria movilización que colmó la Plaza de Mayo y varios puntos centrales en una docena de provincias para exigir el fin de la persecución judicial y la criminalización a los luchadores se destacó en un escenario en que las libertades democráticas están en el centro del debate electoral hacia el ballotage.
Es que cuando la campaña de Massa reclama el voto en defensa de la democracia y los derechos políticos, tanto el gobierno nacional como los gobernadores peronistas y los radicales -a quienes está dirigido el planteo de “unidad nacional”- protagonizan una incesante ofensiva contra quienes pelean por las reivindicaciones populares. Se cuentan por decenas los referentes piqueteros, huelguistas, activistas ambientales y luchadores en general que afrontan causas judiciales a lo largo y ancho del país, empezando por César Arakaki y Daniel Ruiz, condenados por ser parte de la enorme movilización popular que enfrentó el robo macrista a los jubilados en diciembre de 2017. Quienes tienen una preocupación genuina ante los discursos facistizantes de Milei y Villarruel deben sumarse a la pelea contra la persecución a los que luchan. No es con un gobierno de Massa y los Gerardo Morales como vamos a terminar con la criminalización de la protesta, sino derrotándola en la calle.
Finalmente, los planteos de Villarruel no nacieron de un repollo. Recuperan la teoría de los dos demonios ya vertida en el Nunca Más y que luego fundamentó los indultos bajo en el menemismo, y la recomendación de “dar vuelta la página” que expresaron los sucesivos gobiernos, incluso los que como el actual posan de defensores de los derechos humanos. Es esta democracia capitalista la que engendra a fachos y negacionistas, porque en definitiva el terrorismo de Estado tuvo un claro carácter de clase contra los trabajadores. Así, cuando en el debate de candidatos a vicepresidente la abogada de represores insistió en presentarlos como víctimas, invirtiendo la realidad, del otro lado Rossi -a la par que buscaba evidenciar la inclinación videliana de Villarruel- se jactó de fortalecer a las Fuerzas Armadas y enalteció al sionismo en medio de los crímenes de Israel contra el pueblo palestino.
Este último es otro punto de consenso entre Massa y Milei, y de ninguna manera es secundario. Es evidente que quienes respaldan el exterminio de un pueblo por parte de un ejército bancado por el imperlialismo yanqui el día de mañana avalarán los mismos métodos contra los trabajadores argentinos. De hecho, el candidato de Unión por la Patria sigue destacando que si es presidente decretaría en forma inmediata la inclusión de Hamas como organización terrorista, algo que gracias a la vigencia de la Ley Antiterrorista -promovida por el Departamento de Estado norteamericano- habilitaría la censura y persecución a quienes apoyamos al pueblo palestino.
No es una suspicacia, cuando cientos de periodistas de grandes medios de comunicación de renombre internacional denuncian la mordaza a que son sometidos para impedir que describan lo que realmente ocurre en Medio Oriente (una política colonialista de limpieza étnica), incluso con numerosos despidos. Desde ya, alertan también los asesinatos de colegas en Gaza, donde se cumplió un mes de bombardeos y ataques de Israel dejando como saldo 10.000 mil muertes y la reducción a escombros de hospitales, escuelas, hogares y centros de refugiados. El rostro más crudo de esta masacre se ve en las infancias.
La izquierda, que se destacó ya en la campaña electoral como la única fuerza política que alzó la voz contra este genocidio, continúa movilizando y llamando a la solidaridad con Palestina en los lugares de trabajo y estudio, siendo objeto de ataques como el de la Daia, que pretende instaurar el delito de opinión a partir de la manipulación de tildar como antisemita toda crítica al sionismo.
La conferencia electoral nacional del Partido Obrero deliberó con todos estos elementos sobre la mesa qué posición asumir de cara al ballotage, y resolvió que no apoya políticamente ni vota a ninguno de los candidatos. Como fundamenta la resolución política aprobada, esta definición no se basa en que ambos sean “lo mismo”, sino en una caracterización concreta de lo que está en juego.
Milei representa la tentativa de imponer una salida de fuerza contra los trabajadores y avanzar en la completa colonización de Argentina por el capital financiero internacional, pero es manifiesto que aún no ha reunido los recursos políticos para ello. El pacto con Macri y Bullirch para rescatar su postulación tras la derrota en las elecciones generales a la vez agrietó a La Libertad Avanza y rompió a Juntos por el Cambio y al PRO. La mayoría de los gobernadores radicales se reubicó junto a Massa, siendo que representan intereses capitalistas de mucho peso, como la minería. Demuestra que la debilidad de Milei deriva de que no pudo todavía recolectar el apoyo de sectores clave de la burguesía a su programa. Se ve en el rechazo a la dolarización y a una apertura comercial por parte de la UIA, la Cámara de la Construcción, los bancos. Pero este punto revela la extorsión al pueblo, ya que mientras por ejemplo los empresarios textiles llaman a votar a Unión por la Patria para cuidar la industria y los puestos de trabajo, a la vez son quienes aprovechan las barreras proteccionistas para liderar el alza de precios locales muy por encima del índice de inflación. Los intereses de las patronales no son los de los trabajadores.
Donde más se pone de relieve esto es en la presión que ejerce la burocracia sindical por el voto a Massa, que es una línea de derrota del movimiento obrero porque lo desmoviliza y lo desarma incluso para el caso de que gane Milei. Esa pasividad es funcional a que se impongan el ajuste y las reformas antiobreras, gane quien gane. Finalmente, ese es el programa de la “unidad nacional” tutelada por el imperialismo. Por eso, la consigna que resolvió el Partido Obrero es: “Combatimos a Milei y llamamos a enfrentar la unidad nacional de ajuste de Massa contra los trabajadores”.
Buen domingo.
Iván Hirsch, editor de Prensa Obrera.
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