Javier Milei no necesitó siquiera una semana para producir una purga mayúscula de ‘libertarios’ y reclutar un ‘gabinete de guerra’ en las filas del macrismo.
Voló al número puesto, Emilio Ocampo, de una futura presidencia del Banco Central y con ello Milei le dio un distraído adiós al plan de dolarización de la moneda – la premisa misma con la que pretendía poner fin a la inflación. Para “el presidente electo” la dolarización estaba a la orden día, a partir de la previsión de que antes del cambio de gobierno se desataría una hiperinflación y una crisis de las relaciones de mercado.
La decapitación de Ocampo tuvo lugar por medio de la designación del macrista Luis Caputo -opuesto a la dolarización- en el estratégico ministerio de Economía. Lo mismo repitió en el Anses – la ‘caja’ más nutrida del estado, que había prometido a Carolina Píparo, que ahora entregaría a un funcionario del ex gobernador Juan Schiaretti, Osvaldo Giordano. En cuanto a la AFIP, el organismo recaudador de impuestos, Milei se habría decidido por Santiago Montoya, un ex funcionario de Scioli, en desmedro de su propio ‘pollo’ Ramiro Marra. En la futura presidencia de la Cámara de Diputados, Milei ha metido en la grilla a Florencio Randazzo, lo cual obedecería a un acuerdo con el gobernador electo de Córdoba por Hacemos Unidos, Martín Llaryora y el tucumano Osvaldo Jaldo, un aliado, hasta el domingo pasado, de Sergio Massa. Clarín ha caracterizado a la purga descrita como “un giro: del salto al vacío al aterrizaje en la realidad”.
Hay un condimento mayor, al menos en principio, si se confirma la exclusión de Victoria Villarruel en la designación de los encargados de Defensa y Seguridad, que la “procesista” creía reservados para su tropa. Esos espacios serán ocupados por Luis Petri, el candidato a vice de Patricia Bullrich, y la misma Bullrich. Ambos tienen certificado de reaccionarios, pero no pertenecen al círculo de la Vice electa. El malón de los ‘libertarios’ está que trina en las redes sociales. Javier Milei ha conservado al menos a su hermana y a sus perros. Milei ha abandonado la dolarización y abrazado a la ‘casta’, sin hacer distinciones, porque ha reclutado en todo el arco político, incluido el ‘nacional y popular’. Todavía queda, sin embargo, una pieza en disputa – el ministerio del “Capital Humano”, adonde ha sido degradada, entre un mar de reparticiones, la Secretaría de Trabajo. Entre ellas, nada menos que Salud, Educación y Desarrollo Social. Sandra Pettovello, la candidata al puesto, podría terminar siendo parte de la purga. En cuanto a los ‘libertarios’ que han sido ‘excluidos’, seguramente preferirán un lugar ‘decente’ dentro de la corporación política a salir a predicar en el desierto.
Lo que se había insinuado como la tentativa de “un semi-bonapartismo de derecha” -un gobierno de ‘libertarios’ que se abre paso por la fuerza y el arbitraje- ha sido matizado ahora con un gabinete de coalición. Esto obedece no solamente a la necesidad de armar un contingente respetable de un nuevo oficialismo en el Congreso. Responde a la presión de un amplio sector de la burguesía nacional e internacional que ha repetido su temor, y lo sigue haciendo, a que el ‘shock’ monetario y cambiario comportara una confiscación masiva de sus tenencias en títulos del Banco Central (Leliq y pases) y depósitos en los bancos (de fondos comunes, compañías de seguros y empresas), así como en títulos del Tesoro (ajustados a dólar e inflación). Esta burguesía, que primero apostó por las candidaturas de JxC y luego por Massa, ha encontrado la vía para establecer al menos un cordón sanitario en torno a Milei. En esta crisis han quedado expuestas la debilidad de la burguesía para imponer a sus candidatos y la debilidad política del ‘movimiento libertario’, que carece de aparato nacional de movilización, de gobernadores, intendentes y de una decente representación parlamentaria. La crisis de gobernabilidad que se espiralizó bajo el gobierno ‘popular’ de los Fernández, no ha concluido. La nueva etapa promete hacerla aún más explosiva.
El ministerio de Economía ha sido la cartera política más codiciada, al mismo nivel de la jefatura de Gabinete. El ‘Toto’ Caputo, como se lo apoda, demostró sus artes cuando eligió financiar una inmensa fuga de capitales, a partir de abril de 2018, usando el primer tramo del préstamo del FMI, y luego los tramos siguientes. El ‘lobo de Wall Street’, como también se lo conoce, convenció a dos fondos internacionales, Templeton y Pimco, a que conservaran sus tenencias de títulos del Tesoro en pesos, que rendían un 20% anual, persuadido de que el endeudamiento con el FMI estabilizaría el tipo de cambio. Como esto no ocurrió, el ‘Toto’ se vio obligado a renunciar y los fondos a perder, en principio, un montón de plata. Tuvo que venir Martín Guzmán, el ministro de Economía del gobierno ‘nacional y popular’ para que Pimco y Templeton se resarcieran de todas sus pérdidas. Los autorizó a convertir sus bonos en pesos a bonos en dólares a la cotización del bajísimo tipo de cambio oficial. Los Fernández y Massa ‘compraron’ estabilidad ofreciendo un subsidio excepcional e ilegal a los compinches de Mauricio Macri y del ‘lobo’ Caputo.
El golpe de estado económico con Caputo
Javier Milei ha escogido al ‘Toto’ precisamente por estos antecedentes. El ‘electo’ contó a los medios que Caputo “no es economista” y “no sabe de macroeconomía”, pero es un buen financista. De acuerdo a la información conocida, Caputo compró su designación mediante el ofrecimiento de un rescate de la deuda del Banco Central – las Leliq. El monto comprometido, 15 mil millones de dólares, sería aportado por el FMI y por fondos internacionales. La oferta de rescate provocó, sin embargo, una huida de las Leliq, por parte de los bancos, que dejaron de renovar el 80% de las tenencias a su vencimiento, en la semana. Las Leliq y los pases bancarios equivalen a 50 mil millones de dólares, a un tipo de cambio de 600 pesos. Se trata de una deuda impagable que paga una tasa de retorno del 250% anual, de modo que se reproduce como los conejos.
Esta hipoteca bloquea la posibilidad de levantar el ‘cepo’ y liberar el comercio exterior y el financiamiento internacional, que es clave para el gran capital nacional e internacional. Es que desataría una corrida al dólar que podría dejar sin pesos a la economía de Argentina. Algo similar ocurre con la deuda local del Tesoro, en pesos, equivalente a alrededor de 100 mil millones de dólares. Los 15 mil millones de dólares que ha ofrecido Caputo deberían servir, según dicen, para empalmar con la liquidación de divisas que tendrá lugar en un par de meses como consecuencia de la exportación de la cosecha de soja y, adicionalmente, petróleo y de gas liquificado. No se conoce la tasa de interés de este supuesto financiamiento, pero la que cobra el FMI es del 9% en dólares, y la que está implícita en la cotización de la deuda externa es del 20/25% en dólares. Si se tiene en cuenta que el Banco Central ha estado comprando en el mercado los títulos del Tesoro, de los cuales se deshacen sus tenedores, la situación financiera es desesperante. Este cuadro límite ha levantado las sospechas de que el rescate implicaría concesiones patrimoniales de la economía estatal, incluyendo tierras fiscales y las acciones de empresas que tiene en su poder el fondo de garantía del Anses.
Del cuadro descrito se desprende que Argentina no atraviesa una crisis fiscal sino una crisis financiera. El mismo Milei partió el déficit del Estado en un 5% fiscal y un 10% del Banco Central. En el 5% fiscal se esconde un 3% financiero, el pago de la deuda pública. La atribución de la crisis financiera al déficit fiscal revela la intención, simplemente, de que los impuestos dejen de cubrir gastos para amortizar títulos de deuda pública. El carácter capitalista de la crisis ha quedado más expuesto que nunca.
En este contexto, la ‘salida Caputo’ no relega el ‘shock’ monetario y su consecuencia hiperinflacionaria, sino que sería parte de un acuerdo internacional. Ha acentuado, por de pronto, la desvalorización del peso en los mercados paralelos. El gobierno ‘popular’ ha aumentado los ‘dólares ahorro’ y los ‘dólares tarjeta’, lo cual indica un cierto acuerdo político en la “transición”. La corrida de precios en los supermercados es típica de un proceso inflacionario. Milei ha explotado este marco explosivo para poner en duda el pago del medio aguinaldo a trabajadores del Estado y a jubilados. Con seguridad hará caducar los contratos laborales que vencen a fin de año, que el gobierno ‘popular’ no ha querido convertir en permanentes, legitimando, como en sus cuatro períodos de gobierno, el trabajo en negro.
Caracterización, método y tareas
De lo que se trata ahora, “en la transición”, es de caracterizar adecuadamente la forma que va tomando la crisis y su ritmo; la ofensiva que descargará el gobierno; y por, sobre todo, cómo todo esto será receptado por las masas. Por lo pronto, el despido de trabajadores del estado bajo contrato; la amenaza de privatizar los medios públicos de comunicación; el pago de los aguinaldos; el cese de entrega de alimentos a los comedores populares; la aceleración de la inflación de precios; las paritarias que se convoquen bajo el patrocinio del ministerio de Capital Humano; todo esto y más, han dado lugar a reacciones y movilizaciones anticipadamente a la asunción del nuevo Gobierno. En Santa Cruz, se presenta lo que puede ser un anticipo para todo el país. El gobernador electo, Claudio Vidal, mandamás de la burocracia sindical del petróleo, ha puesto en duda el pago en tiempo del medio aguinaldo a los estatales provinciales. Lo singular del caso es que Vidal puede enfrentar la reacción de los trabajadores como lo ha hecho el neuquino Sobisch con los docentes o Pedraza con los ferroviarios – con brigadas armadas. No serán los kirchneristas quienes saldrán en apoyo de los docentes, de la salud o municipales. Es necesario abrir un debate acerca de la estrategia a seguir, incluida la confraternización con los trabajadores del petróleo y la minería.
La atención a la reacción de las masas servirá para determinar consignas y métodos; se trata de toda una etapa de crisis políticas, catástrofes económicas y sociales, y luchas. La línea, ampliamente descontada, de apresurarse a llamar a la ‘unidad’ a la burocracia sindical y piquetera, con abstracción de las tendencias de las masas, significa adaptar estas tendencias a los aparatos y a los métodos y los intereses de los aparatos, Esta adaptación va a ser adoptada por la falsa izquierda, adentro o afuera del FITU. Es lo que cabe esperar de corrientes que llamaron a votar a Massa. El voto de contingentes numerosos de trabajadores a Milei obedeció al repudio a las burocracias y sus políticas, en cuatro aspectos, por lo menos. Uno, el desprecio por los sectores más explotados, no cubiertos por convenios, sean ‘en negro’ o autónomos. Dos, los trabajadores jubilados que vieron caer sus ingresos en forma estrepitosa, en función de una política de ‘achatar desigualdades’. Tres, la clase obrera ‘registrada’, entregada metódicamente a la patronal a través de pseudoparitarias. Cuatro, pero no último, la bronca por las patoteadas de la burocracia sindical contra las luchas autoconvocadas. En ausencia de un partido revolucionario realmente tal, las excrecencias o ‘excrementos’ en la cúpula del movimiento obrero pueden dar lugar a tendencias reaccionarias en la base, ante la explotación que hace de esta situación la demagogia derechista. Encarar esta nueva etapa a partir de una adaptación preestablecida a estos aparatos es sencillamente criminal.
Un acompañamiento activo de la experiencia de las masas en esta etapa, de un lado explosiva, del otro huérfano de dirección, permitiría abrir camino a tareas como asambleas y plenarios autoconvocados; a contraponer a los pseudoparos generales aislados la huelga general – a crear una movilización renovada de masas, con alcance histórico.
La explosión social y política, de un lado, y la crisis de dirección de la clase obrera, por el otro, constituyen el gen de la nueva etapa política. De cómo se resuelva esta contradicción depende el futuro político.
Jorge Altamira
24/11/2023
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