Para CFK, el objetivo histórico del golpe fue “imponer un modelo económico” (Página/12, 25/3). Cuando se advierten las fluctuaciones que han tenido los “modelos económicos” en la historia del capitalismo, la imputación de la ex Presidenta le baja el precio a la dictadura militar. La categoría misma de “modelo económico” es científicamente un fraude, pues desconoce el imperio de la anarquía de la producción, que caracteriza al capitalismo. Bajo la dictadura, el supuesto modelo cambió varias veces, incluso durante la gestión de Martínez de Hoz, cuya política provocó repetidas divergencias en la Junta Militar. Al final, modelo o lo que sea, estalló, primero, a principios de 1981, produjo una seguidilla de cambios de ministros y sucumbió con la crisis de deuda externa, en 1982.
El verdadero propósito del golpe militar, como ocurrió, por otra parte, en Bolivia, Uruguay, Chile y Brasil, fue aniquilar a las decenas de miles de militantes activos de la clase obrera, y reducir a la misma clase obrera a la nada política. O sea, imponer a sangre y fuego la dictadura del capital, que no es lo mismo que un “modelo económico”. El sometimiento del proletariado es la base, por cierto, del reforzamiento de la explotación capitalista y de las tentativas de quebrar los límites que ofrecen los trabajadores a la acumulación de capital. Cristina Fernández desvía su denuncia de “la desaparición y la tortura” hacia un campo diferente, o sea la disputa al interior de la clase capitalista acerca de la política económica más adecuada. Pero por simple fidelidad a los hechos hay que recordar que la disputa que comenzó el presidente norteamericano, Jimmy Carter, con la dictadura, a partir de 1977, obedeció a la ruptura, por parte de Argentina, del bloqueo comercial de EEUU contra la Unión Soviética, a la cual el gobierno militar vendió casi toda la cosecha de trigo de ese año. Mucho más “osado”, si se puede decir así, que la compra módica de vacunas a la Rusia de Putin, edificada, ella sí, sobre la mayor privatización de toda la historia del capitalismo.
El “modelo” que impugna CFK no lo inauguró, sin embargo, la dictadura, sino el gobierno que la precedió. El rodrigazo de junio de 1975 fue una bomba atómica contra la economía argentina, implementada por ilustres peronistas – Celestino Rodrigo, Gómez Morales y Antonio Cafiero. Argentina saltaría de la hiperinflación ´nacional y popular´ de 1975/76 a la hiperinflación ´neoliberal´ de 1982, que acompañó la guerra de Malvinas, bajo dos ´modelos´ diferentes. El gobierno que arrancó en 1973, luego de 18 años de proscripción, puso al peronismo como “el gran organizador de derrotas” del pueblo argentino por segunda vez – luego de la rendición de septiembre de 1955. La exclusión del gobierno peronista de Perón-Perón-López Rega-P2-Osinde, del discurso de la Vice, con las desapariciones, torturas y asesinato de las tres A y de las patotas de la burocracia sindical, es significativa. Lo deja en el tintero, porque no lo puede desarrollar como una transición del gobierno que ella defiende a la dictadura genocida. Con su teoría de ´modelos´, el cristinismo se encierra en una disputa de intereses contradictorios del capitalismo, y excluye al protagonista histórico fundamental de toda esa época, incluso desde antes del Cordobazo, el proletariado de este país. Como se ve, la memoria no es unívoca, es contradictoria; cada cual tiene la memoria que concuerda con sus intereses históricos y, en el caso del kirchnerismo, terrenales.
Las lagunas conceptuales de CFK no se detienen, sin embargo, en el 76. En materia de imposición de ´modelos económicos´ nadie le gana a Menem y a los Kirchner. Martínez de Hoz no dudó en endeudar a YPF en cincuenta mil millones de dólares para financiar la fuga de capitales. Quienes la privatizaron fueron los Menem con los Alsogaray y los Kirchner. Los Menem, los Kirchner y otros más liquidaron de un plumazo el patrimonio económico del estado que Perón había amasado a costa de miles de millones de dólares del Tesoro y del Banco Central en la década del 40. Néstor Kirchner inició la escalada de la destrucción de los bancos públicos de las provincias, como lo ha querido siempre el execrable FMI. Esta fuera de toda discusión que Cavallo estatizó en 1982 la deuda externa privada, como también lo está que fue recontratado por Menem y Kirchner y luego por el antiimperialista Chacho Álvarez – hoy kirchnerista, naturalmente. Cuando los Kirchner cambiaron de camiseta, a partir de 2003/5, respondían a estas críticas con un llamado a mirar hacia adelante. Pero ayer, en “el día de la memoria”, la Vicepresidenta intentó un balance histórico, que no fue más que una nueva manipulación política, para ocultar el rol los partidos cómplices del golpe militar – todos. En el avión de regreso a Argentina, Perón vino acompañado de Licio Gelli, el jefe de la logia italiana P2, amigo y compinche del futuro golpista – el naval Massera. En contradicción con el relato pos menemista de CFK, los Montoneros caracterizaban a Massera como el ´ala nacionalista´ de la Junta.
La posibilidad de que aún prosperen los dislates como los que enuncia la ex Presidenta, refleja que no se ha desarrollado aún una crítica a la emergencia de la dictadura que valga ese nombre. Expresa el rol subordinado de la clase obrera en la presente crisis histórica. La mistificación del peronismo fue letal en el destino del período abierto por el Cordobazo, y lo sigue siendo por los mismos motivos. Cristina Kirchner, en este mismo discurso, reclamó un acuerdo con el FMI por veinte años, como si ello no fuera equivalente a un status colonial indefinido. Ignora, o finge hacerlo, que la extensión de los plazos para pagar un crédito de monto descomunal no es garantía de solvencia, toda vez que el capitalismo es un sistema que se desarrolla por medio de crisis cada vez mayores, y que golpea más a la periferia de la economía mundial. De acuerdo a algunas informaciones, la directora general del Fondo no estaría viendo mal esta propuesta, siempre que logre el 85% de los votos necesarios, o sea que reciba el respaldo de las principales potencias. Fue Kristalina Georgieva, precisamente, no Cristina Fernández, la primera en propugnar el endeudamiento ilimitado, en las condiciones de la pandemia, con el argumento de que el capital siempre se refinancia, en tanto los intereses son, en la actualidad, recontra-bajos.
Rara vez se ha mencionado en la prensa o la literatura política el carácter extorsivo con que la burguesía y los partidos patronales abordan la cuestión de la dictadura, con la que en su momento colaboraron. Las apelaciones a la Memoria y al Nunca Más se esgrimen como una advertencia contra la clase obrera: “no intentes nunca más un Cordobazo”; “no intentes huelgas generales”; “acordate que eso lleva a la dictadura, a la que, por supuesto, no querrás volver más”. Semejante discurso no representa una defensa de la democracia; es una advertencia contra el socialismo. En circunstancias de luchas grandes y consecuentes, los ´demócratas´ ya tienen su ´yo te avisé´, cuando volverán a unir fuerzas con la reacción, en un ataque despiadado a los esfuerzos del proletariado por salir de la miseria social y de una sociedad sin salida, mediante la lucha por un gobierno de trabajadores.
Jorge Altamira
25/03/2021
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