En Argentina, al 1ero de marzo, se habían vacunado 1 millón cien mil personas. (802 mil con 1 dosis; 298 mil con dos), el 1.2% de la población (Fuente: Ministerio de Salud de la Nación; Monitor Público de Vacunación). Los especialistas opinan que se necesitan 5 veces más para cubrir a los adultos mayores.
«Nuestro objetivo es de 7.400.000 adultos mayores para vacunar, como ideal antes de que llegue el invierno» opinó Eduardo López, infectólogo asesor del gobierno (Clarín, 25/2). Aunque la inmunidad llamada “de rebaño”, requeriría la vacunación de 25 millones de personas, la mencionada cobertura total de los adultos mayores reduciría significativamente las internaciones y las muertes.
Ahora bien, la provisión de vacunas y la vacunación avanzan a cuentagotas, condicionadas por una verdadera guerra internacional de Estados y laboratorios que hacen valer, en beneficio propio, la exclusividad sobre patentes y procesos industriales.
Al 28 de febrero habían llegado al país 3.317.500 dosis de distintos orígenes. ¿Y ahora? El gobierno de Putín ha declarado que no puede abastecer los cupos comprometidos y estaría por derivar la producción a laboratorios de India y Corea del Sur. Alrededor de un millón de dosis de la vacuna china Sinopharm aprobada para su uso en el país para menores de 65 años, se aplicará a personal docente sin que se conozca la continuidad de su entrega.
Finalmente, la AstraZéneca – Oxford, un tramo de cuya producción se realiza en Argentina y otro en México, está paralizada en ese país por la falta de un filtro – sencillo y barato – que forma parte de los materiales sanitarios que EEUU prohíbe exportar (“Pasaron cosas”, Radio con Vos).
Para cubrir a los mayores de 65 años que pide el doctor López, hasta fin de abril, se necesitaría un promedio de 120.000 inoculaciones diarias. El actual es de 36.390 (Fuente: Ministerio de Salud). Se puede suponer entonces, que la inmunización no llegará en abril al nivel necesario para evitar daños graves, efecto de una segunda ola que todos, incluyendo las autoridades oficiales, esperan alrededor de esa fecha. Lo que indica que ya deberían estar tomándose medidas extraordinarias de prevención y combate para una emergencia como la que se espera y que puede ser muy grave si circulan nuevas mutaciones del virus que hacen estragos en otros países. El aumento de los casos en los últimos días aquí y en otros países de la región, podrían ser incluso signos de una presentación prematura del temido pico.
La política oficial es la contraria. La apertura improvisada de las escuelas, ahora de cines y espectáculos, la falta de vigilancia en los trasportes crecientemente hacinados, la ausencia de control de protocolos en la industria y el comercio, dan cuenta de que la subordinación al interés de los capitalistas atenta contra la salud pública. No hay tampoco previstas medidas extraordinarias para el financiamiento del sistema de salud pública ni un control del privado ante la emergencia. Ni planes de financiamiento en marcha para sectores carenciados con vistas a probables confinamientos.
Las campañas de detección y aislamiento no están en el debate público, los centros de aislamiento se han cerrado. La información sobre la marcha de la pandemia y las medidas de prevención ha dejado su lugar a la de las vicisitudes de la vacuna, acicateada por la expectativa angustiada de la población y por la corruptela oficial del vacunagate.
Es fundamental que los sindicatos, las organizaciones barriales, los trabajadores de la salud y del trasporte, tomemos en nuestras manos lo que los gobiernos no harán. Organización de comisiones populares de control de la pandemia que reclamen una campaña sanitaria de emergencia ante la segunda ola. Triplicación del presupuesto de salud y aumento salarial para los trabajadores del área, basta de pluriempleo, centralización de los sistemas. Campaña masiva de detección, testeo y aislamiento bajo control de las organizaciones populares. Castigo a toda corrupción de los funcionarios y sus amigos; vacunación bajo control de los trabajadores.
Sergio Villamil
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