Hasta el 29 de marzo, los trabajadores de Amazon de la tienda de Bessemer, Alabama, participan de una votación por correo que podría resolver la conformación del primer sindicato del gigante del comercio electrónico en los Estados Unidos.
El lugar cuenta con 6 mil empleados y fue inaugurado en los comienzos de la pandemia, para satisfacer la demanda creciente de la compañía. Un grupo de activistas impulsó una petición que fue firmada masivamente en la planta, con lo que se logró que la Junta Nacional de Relaciones Laborales habilite la consulta, que se inició el 8 de febrero. El nuevo sindicato, en caso de prosperar, se afiliaría al sindicato de minoristas, mayoristas y grandes almacenes (RWDSU, por sus iniciales en inglés).
La empresa ha puesto en pie una campaña para boicotear la formación de la nueva entidad. Los trabajadores reciben mensajes de texto del tipo “No dejes que el sindicato nos separe” o “¡No permitas que los de fuera dividan a nuestro equipo ganador!”. La compañía de Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo, tiene un largo historial de persecución antisindical: en marzo pasado despidió a trabajadores del depósito de Staten Island por reclamar una cuarentena ante casos de coronavirus; en esos mismos almacenes fue cesanteado en abril Rashad Long, quien intentó organizarlos. E incluso la patronal ha recurrido a la contratación de una agencia de detectives (Pirketon) para registrar posibles activistas. Apela también a su radicación en distritos con legislaciones que obstaculizan el trabajo sindical, como Alabama o Iowa.
Amazon presume de pagar sueldos que están por encima de la media (15 dólares la hora), pero lo cierto es que igualmente se trata de sueldos bajos. Además, impera en la empresa una enorme precarización laboral. Los trabajadores de los depósitos de Alabama denuncian que les quitan sus teléfonos durante el trabajo; que tienen pausas mínimas y cronometradas para ir al baño o almorzar; y un predio de las dimensiones de catorce canchas de fútbol americano que deben atravesar a toda prisa para poder fichar a tiempo y evitar descuentos o despidos. Rige en los almacenes un sistema de productividad que perfecciona la explotación. Además, la compañía se vale de una gran cantidad de personal tercerizado.
La superexplotación está en la base de las extraordinarias ganancias de la empresa, que se ha visto favorecida también por el cierre de tiendas físicas durante las cuarentenas.
“Amazon casi duplicó su valor de mercado y sus ganancias en el tercer trimestre [de 2020] subieron 200% en términos interanuales” (Nueva Sociedad, diciembre 2020).
Además de Alabama, aunque de manera más embrionaria, hay un proceso de organización en los almacenes de Iowa (Grimes y Iowa City). Este es alentado por la Hermandad Internacional de Camioneros, que dirige James Hoffa, hijo del legendario burócrata sindical que recientemente retrató Martin Scorsese en El irlandés.
El duro proceso de organización en las grandes compañías tecnológicas tiene su capítulo también en Europa, donde cientos de trabajadores de Amazon fueron al paro en Alemania en reclamo de un convenio colectivo de trabajo y por medidas de seguridad frente al Covid-19. En España, los trabajadores del centro logístico de San Fernando de Henares (Madrid) pararon 48hs en marzo de 2018 ante el intento patronal de devaluar el convenio laboral.
En diciembre pasado, además, una jornada global de lucha, en el marco del Black Friday -uno de los picos de ventas de Amazon-, organizó protestas en 15 países de América, Europa, Asia, África y Oceanía.
Paralelamente, un grupo de 200 trabajadores de Google, también en Estados Unidos, han formado Alphabet Workers Union, adscripto a una federación sindical que nuclea a telefónicos y trabajadores de los medios de Estados Unidos y Canadá.
La compañía del motor de búsquedas también tiene su historial antisindical, compartiendo con Amazon la contratación de una consultora para tareas antisindicales (IRI Consultants) y ejerciendo despidos persecutorios en 2019.
En compañías con cientos de miles de empleados, los procesos organizativos que hemos mencionado pueden parecer pequeños, pero se trata solo del comienzo. Esto es lo que despierta la preocupación de las empresas.
La campaña de solidaridad con los trabajadores de Amazon Alabama ha incluido a personalidades de la cultura, como Tom Morello, de Rage Against The Machine.
Apoyemos la lucha de los trabajadores de Amazon y de todas las tecnológicas.
Gustavo Montenegro
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